jueves, 2 de octubre de 2014

BUSCANDO EN POESÍA

          Años de búsqueda, de mí, del por qué de la vida y de un Dios que llenase mis conceptos de Él y sobre todo mi corazón.

(9 - IV - 78)
El coche movía mi cuerpo,
mi alma quedaba atrás,
prendida de aquel espectáculo
con tanta vida espectral.
Iluminado de sangre el cielo,
por rayos rojos de luna,
me hacía pensar
en aquellos árboles muertos,
sin frutos y sin hojas,
solo, tronco, ramas y manos,
que extendían desnudas al cielo,
intentando clamar
contra aquél, que el gélido viento
en sus desnudas ramas
dejaba pasear.
Solo están dormidos,
esperando su despertar,
transformando inútiles cuerpos,
de riqueza inmenso caudal,
los veo ahora en sus cementerios
de los que pronto saldrán,
quien de nosotros pobres ciegos,
los pudiera imitar.

A MI SOLEDAD    (9 - IV - 78)
A veces te extraño
cuando te busco,
amada mía,
refugio de penas
y pocas alegrías,
conmigo compartes todo,
sin que nada pidas.
Cuando te busco
entre las gentes,
donde estás viva,
tu compañía me duele,
mi alma se irrita.
Al fin solos,
tú y yo,
contándonos nuestros días,
sabiendo de las ansias,
viendo las envidias,
las luchas que hay
fuera de nuestra compañía,
soledad amada,
cuando mi alma camina.

BUSCANDOTE        (15 - VI - 78)
Aun te sigo buscando,
sabiéndote en todas partes,
sin saber como te llamas,
con nombres irrecordables
te llamaron en todo tiempo,
y a todos contestaste.
Estás en el árbol solitario
que crece y crece,
sin regarlo nadie,
en el sol que perezoso
asoma tras las montañas,
flotando en el aire,
en aquellas estrellas
donde hay,
lo que tu solo sabes
y estando aquí,
allí y en todas partes,
¿para qué darte nombre?,
¿para qué buscarte?,
si allí donde esté,
siempre podré encontrarte.


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