domingo, 27 de noviembre de 2016

AL LLAMARME


   A mi puerta llamó la Vida,                             Fui a llamar a la puerta de la Vida,
   Preocupado, dubitativo,                                  sin tener que acercarme,
   No supe                                                           mi voz, clara y nítida, dijo,
   Qué contestarle.                                               ¡¡Adelante!!.
                                                                            Sin que yo llamase.

        En nuestras vidas, creemos que debemos esperar la llamada de la Vida, de Dios, del Amor, pero no pueden llamar , ni darnos nada, pues aun dándole vida, no tienen yo. No pueden manifestarse sin Universo o sin mí, con Universo y conmigo, no tienen manifestación.
        Cuando espera el yo la llamada de la Vida, de Dios y el Amor, espera en vano que le llame quien no tiene voz. Cuando lamamos a la Vida, a Dios o el Amor, solamente puede contestarnos el yo.
        Sin Universo, ni qué que viva, ellos no experimentan cambio. Ni en la existencia del Universo, ni cuando vive el yo hay cambio, ellos no tienen yo.
        El yo vive de la muerte, pues es la que produce la transición. En la Vida Eterna, todo lo que vive muere, para hacer de la Vida manifestación.
        En la Muerte, nada muere si no vivió, porque solamente muere lo que vive, si no se manifiesta la Vida, en la que muere el yo. Por eso es la muerte la que permite vivir el yo.
        Larga espera es la del que espera la llamada de la Vida, siendo Vida, nunca vivió.
        Quien llama a la puerta de la Vida, recibe la respuesta de su yo.
        La Barrera no tiene puerta, porque la Barrera nunca existió. “Mu” dijo Yoshu, la Vida no soy yo.
        Una sola mano aplaude, el Universo nació.
        Quien llama a la Vida, nace como Amor. Quien llama a Dios, nace como Buda, que nunca existió.


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