viernes, 14 de diciembre de 2018

MAESTRO Y DISCÍPULO

          El Maestro al igual que la flor, está en su lugar viviendo y siendo, no sabe lo que es, solamente es flor, quien pasa percibe su aroma, su belleza y puede sentir felicidad o tristeza al verla.
          El Maestro no busca discípulos, Él es alimento que está, para que aquellos que buscan alimentarse puedan saciar su hambre.
          Pero es su responsabilidad el camino que recorre el discípulo. No halla culpabilidad si el discípulo bien alimentado, dedica el alimento a no caminar o a hacerlo en los caminos equivocados.
          Acepta que quien se llama discípulo sin serlo, le culpe de lo que ha entendido de su Silencio, de su manifestación, de su vivir. Creyendo que es el significado de las palabras lo que es su enseñanza.
          Pero el Maestro no enseña, simplemente como la flor, el cielo, las estrellas, las olas o el murmullo del arroyo, permite que aprendas según tu entendimiento, pues es tu Verdad la que tienes que encontrar.
          El Maestro ve al Ser, a Dios, a Buda o la Vida en el discípulo. Viéndole Perfecto, nada tiene que enseñar, solamente sirve de espejo para que el discípulo se vea como Él le ve.
          El sol, la lluvia, la noche, no pretenden mostrar o alimentar el bosque, las aves, los animales o las flores. No pretenden que se vea belleza en las estrellas o la luna, ni en cuanto se muestra a nuestra percepción. Simplemente siendo lo que son, aceptan lo que nosotros vemos en las cosas, el uso que les damos, el abuso o el amor que les mostramos.
          Más allá de la crítica, la discriminación, la pérdida, la ganancia o el deseo de conseguir o de enseñar, el Maestro acepta serlo cuando alguien dice ser su discípulo. No por ser su Maestro, sino porque, sin Maestro no puede haber discípulo.
          El Maestro aprende de cuantos se acercan o se alejan de Él, de los que le aman, de los que le odian, de los que le es indiferente. La Vida del Maestro, está dedicada a que la Vida aprenda de su vivir.
          El discípulo, tiene la libertad de decidir lo que aprende, pues es su entendimiento al ver al Maestro vivir, lo que le hará discípulo, no las palabras o que el Maestro le dé el Conocimiento.
          Cuando el discípulo es capaz de aprender de cuanto le rodea, de cuanto existe bueno o malo, de cuanto no existe, el Maestro se retira, pues es el momento de que el discípulo ocupe su lugar en el pico de la montaña, donde solamente hay espacio para Uno.
         ¿A quién puede preguntar?



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