sábado, 16 de septiembre de 2023

ALTERNANCIA

           Cuando caminamos, primero se mueve un pie mientras el otro está apoyado, a continuación, se cambia y es el otro el que se mueve. No importa que uno sea más hábil, más fuerte o que esté al otro lado del cuerpo, ambos se alternan para que el movimiento y esfuerzo del cuerpo, sea equilibrado.

          En nuestra evolución, el cuerpo, nuestras emociones, nuestra mente, se desarrollan escalonadamente y una apoyándose en la otra.

          Se dice que las razas, han sido las encargadas de hacerlo: La negra desarrolló el cuerpo, apoyada en la necesidad de aprender y caminar por un terreno desconocido. Podríamos decir que el apoyo podría ser el alma o una parte espiritual heredada o prestada. Pero es cuando se desarrolla el cuerpo, de carácter masculino, no porque sea del hombre, sino por su naturaleza física.

          Llegados a un punto de desarrollo, adecuado y suficiente para poder usarlo como energía y apoyo a nuevas evoluciones, le tocó a la raza amarilla el acometer el mundo emocional, de carácter femenino que necesitaba apoyarse en lo masculino, para poder desarrollarse. Siendo a través de las experiencias del cuerpo y su relación con el entorno, como se van equilibrando y desarrollando.

          Es entonces cuando se necesita una nueva evolución, el desarrollo de la mente, de naturaleza masculina, que le correspondería a la raza blanca, apoyándose en las emociones de naturaleza femenina.

          Los movimientos en la Vida, son siempre por la alternancia entre el Yin y el Yang, que permite que la evolución sea equilibrada y progresiva.

          Esto no quiere decir que la mente o las emociones, no puedan moverse sin que se muevan las piernas o que sea tan literal como dicen los libros. Simplemente que caminar con una sola pierna, trabajar con una sola mano o amar sólo nuestro cuerpo, mente o emociones, o a nosotros mismos, es vivir en desequilibrio.

          La dualidad que es difícil conjuntar para un movimiento equilibrado en el vivir y la convivencia, es materia y espíritu, la una tan presente siempre en el día a día y el otro que siempre está ausente y sólo lo conocemos por lecturas y lo que nos dicen.

          El cuerpo y la materia, son incapaces de ser algo más que una masa de carne, líquidos o minerales, todas ellas visibles, o bien ser masas gaseosas que no vemos, aunque podamos sentirlas, afecten nuestras vidas, arranquen árboles y nos permitan vivir al respirar.

          El Espíritu, sólo es perceptible y utilizable por medio de la materia, que es la única que le añora y trata de encontrarle y unirse a Él. Porque el Espíritu no podría vivir o convivir, no podría moverse, ni podría equilibrarse, sin que la materia se moviese mientras Él está apoyado, o su movimiento se apoyase en la materia.

          Afortunadamente, en nuestra Naturaleza de Libertad, está el que podamos equilibrar a ambos en nuestro vivir.

          Es el aíre el que equilibra las aguas del océano, sin él estarían quietas, ocupando un espacio constante, sin movimiento y como cualquier agua estancada, se corrompería.

          Es el cuerpo o la materia, la que le confiere grandeza al Espíritu y le permite vivir y manifestarse como Vida. Porque siendo sólo Espíritu y Todo, no habría podido nacer el Universo y nosotros no sabríamos que existimos siendo espíritu.

          Alternancia entre el Yin y el Yang, entre los opuestos de una misma individualidad, de un mismo Uno.



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