Solamente unos pocos me han preguntado, ante
mis respuestas, si yo no he deseado nunca ser feliz. Se suelen sorprender ante
mi respuesta de que: “Yo nunca he deseado ser feliz”.
Nuestro vivir está dedicado a
conseguir aquello que deseamos y no tenemos, en lugar de disfrutar de la
felicidad de lo que tenemos, lo que nos lleva a renunciar a la felicidad para
poder buscarla y desearla.
Parece absurdo, que no seamos
conscientes de que todo cuanto deseemos, estamos obligados a vivir sin ello. Nuestra
idea es que si nos esforzamos o somos afortunados podremos conseguir nuestro
deseo, para poder desear otra cosa que nos impedirá ser felices.
Nadie puede ser algo diferente a lo
que es ahora, nadie puede tener lo que no tiene ahora, nadie puede perder lo
que tiene ahora. Es el único momento de nuestras vidas en el que podemos estar
seguros, si no entrase el deseo.
El deseo es insatisfacción de lo que somos,
tenemos o hay en nuestras vidas. Desear ser algo que seremos, tendremos o
existirá en otro ahora, es olvidar que nuestra felicidad no es con el Universo
o la Vida, sino con aquello que somos y manifestamos.
La felicidad que existe en nuestras
vidas no es la que nos dan, que obviamente pertenece a lo demás, toda la
felicidad de nuestra vida está en la que damos. En el mundo hay mucho dinero,
mucho amor, pero en nuestra vida sólo tenemos el que podemos dar.
Es por ello que mi respuesta a quienes
me preguntaron, sólo podía ser la que di: “Nunca he deseado ser feliz”, ni tan
siquiera en mis malos momentos, pues tenía la oportunidad de vivirlos, de
aprender, de existir en ellos. ¿Por qué desear ser feliz?, si podía serlo.
Es nuestra aceptación y manifestación
de lo que somos de forma correcta, la que nos permite ser felices, nuestra vida
y sociedad es como la hemos creado, buscando la paz, la felicidad y la
humanidad, junto con la satisfacción de nuestros deseos.
Pero sólo siendo lo que somos ahora,
aceptándolo y manifestándolo correctamente, podemos ser felices. La Felicidad
nos lleva al Amor y aceptación de lo que somos y hemos creado entre todos,
nuestra manifestación de ser felices impediría los conflictos con todo lo
demás, al aceptar lo que son.
Aceptar no es aguantar, respetar no es
no hacer nada ante quien olvida su humanidad, pero sin odio o rencor, sólo
encontrando la Justicia en la convivencia, que es que la Vida nos da lo que nos
hemos ganado y no nos quita aquello que nos merecemos y tenemos.
Ser felices no puede ser un deseo,
sino aquello que tenemos para dar.
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