Hemos evolucionado, somos los conquistadores de la supervivencia, hemos creado casas, fuego, herramientas, cultivamos la tierra, cazamos todo tipo de animales con las armas y estratagemas que hemos desarrollado, estamos creando religiones con dioses que nos protegen, y hemos dejado de temer al entorno donde vivimos, solamente los otros humanos pueden amenazarnos y tenemos que vigilarnos unos a otros, para comprobar la fuerza de los que viven alrededor.
Vamos estableciendo las normas y los conceptos que marcarán nuestro futuro, las metas a alcanzar, y el establecimiento del hombre como señor de la creación.
Pero la negación del miedo, la altivez y egocentrismo de las gentes, ha ido poco a poco desarrollando su reacción, la creación de la necesidad de tener que sentirse superior, admirado o temido, por los demás. Una de las maneras de demostrar que no se tiene miedo, ha sido entendida como, la de hacer lo que se quiere sin necesidad de preguntar, ni tan siquiera pensar las consecuencias de nuestros actos.
Sabemos que el heroísmo es una manifestación de miedo profundo, que al final nos hace reaccionar sin poder sentir el miedo como protección, lo que nos convierte en una máquina de inconsciencia, pues se puede realizar cualquier acto de valor o de mezquindad, sin percibir su naturaleza ni sus consecuencias.
La consecuencia de estas manifestaciones, probablemente podamos verla en la necesidad de poder, no solamente en cuanto a una clase determinada, sino a una forma de expresar y manifestar, nuestro miedo interno, en nuestras relaciones y estructuras sociales.
Solemos echar las culpas a los poderes: Político, judicial, económico, eclesiástico, financiero, militar o a los que en general llamamos poderes. Pero el deseo de poder y seguridad, para no sentir miedo en nuestras vidas es general, hemos alguna vez pensado, en quienes son los que en general, nos producen miedo.
Es cada día más común que existan barrios marginales, en los cuales están las bandas, los vecinos que no les importan los medios para hacer y conseguir lo que quieren, los vendedores de drogas, los que solamente miran su interés. Todos son más o menos de nuestro nivel social, pero se vive atemorizado por si molestamos a estas personas.
Hay terrorismo de personas que salen de nuestros barrios, y siguiendo a alguien que necesita a todos estos detrás para sentirse con valor, no les importa a quien matan o destrozan la vida.
Hay personas trabajadoras, como todos nosotros, que son los que hacen posible que todos esos, puedan hacer lo que no podrían, ni probablemente se atreverían si no tuviesen el silencio y complicidad borreguil de todos ellos.
Hay guerras en todas partes, por conseguir el poder, o un estatus predominante, para sentir que se está por encima de los demás, pero no son estas gentes los que hacen posible la guerra, con la huida de familias, el hambre, y el cambio o continuidad del pastor. Son los que son gente del pueblo, las personas normales, que siguen y obedecen ciegamente a estas gentes las que hacen la guerra, los que venden las drogas, los que violan a las otras personas, los que abusan del amor de otra persona para prostituirla, los que crean el poder del jefe de la banda, los que hacen posible la corrupción, los que abusan de los vecinos, los que no ven más allá de un carnet, los que forman los piquetes para obligar a los que no piensan igual, los que ponen las bombas, los que maltratan a la familia, somos la gente normal, los que adormecemos y hacemos que el miedo de los jefes, parezca valor.
Cuantas personas de los que triunfan, ante el miedo de estar en el frente de la vida, visibles para todos, no recurren a las drogas. Cuantos de los valientes que van en el frente, con las masas detrás, son realmente capaces de enfrentarse en soledad a su propia vida.
El heroísmo nace de un miedo tan intenso, que no nos permite sentirlo, por eso es la ausencia del miedo, no por ser consciente de él, sino por la propia inconsciencia.
Cuanto mas miedo se tiene, más se lucha por el poder, porque es la única forma de aceptarnos, cuando los demás están por debajo, nos dice que somos superiores. Los cobardes suelen ser los más crueles, porque les hace creer que son valientes, cuanto mayor es la cobardía, mayor es la crueldad o el abuso del poder. Solamente quien tiene miedo y no lo acepta, necesita tener detrás a un grupo que le apoye, solamente un cobarde se rodea de quien es más cobarde, para utilizar su crueldad, porque el ser cruel satisface a su amo.
Pero no es el miedo no reconocido u oculto, de los poderes, el que hace que la sociedad esté como está, es la cobardía de las personas corrientes a manifestar su miedo, el que hace que se necesite la aprobación del amo, de los demás, de quien nos usa para ocultar su miedo.
Durante miles de años el miedo nos protegió, nos ayudó a evolucionar, nos desarrolló la inteligencia, nos permitió poder proteger y cuidar del resto de la vida en la Tierra, pero en lugar de mantenernos fieles y amantes de nuestro miedo, lo negamos, lo maldecimos, soñando con ser poderosos nos exigimos ser valientes, pero, ¿cómo puede vivir el valor sin la cobardía?, que hace que el valor sea consciente. Ser valiente no es dominar a los demás, o necesitar que nos teman, ni estar por encima de ellos. Ser valiente es, saber que la unión nos hace fuertes, que el respeto nos hace iguales, que la honradez, nos permite vivir con confianza, enfrentarse a los problemas con miedo, es simplemente respeto, por nosotros y por ellos.
Solamente quien se ama, puede saber encontrar el verdadero valor, porque el Valor es, simplemente, amar.
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