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Yui Shin

sábado, 16 de mayo de 2015

APUNTES DE REFLEXOLOGÍA-2

LOS FRUTOS

     Muchas veces pregunto: “Un pino que da manzanas, ¿qué árbol es?".
Esta pregunta tan simple en mi opinión, nos permite observar y situar nuestras vidas, con mejor perspectiva.
En general todos tenemos claro que la mejor forma de conocer algo, es por el fruto que da. En casi todos los niveles, es algo que está claro, ¿por qué tenemos tantas dificultades para observar esto en la vida, nuestra vida, en nosotros?.
Tenemos una idea preconcebida de casi todo, por lo que cuando pensamos, sentimos o vemos algo, nuestro sistema automático lo compara con nuestro concepto de ello. Esto es algo de lo que no somos realmente conscientes, pero es lo que hace que la vida y por tanto nuestra vida sea imperfecta, incompleta. Es imposible que cualquier cosa o aspecto de la vida sea igual que la idea de ello.
La necesidad del manzano de saber que tiene que dar manzanas es inexistente, él es manzano y no tiene que saberlo para dar manzanas. Esto me recuerda el nombre ese del Ser, ese algo que estaba antes del principio y que no sabía que existía (no se si sería un manzano), a mí cuando estoy inmerso en mi vida, también me cuesta trabajo ser consciente de quién soy, diría que tampoco lo se realmente y a pesar de todo vivo y debo de ser yo, porque cuando vuelvo a ser consciente de vivir, misteriosamente se que soy yo, algo innecesario anteriormente.
     El comienzo de la energía universal a especializarse o diferenciarse origina la formación del universo.
     Cuando pienso en mí, en ese principio que he debido tener, recuerdo esas historias de la tierra incandescente, antes de que la vida como la pensamos, concebimos o sentimos ahora comenzase, las energías comenzaron a manifestarse en nuevas formas de vida. Misteriosamente aparece algo, sin: ojos, boca, cerebro, ADN, y posiblemente sin saber donde estaba, ni quién era.
     La primera (bacteria, célula) en aparecer, no sabe cómo, dónde, por qué o quién está aquí, suponiendo que pudiera pensar algo. Alguna circunstancia debió de hacer que sintiera algo y hete aquí que pudo comenzar a analizar este sentimiento y por fin saber que era alguien, lo que sería el principio de la mente analítica, A continuación debería tener más experiencias puesto que aprendió también a comparar. Siendo este el nacimiento y origen de la mente consciente.
     ¿Cuántos millones de años harían falta para que la información recibida necesitase desarrollar o unir esta forma de vida, con otra que hubiese aparecido? No lo se y la verdad tampoco es de gran interés saberlo.
     Lo que sí parece evidente, es que en esta unión la información que cada parte tenía, era compartida por todos los que formaban la nueva individualidad y que cada uno hacía su trabajo, para el funcionamiento correcto de la individualidad integrada por todos.
     Su función determinaba en cada momento, quién era cada uno y su relación determinaba quién y qué era la individualidad integrada por ellos.
     Probablemente estas experiencias y relaciones originarían nuestra mente consciente (análisis-comparación y almacenamiento), la información compartida y contenida, para poder reproducir algo parecido, tendría que encontrar un sistema de transmisión de este conocimiento probablemente el ADN y la necesidad de adaptación a las circunstancias, iría creando los órganos que canalizaran, diferentes tipos de energías, para darles forma como materia.
     Las energías que se han materializado tienen que identificarse con las diferentes tendencias: adaptación-continuidad, individualidad propia y grupal. La materialización en individualidades, de grupos, necesitan centros de trabajo donde puedan ser utilizadas las energías para el desarrollo de la vida material como por ejemplo: supervivencia, continuidad, digestión y asimilación de las experiencias, para poder evolucionar adaptándose a las nuevas circunstancias.
     Esas individualidades que al llegar a un punto han tenido que unirse o adaptarse a nuevas circunstancias han ido formando los medios y órganos necesarios para poder utilizar las nuevas energías que se integraban en ellas y poder continuar su existencia.
     El análisis de la primera circunstancia y la comparación y análisis de las siguientes podría ser el origen de la necesidad de formarse del cerebro.
     La necesidad de alimentarse de las energías circundantes va determinando la especialización y diferenciación progresiva de estas individualidades. Variando la forma en cómo las integran a su individualidad. Esta alimentación probablemente sería el origen del estómago.
     El desarrollo y aumento de la complejidad de nuestras vivencias, con la actitud y reacciones ante ellas, así como su recuerdo o memoria, daría origen al consciente e inconsciente, lo que motivaría la  formación de los intestinos delgado y grueso.
     La multiplicación y diversificación de la vida hace que aparezca la especialización, que hace que cada individualidad necesite saber qué es lo mejor para ella dando origen probablemente al hígado.
     Las vivencias, alimentos y demás circunstancias de la vida que nos fueran dañinas o negativas darían origen a los miedos, lo que haría necesario la formación de los riñones. Este miedo hace que nos mantengamos alerta para defendernos de aquello que nos es adverso.
     El deseo de vivir, nuestro esfuerzo por adaptarnos y sobre todo la aceptación de nuestra individualidad sería el origen de los pulmones.
     Así se ha ido formando todo sucesivamente hasta nuestros días.
     De repente, apenas unos millones de años después estoy aquí preguntando: “Un pino que da manzanas, ¿qué árbol es?
     ¿Cuándo no soy feliz, cuando tengo una salud determinada, cuando soy una persona con dolor de espalda, con cáncer, alta, baja, etc.? Indudablemente tengo algún problema del cual alguien, algo o la vida tienen la culpa. Porque sabemos que lo natural es tener buena salud, ser felices, y la democracia dice que somos libres.
     Entonces es cuando me surge la pregunta, “Un pino que da manzanas, ¿qué árbol es?
     Si mi fruta es de: felicidad, infelicidad, un estado de salud que me gusta o disgusta, dolor de espalda, cáncer, etc. ¿qué árbol soy? Indudablemente siendo este mi fruto, debo ser un árbol de: felicidad, infelicidad, un estado de salud que me gusta o disgusta, dolor de espalda, cáncer, etc.
     Si yo creo que mi actitud y forma de afrontar las circunstancias no se corresponden con mi situación actual, si creo que la sociedad actual no es correcta y que la mayoría de las cosas funciona erróneamente, surge la pregunta, ¿un pino que……..?. El árbol siempre, absolutamente siempre se corresponde con el fruto. La larga vida del árbol se manifiesta siempre exactamente en el fruto de ahora. De igual manera lo que somos y existe ahora en el presente, se corresponde exactamente con la vida que manifiesta cada individualidad. Nosotros somos el resultado de nuestras circunstancias a nivel personal, social y universal, somos lo que somos como consecuencia de nuestra interrelación con el universo en un tiempo infinito.
     Es por ello que llegar a este estado no ha sido por casualidad ni de repente, millones de años, experiencias, uniones y separaciones han sido uno a uno los pasos que nos han traído aquí, tanto a nivel colectivo como individual. En el individual especialmente mi actitud y reacción ante estas circunstancias.


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