No pretendo molestaros

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Yui Shin

lunes, 9 de mayo de 2016

ALIMENTARSE COMO TERAPIA


            En todos los niveles, cada individualidad tiene que alimentarse, digerir y asimilar el alimento. Todo lo que no ha sido asimilado o integrado en una individualidad tiene que ser expulsado, cuanto antes mejor, sin importar su naturaleza, calidad o si es bueno o malo.
            Si no es expulsado, envenenará, destruirá o cambiará, a la individualidad que lo retiene.
            En el cuerpo físico los alimentos son: sólidos, líquidos y gaseosos. Los sólidos se relacionan con las pautas mentales, los líquidos con las emocionales y los gaseosos (el aire, la respiración) con la actitud.
            El cuerpo emocional, se alimenta de las energías producidas por las sensaciones sentidas en nuestra actividad física, tanto en lo vivido como lo deseado, siendo importante la actitud con la que realizamos, observamos o recibimos dicha actividad.
            La mente se alimenta de: la actitud con la que vivimos nuestras experiencias, emociones, sensaciones y cualquier energía de la que pueda alimentarse del plano físico y síquico, tanto de lo que hacemos, como, de lo que dejamos de realizar.
            Cada individualidad integrante de la nuestra, se alimenta o nutre de las energías obtenidas de los alimentos que le son propios y de la interrelación entre ellas. El alimento que nutre a este ser último, que es la integración de todas las individualidades, es su vida, nuestra vida, con todas sus vicisitudes, circunstancias, condiciones, etc. Independiente-mente de que sean buenas o malas, lo más importante es cuánto aprovechamos y cómo y en qué las utilizamos, dependiendo ello principalmente de nuestra actitud.
            Solemos darle la mayor importancia a  la comida sólida, sin darnos cuenta que apenas viviríamos unos minutos sin respirar, pocos días sin beber y aproximadamente un mes sin comer. De la misma forma, si no tenemos actitud de vivir no vivimos, sin emociones o sentimientos tampoco y sin pensar un poco más.
            De aquí que, la actitud alimenta a las emociones y las emociones a la mente.
            La forma y actitud con la que nos nutrimos es algo consustancial con nuestro ser, gracias a ello, podemos influenciar desde cualquiera de nuestras individualidades, a todas las demás. Alimentando adecuadamente nuestro cuerpo físico, podemos influenciar y corregir nuestra vida y la actitud con la que vivimos.
            Alimentarse correctamente es aprovechar el máximo de los nutrientes ingeridos, nuestro conocimiento nos lleva a creer que lo importante es el tipo y calidad de los alimentos, quizás debido a nuestra actitud pasiva, en la creencia, de que las soluciones vienen del exterior.
            El camino fácil y simple para que: algo no nos haga daño, digerirlo con facilidad, aprovecharlo e integrarlo en nuestro ser al máximo, produciendo al mismo tiempo un mínimo de deshecho, toxinas y problemas, es: el de masticar correctamente, antes de tragar.
            Para poder masticar es imprescindible estar comiendo, lo contrario de masticar no es mantener la boca quieta, cuando simplemente introducimos cosas o alimentos en la boca, o bien no estamos comiendo realmente, el resultado entonces es, que movemos las mandíbulas en lugar de masticar.
            Siendo importante los alimentos que ingerimos, hay que tener siempre presente, que lo más importante en nuestra alimentación es expulsar aquello que no nos es necesario. Independientemente de la calidad de los alimentos, así como la forma y circunstancias en que los preparemos e ingiramos, incluso masticando perfectamente, estos nos envenenaran, si no expulsamos cuanto antes lo que no es necesario, esto es, lo que no ha sido asimilado.
            A la hora de comer hay que: estar comiendo, disfrutar de la comida, masticar correctamente y decidir libremente si deseamos tragar o no lo masticado; esta hora de comer no está marcada por el reloj o la costumbre, sino que la marca el estar comiendo. Este es nuestro presente, el único en el que podemos ser felices o desarrollar nuestra actividad, el único en el que se manifiesta nuestra vida. Esta actitud y forma de nutrirse a nivel físico, influirá poco a poco en la forma de nutrirnos en el resto de niveles.
            A continuación, el cuerpo digerirá estos alimentos con mayor facilidad, aprovechará mejor lo ingerido y lo que es más importante asimilará un mayor porcentaje.
Todo lo que no ha sido asimilado, es porque no ha podido formar parte de nuestra individualidad, lo que pondrá en marcha nuestras defensas para que intenten expulsarlo. El tiempo que permanezca en nuestro interior, todo lo que hemos tragado sin poder asimilarlo, nos estará                                                                        envenenando, independientemente de su  naturaleza.



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