Vemos
a través de la Historia, que los filibusteros, los generales, los soldados, los
piratas, eran derivados a la política en muchas ocasiones, donde eran premiados
por sus servicios, o se les daba la oportunidad de conseguir legalmente, lo
mismo o más de lo que conseguían fuera de la ley.
Lo
bueno de la política es, que las recompensas las paga siempre el pueblo, por lo
que el problema que se quita el político en su servicio al pueblo, lo paga el
pueblo al que normalmente no se le restituye el daño. Por lo que se paga a los
fuera de la ley y a los de dentro de la ley.
Hablamos
de la iglesia, de lo que hizo en el pasado, cuando la mayoría de sus dirigentes
provenían de los nobles y familias acaudaladas, con muchos también que desde el
pueblo venían a cambiar su fortuna, nada que ver con la religión.
En
nuestros días, lo más usado es lo de ser terrorista, te dedicas a asesinar, a
expoliar, a pregonar que lo haces en defensa del pueblo, asesinas a todo el que
piense diferente o no obedezca, adoctrinas a los niños, no permitiéndoles comer
si no son de la banda, y si llegas a un nivel de gentuza sin escrúpulos, al
final puedes hacerte político para seguir defendiendo al pueblo que hará lo que
digas.
Siempre
hay gilipollas, que creen que les vas a dar lo que deseen, no guardas respeto
por los asesinados, por sus familiares, ni por los que piensen que deberías
devolver algo de lo expoliado, lo robado, o intentar restituir el daño causado,
ayudando a esas personas que destruiste sus vidas.
Lo
vemos con ETA en España, donde el dinero de la expoliación a familias y
empresas, no es restituido o compensado por los políticos etarras. Tampoco se
pide perdón, se hace labor social, o se trata de compensar con amor, a las
familias asesinadas, a los que se les ha destrozado su vida, han tenido que
huir de su tierra o han perdido su humanidad por seguirles o apoyarles.
Ahora
vemos que por dejar de asesinar, de robar, de expulsar a las personas del
pueblo de sus casas, por ocupar sus campos, por obligar a ser guerrilleros a
los niños, por violar cuerpos y derechos del pueblo, ahora se les hace políticos
con buenos sueldos, libertad para robar desde la ley, probablemente vivir una
vida mejor y menos peligrosa, no a los que fueron obligados a asesinar, a los
que les fue robada su condición humana, enseñándoles u obligándoles a asesinar
y expoliar, haciendo su voluntad sin pensar en los demás, no a los campesinos
obligados a producir drogas, sino a los dirigentes, a los que en defensa del
pueblo, le robaron, le expoliaron, le despojaron de su humanidad y asesinaron.
Es
lo que se ha pactado en Colombia con las FARC, no sé si las casas y propiedades
de las que fueron expulsados sus dueños, les serán devueltas, ni si los
guerrilleros y sus jefes irán de braceros o jornaleros voluntarios, a
reconstruir el campo que han destruido, o si ayudarán a recobrar su humanidad a
los niños y niñas convertidos en asesinos, o a reestructurarse a las familias
destruidas.
Probablemente los soldados formarán bandas de forajidos, otros serán mercenarios, otros los
jefes de bandas, al menos lo tendrán difícil para poder entrar todos en la política.
Los que tengan que convivir con el pueblo de nuevo, qué pueden hacer con su
humanidad perdida, sino tratar de sobrevivir sin respetar a los demás como han
sido enseñados u obligados a vivir.
Siempre
es bueno que se deje de asesinar, siempre es bueno que vuelva el sentido común,
que el odio sea abandonado. Pero meterse en política, para seguir viviendo del
pueblo sin restituir el daño causado en lo que sea posible, me parece que no
es la solución a largo plazo. Vivir robando y engañando al pueblo, para cambiar
la forma de hacerlo, no es la solución que necesita el pueblo.
Pero
es el pueblo el que tiene que recobrar su humanidad, morir por ella si es
preciso, para que nadie pueda expoliarlo, asesinarlo, deshumanizarlo, no porque
pelea o mata a los que lo intentan, sino porque el que lo intenta no encuentra
a nadie dispuesto a hacerlo.
Los
ejércitos, los que apoyan a esta gentuza asesina y deshumanizada, son del
pueblo olvidado de su Humanidad. Son los que los apoyan, los que no desobedecen
las consignas de odio que se les inculcan, los que hacen posible esta deshumanización.
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