Es
difícil comprender, cómo es posible que muchos de los trabajadores que en
general menos trabajan, reciban sus salarios de los impuestos que paga el
pueblo. Que muchos de los que más protestan son los que reciben salarios de los
impuestos del pueblo. Que los que suelen defender, a los que cogen al pueblo o
sus necesidades como rehenes o lo usan como moneda de cambio, para mantener sus
prebendas, sus privilegios o sus subvenciones, reciben sus salarios de los
impuestos pagados por el pueblo.
Somos
usados personalmente, por nuestras necesidades o dependencia de sus servicios,
por una serie de minorías privilegiadas, como rehenes o moneda de cambio, para
forzar la situación y seguir con sus privilegios y exigencias, al más puro
estilo de cualquier mafia.
Somos
puestos en la balanza de sus exigencias por: “Servicios públicos, transporte,
controladores, mineros, estibadores, o sindicatos”, para mantener una posición
de privilegio. No trato de mirar si es justa o no, si son merecedores de lo que
exigen o no, simplemente hablo de su posición privilegiada y que usen a los más
desafortunados o los que tienen un trabajo más extendido o más diversificado,
con salarios y condiciones muy por debajo de las suyas, como moneda de cambio.
Son
esos desafortunados los que tienen que pagar sus demandas, bien en los precios
o en impuestos para sus subvenciones.
Cualquier
empresa tiene que fundar su competitividad en la calidad de su servicio o en
los costos. La calidad de los servicios independientemente de los medios, que
son importantes, dependen de la profesionalidad de los trabajadores, desde el
empresario hasta el último de ellos, que debe ser el primero si miramos desde
el otro lado, pues no hay primero o último en la profesionalidad empresarial.
Los
costes dependen de la profesionalidad, buena administración, la cicatería,
usura o falta de humanidad de los empresarios, la directiva o de los obreros. No
solamente de uno de ellos.
Al
final cuando unos trabajadores solamente piensan en sus salarios, prebendas y
privilegios, alguien tiene que pagarlos. Si para conseguir lo que exigen, miran
solamente su ombligo, si los sindicatos defienden solamente las exigencias sin
mirar si son justas, es solamente el uso de la fuerza, el matonismo, o el
estilo mafioso, al tener que usar para conseguir lo exigido, el uso de la
posición, las necesidades del pueblo y la necesidad social.
Hablamos
de la falta de democracia de las dictaduras abusivas, que es aproximadamente lo
que hacen los sindicatos que defienden, a las clases o castas, privilegiadas.
Si
cerramos los puertos, si exigimos demasiado, si el rendimiento no es el
adecuado, probablemente tendremos que subvencionar a una panda de inútiles, que
tendrán un puesto de trabajo sin nada que hacer, pues las mercancías se habrán
ido donde la gente quiere trabajar por un salario justo para el país donde
realiza su profesión. Donde se realice un trabajo eficiente y rápido, a un
precio que no les cargue demasiado el precio de sus mercancías y donde no
tengan conflictos.
Ser
profesional en cualquier actividad, no es solamente el salario, sino el tratar
de que haya justicia entre lo realizado y su contraprestación. Pero la
justicia, no es algo fijo, sino que depende de las circunstancias. Si hay unos
salarios en un país, exigir lo justo, también incluye esos parámetros.
Que
sea una injusticia, no depende si no es profesional lo que hace el empresario,
tampoco es profesional, exigir fuera del equilibrio donde está la sociedad en
un país.
Si
además hay que poner de manifiesto, lo que el pueblo necesita nuestros
servicios, para que acepten nuestras exigencias, hacemos lo mismo que cuando
amenazan a nuestros hijos o empresa, si no pagamos un impuesto o rescate, o la empresa
debido al paro nos paga un salario de miseria.
Que
vengan los barcos por tener un buen servicio y un precio justo, es la mayor
garantía de que se conserven y aumenten los puestos de trabajo, el hacerlo a
base de subvenciones es usarnos como rehenes.
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