Nuestra educación,
nuestro deseo de ser correctos nos llevan a decir lo que debe decirse o lo que
los demás quieren oír, porque es importante ser política y socialmente correctos.
Lo moderno,
lo que se impone hoy día es la abreviación, el acortamiento de las frases, usar
frases, que más que explícitamente digan implícitamente lo que se quiera
entender.
Finalmente
ha llegado el emoticono, esa figura graciosa que dice que todo está bien, que
puede haber alegría o tristeza, aplauso o sentimiento de aburrimiento, en una
carita o dibujo que sin ser alguien es algo que podemos poner como comentario
de lo que hemos visto, leído o queremos que parezca que hemos leído, visto o
escuchado.
Pero realmente,
lo que no deseamos mostrar es una opinión propia, una opinión que nos
comprometa a argumentar o decir lo que hemos entendido de algo y expresar lo
que opinamos de ello.
Pocas veces
damos una opinión o decimos lo que hemos entendido, por miedo a estar
equivocados o que puedan malinterpretar lo que decimos o escribimos.
Decir por
ejemplo que el día es bonito, es importante y alegrará a las personas que nos
quieren. Pero nadie sabe el porqué el día es bonito para nosotros, y por tanto
no saben si es bonito por lo mismo que para ellos o es que lo que nos alegra a
nosotros es algo triste u horrible para ellos.
Decimos
con facilidad que nos gusta o disgusta algo, pero no expresamos el porqué, no
decimos si es por algo de otra persona, lo que hemos entendido, lo que nos ha
ayudado o simplemente el razonar o expresar nuestro entendimiento de lo que
vivimos.
Desearía, que
fuese porque estamos viviendo tan profundamente, que nos olvidamos de ese
alguien que vive nuestras situaciones. Que al leer lo expresado por otra
persona, olvidado nuestro entender, podemos vivirlo intensamente, hasta poder
calzar los mismos zapatos.
Porque sería
entonces, cuando bastaría una mirada, un bien o decir que nos ha gustado.
Pero quizás
la mayoría de las veces es huyendo del compromiso, de la responsabilidad de
opinar, perdemos la oportunidad de aportar a quien nos ha mostrado algo que le
gustó o algo de su propio pensar, algo de sí mismo o algo que le ha ayudado a
serlo.
Pero es
más fácil elegir un dibujo que exprese que algo nos ha gustado, para que quien
ha sido respondido piense que es por lo que esa persona ha expuesto, sin darse
cuenta que nuestro emoticono es simplemente la respuesta a lo que hemos
entendido.
Buenos días criatura divina. Lo malo no es expresarnos cómo los demás con emoticonos por parecer buenos chicos o tener miedo a equivocarnos o ser rechazados,lo malo es no poner atención al dedo y la pantalla mientras se manifiesta el emoticono. Somos unos reprimidos,reprimimos esa energía o vida sabía, inocente,creativa,atenta y desconocida,por aquella energía aprendida. Mi maestro dice: si bien todo tiene la capacidad de aprender,nada tiene la de enseñar. Ese *todo* y ese *nada* que no le ponemos atención es la clave. Pues es la nada,esa simpleza de observar el dedo que pulsa la tecla del emoticono que elijamos o las palabras que observamos mientras se escriben,las que nos mantienen vacíos,las que argumentando desaprendemos para que esa nada tenga la capacidad de aprender a ser vida en todo aquello que tiene la capacidad de aprender.
ResponderEliminarAprender a estar en los mismos zapatos de mi maestro y no reprimirlo más.
Un abrazo vida mía.