En un momento en el que las fuerzas
parecían que me abandonaban, tras meses de dolores, esfuerzos y vivir cosas que
no lograba comprender, solicité al Maestro pasar unos meses en otro templo,
junto con personas que venían a los Sesshines que había en Bukkokuji.
En Bukkokuji: no leía libros, periódicos,
no escuchaba las noticias, ni salía demasiado al pueblo, apenas una tarde a la
semana durante unas horas.
En Hakuhoji me dejaron libros del Zen
y leí varios. En uno de koans me encontré con la experiencia de Rinzai, al que
Obaku o Huang Po golpeó varias veces, dejándole medio muerto, por preguntarle
algo en dokusan.
Fue Obaku quien solicitó al monje
principal que fuera Rinzai a hablar con él, y no sabiendo este qué preguntar,
el monje le dio una pregunta, que Rinzai preguntó. La respuesta tras hacerla
varias veces, fue dejarlo medio muerto a golpes.
Al leerla, sin saber por qué, sin
poder controlarlo, comencé a reír y a llorar, a borbotones, manando de algún
lugar en mí, desconocido y oculto hasta ese momento.
Obviamente y según pienso ahora, fue
que miré desde la ventana de Rinzai, viendo algo que él no vio al ser golpeado.
Esa es la ventana Zen, en la que no puedes ver lo que vería tu yo al mirar.
Pasados unos años, fui golpeado, me
hicieron sangrar por la cabeza. Mirando desde mi ventana, continué el diálogo,
desde mi comprensión a la respuesta del Maestro´
Una de estas veces, fue en Hosshinji,
con el traductor repitiendo lo que yo decía en japonés, y lo que decía el
Rosshi en inglés.
Tras una respuesta mía, el Rosshi se
incorporó, cogió el palo que tienen y me golpeó en la cabeza repetidamente,
soltó el palo y se sentó de nuevo, continuando el diálogo tras mi respuesta.
El traductor, estuvo preocupado el
resto del Sesshin, pues no se puede hablar y yo lo cumplía. Al terminar
inmediatamente vino a preguntarme por lo que había pasado y si yo creía que se había
equivocado al traducir. Obviamente la conversación fue la más fluida de todas
las que tuve, la traducción bastante buena, a pesar de que quien entendía las
palabras, dijo no haber entendido de lo que hablamos, y que en 20 años era la
primera vez que había visto al Rosshi actuar así, pues era de los dialogantes y
lento de movimientos por la diabetes.
No son las palabras y su entendimiento,
lo que importa en Zen, pues a veces somos incapaces de mirar por su ventana y
ver lo que el Zen muestra.
Mis experiencias no podía entenderlas,
por ilógicas: Corregir a los demás sin saber lo que estaban haciendo, sin
entender lo que decían, llorando y golpeando una pared. Corregir lo que
traducían al Maestro, porque Él no podía decir lo que habían traducido. Algo
que además en otras ocasiones había dicho exactamente igual.
Pero cuando se mira desde la ventana
del Zen, sólo puede verse lo que hay y según cuándo, cómo y quién está mirando,
y a veces quien mira no es el yo que está junto a ella.
Todos incluidos el Maestro, me pedían guardar
silencio o traducir lo que había dicho, sin saber japonés y sólo un poco de inglés.
Finalmente sin poder entender sus
palabras, había entendido su Silencio, la traducción estaba equivocada pues a
veces las palabras que creemos escuchar, entendiendo su significado no vemos su
Espíritu, su contexto, su relación con cuanto ocupa el Silencio de la Vida.
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