De los políticos no llego tan siquiera
a opinar, pues aparte de oír lo que dicen, casi nunca me paro a escuchar,
sabiendo que el aíre llevará sus palabras en la dirección en la que sople.
Recuerdo cuando en los colegios había
abusones, todavía no conocíamos el bullying o acoso escolar. Llegado del pueblo
a Madrid, con 8 años y hasta los 10 u 11 años, algunos niños de 13 o 14,
campaban con sus cuerpos más grandes y fuertes, diciendo dónde y cuándo podíamos
jugar en una zona del patio, a veces te decían que terminases de jugar en ese
sitio porque iban a hacerlo ellos.
No recuerdo las veces que al negarme,
les esperé a la salida del colegio, para ir a pegarnos o casi podríamos decir a
que me pegasen, devolviendo lo que podía.
Pasaron los años y al crecer, los
matones dejaron de decirme lo que tenía que hacer. Éramos del grupo de los
mayores y ellos demasiado cobardes para atacar a los que tenían cuerpos y
edades parecidas a la suya.
Siempre ha habido abusadores y
violadores, es algo que es difícil evitar cuando te sientes poderoso, cuando
eres más fuerte o peleas mejor que los demás.
Pero es el que los amigos o compañeros
con los que estabas jugando, se vayan y dejen de jugar cuando se lo dicen. El
que estos cobardes abusadores, estuviesen rodeados de cobardes que no se
atrevían por sí mismos a ser abusadores. La indiferencia de quienes eran
también mayores y o bien permitían lo que hacían o incluso lo aprovechaban para
jugar con ellos.
A veces leo el acoso escolar que
existe ahora, que ha evolucionado y aumentado la cobardía, muy por encima del
acoso. El acoso cruel y rastrero de personas que que basan su amor propio en
abusar de los débiles y que los cobardes, les rodeen encumbrándolos.
Cuando un país como Rusia, grande, con
muchos habitantes, con armamento muy por encima y destructivo que sobrepasa con
mucho, a otros países más pequeños, dedicados a vivir y no a crecer en
armamento y poder, cae en manos de un cobarde como Putin, que no tiene empatía,
que carece de Dignidad, que no tiene valores, pudiendo destruir a aquello que
se interponga en sentir que es alguien, por controlar el poder y usarlo para
atemorizar y abusar y violar los derechos, las ideas o la voluntad y libertad de
quien quiera decir o pensar, algo contrario a lo que él decida o piense.
Pero un cobarde, no puede invadir o
controlar el patio de recreo de todos los niños. Un cobarde no puede ni tan
siquiera abusar de los débiles, si no está rodeado de cobardes y los débiles
han renunciado a su Dignidad y no piensan tan siquiera en la posibilidad de
defenderse.
Estos cobardes se piensan en atacar,
abusar o violar incluso a los débiles si encuentran una oposición.
Esto es lo que hace que se tengan que
rodear de gran número de cobardes, que hagan lo que se les dice. O que
necesiten el poder, para sentir que son alguien, pues en general son personas
que tienen falta de autoestima si no tienen poder.
Dicen que es inútil defenderse, que no
tienen posibilidad de vencer o salir sin ser violados en su libertad.
Abandonados por quienes piensan que no
hay que aumentar la tensión o que se pueda enfadar el abusón y reaccionar más
violentamente.
Abandonados por otros ambiciosos de
poder, que en su cobardía ayudan el abuso y la violación, porque un pueblo que
renuncia a su Dignidad por miedo, es fácilmente controlado.
Mi respeto por tantos ucranianos que
esperan a la puerta del colegio, diciéndole a los abusadores y violadores, “Aquí
estoy, esperando a que en tu cobardía abuses de mí, porque no podrás
atemorizarme”.
La pena es, tantos débiles, que somos
la mayoría los que aguantamos en silencio o lo que es peor: “Hacemos lo que nos
dicen los cobardes que gobiernan y permanecen en casa, mientras matamos al
pueblo, pueblo del que formamos parte, porque nunca seremos poder, si carecemos
de la cobardía necesaria para que sea lo único que nos traerá el poder sentir
amor propio, no por lo que somos, sino por el miedo que nos tienen los demás”.
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