Es precisamente esa necesidad de hacer
algo físico o etéreo, como entidad para el Concepto, lo que nos lleva a
alejarnos de Él y su entendimiento. Lo que nos hace perder la visión de su
Función en nuestro pensamiento y conocimiento de lo que Es la Vida.
En general cuando hablamos del Ser,
nos referimos a Dios, o bien a algo Absoluto que acoge todo en Él.
Es igual que creamos que es una
energía, un Vacío, una Entidad o un Dios que hace y deshace, con voluntad de
que su Creación funcione del modo que Él desea.
Al final hay que inventar o crear
nombres que lo definan, como: Seidad.
Todo cuanto existe, es existencia y
cuanto no existe es inexistencia, esa es su Seidad, incluida en el Ser.
No es lo que existe, ya sea como:
Forma, pensamiento, espíritu, alma, energía o cualquier otra forma de
manifestación. El Ser determina que Es lo que está siendo, pero no sabe de qué
es o qué deja de ser.
Por eso, recuerdo que una monja creo
que era, lo definía como Seidad en sus libros y escritos.
Esa Seidad, que no es ni deja de ser
lo que hemos sido, que no deja de incluir o excluir lo que seremos. Somos lo
que estamos siendo en un Ahora. Eso es lo que permite el Ser: Ser lo que somos
en el Ahora.
Pero entendiendo el Ahora como
Concepto, no como ahora del tiempo: Ese lugar entre el pasado y el futuro, que
no puede existir, porque si ocupase un espacio de tiempo, éste contendría
pasado y futuro.
El Ahora como Concepto, incluye ambas
orillas: La Inexistencia y lo Infinito y Eterno. El Ser como Concepto incluye a
ambos, pero sin poder serlo. Porque el Concepto, nunca tiene alguien o algo
fuera que le permita, conocer o percibir la manifestación de que algo sea.
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