D. Juan le dice a Inés, que la Luna
brillaba más pura en su compañía. El cristal del deseo, las feromonas y algunas
hormonas en su sangre, mantuvieron la Luna pura, hasta que Inés le dijo que no
tenía nada que hacer.
La Luna no brilla diferente, pero
obviamente, no es igual mirarla deseoso o enamorado, que hacerlo sin interés.
Obviamente, la Vida tiene tantos
colores como el número de ahora y como seres viviéndola.
Pero la Verdad o la Mentira, no
depende de ello, depende del patrón con el que la comparamos o vemos.
El que veamos algo blanco, no
significa que sea su color, sino que refleja todos los rayos del espectro de
luz. Obviamente cualquier cosa que veamos, nos parecerá diferente según el
momento y las circunstancias. Incluso sin que haya cambiado.
Nosotros tenemos dos Verdades: Dualidad
y Absoluto, y al mismo tiempo tenemos dos Mentiras: Dualidad y Absoluto.
Llevamos siglos, milenios tratando de
entender la realidad de lo que percibimos, su verdad. Pero incluso esta verdad
limitada, nos está prohibido conocerla.
En occidente, nos hemos refugiado en
la ciencia y la filosofía, para llegar a conocer la Verdad de cuanto nos rodea.
Pero tratamos de hacerlo desde el heliocentrismo: Nosotros somos el centro,
incluso Dios no será Todo, hasta que nosotros no decidamos o consigamos unirnos
a Él.
En budismo, el refugio es la Gran
Duda, en la que no hay algo que pueda ser llamado centro. Quedando fuera del
geo centrismo y del heliocentrismo.
La Gran Duda, es la Gran Confianza, en
que Todo es Verdad y Todo es Mentira, que sus dos mitades son inseparables. Por
lo que siempre surge la pregunta tras las explicaciones ajenas o las propias.
La Verdad de algo, no está en cómo es
visto, sino si tiene todo integrado en Ella.
La Mentira, es lo mismo, sólo se da,
cuando Todo está integrado en Ella. La diferencia no está en lo que Es, sino
que hay algo mirando o percibiendo su Absoluto.
La Verdad de algo, se alcanza cuando
tras preguntar y responde todas las Infinitas Preguntas y Respuestas desaparece
el observador.
Podemos preguntar por el sabor de
algo. Podemos obtener infinitas respuestas, todas diferentes, una mitad opuesta
a la otra. Finalmente, tenemos que beber o comer, tenemos que vivir ese algo,
para conocer exactamente la respuesta.
Mientras encontremos respuesta, ese
algo estará llenándonos, podremos comparar su sabor con todas las opiniones.
Pero sólo cuando seamos uno con ello,
sabremos el sabor real, mitad Mentira, mitad Verdad.
Pero ese Conocimiento, esa
Consciencia, sólo es posible cuando ese algo desaparece y nosotros
desaparecemos.
No importa el color del cristal, o si
lo miramos a simple vista: Todo es Verdad y Mentira, menos cuando se alcanza el
Vacío del budismo: Nada fuera o dentro, Todo fuera y dentro, sin observador o
algo que observar: Sólo Uno, Todo.
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