LOS ENEMIGOS

           La filosofía y la religión, comenzaron a crearnos enemigos hace siglos: La carne, la mente, el yo, el ego. Algo que no hemos podido superar y todo cuanto hacemos en la vida, es tratar de combatir para conseguir: Estar donde estamos y ser lo que somos.

          Algo que nos ha creado el egoísmo, la ambición, la confrontación y la lucha para ocupar la posición por encima de los demás, que deben supeditarse a nuestros deseos y visión, y a aquello que nos beneficie o nos haga sentir nuestro poder.

          Y es, que al transformarnos en los padres de Dios, sus Creadores, hemos olvidado mirar cuanto nos rodea, el Universo que es nuestro cuerpo físico más grande, el sistema solar o simplemente la Tierra. Que poseen todos esos cuerpos y partes, para evolucionar y manifestar la Vida como Una, siendo que para ser una debe estar formada por partes indivisibles e inseparables de Ella, para evolucionar y manifestar sus individualidades como Vida indivisible.

          La carne, la materia, es la forma de manifestarse en la Dualidad, con dos mitades inseparables opuestas, que son inmanifestables como mitades. Es imposible determinar una mitad, si no es por comparación con la otra. Materia, energía, alma, espíritu y cuantas divisiones hagamos son sólo mitades de la manifestación de la Vida.

          La mente, necesita de mitades opuestas para que al reconocerse, pueda crearse la Consciencia, la Mente que percibe esa consciencia de ser, y que crea la conciencia de yo y otros, soy esta mitad y formo parte de la Unidad, con la otra opuesta a mí.

          Es necesario para la mente, crear un yo, que pueda percibir el resto de su ser o manifestación como Todo. Ese yo es necesario para el conocimiento de lo que somos como Universo o Vida. No podríamos conocer lo que somos, ni podría existir el Autoconocimiento del Uno, sin la existencia del YO, en el que obviamente no existen ni algo externo, ni interno, no son percibidas las partes, incluso no puede percibirse como Uno, al no haber mitades opuestas en Él.

          El ego, existe como mitad del yo, no como parte del egoísmo, que es donde le hemos situado, al considerarle enemigo.

          La autoprotección, el sistema inmunitario, el que una individualidad pueda unirse con otra, pero no ocupar su mismo espacio, es lo que nace desde el ego.

          El ego no se separa del Ser un Todo, sólo es consciente de que debe protegerse para ofrecer el máximo y lo mejor de sí mismo, al YO del que es una parte.

          Todo esto sólo es perceptible, cuando nos situamos fuera de ese Uno, del Universo o de la Vida. Es por ello que la Dualidad, es la que manifiesta las condiciones y posibilidad de que usando esas herramientas correctamente, podamos realmente manifestar y ser, lo que nunca podemos dejar de ser: Vida, Uno, lo que somos.