Creímos que su hogar era la
Naturaleza: el río, el bosque, los grandes árboles, el volcán, o simplemente en
el alimento que nos permitía vivir y le ofrecíamos como ofrenda, para que nos
protegiese y nos permitiese ser felices.
Después le buscamos en el Sol, en las
estrellas, y en muchos lugares que nos permitían vivir y movernos por la
Tierra, que era nuestro Universo.
Le construimos hogares en diferentes
cielos, desde donde venían y se relacionaban con nosotros, creando semidioses e
interviniendo en nuestras peleas o arrastrándonos a las suyas.
Finalmente hemos tratado de
construirle un cielo, donde vamos si somos obedientes y nos matamos entre
nosotros para establecer cuál es el Dios Verdadero, o bien somos condenados a
atroces sufrimientos si desobedecemos o adoramos y seguimos al dios falso.
Es el dios de nuestros días: La
ambición, el abuso y la violación de las vidas ajenas, o bien nos matamos y
sentimos pena u odio, por los equivocados que llaman a Dios por un nombre que
no es el suyo o simplemente niegan que lo tenga.
Algunos le llaman el Inexistente,
porque no logran situarle en un lugar o simplemente porque no ordena las cosas
como ellos piensan. Simplemente renunciando a la responsabilidad que brinda la
Libertad, culpándole de cuanto malo ocurre a pesar de no existir. Pero
consideran que si realmente existiese no permitiría que nos comportásemos de la
forma que lo hacemos en honor a nuestra Libertad.
Y es que realmente, Dios no tiene
hogar, es un apátrida, alguien que realmente no tiene existencia propia, que es
imposible de situar en un lugar, verle o realmente usarle para que gobierne
nuestra vida, dándonos bienes y felicidad.
Si está en todas partes, su hogar
debería estar en nosotros mismos y su Ley, la manifestamos nosotros desde
nuestra Libertad, sin que haya que escribirla. Si mandó a su hijo y lo
crucificamos en nuestras guerras, odios, envidias e inhumanidad. Si realmente
es nuestro Padre, y destruimos a nuestra madre la Tierra, qué gratitud o
manifestación de Dios somos.
Y es que si Dios es Todo, somos
nosotros junto con el resto del Universo quienes lo manifestamos, los que le
damos vida y hogar, porque somos sus creadores como manifestación. Porque no se
nos ha ocurrido pensar, que si Dios es Todo, cuando desaparezcamos por
autodestrucción, si destruimos nuestra constelación, Dios no se enteraría
porque seguiría siendo Todo, incluso si no hubiese nada.
Y es que, buscando a Dios fuera de
nosotros, de nuestro entorno, de nuestro hogar y Madre la Tierra, seguiremos
sin encontrarle, no porque no esté en todas partes, sino porque le hemos negado vivir en nosotros, su verdadero hogar.