Ha transcurrido mucho tiempo
desde que Dios fabricó, creó o trajo al ser humano.
Como
Él no tiene deseos, ni necesidades, les puso en un lugar donde no tenían otra
responsabilidad que cuidar del Paraíso y darle nombre a los animales, advirtiéndoles
del único peligro que podrían tener: “No os metáis en dualidades, no rompáis la
felicidad, con elucubraciones de lo que es el bien o el mal”.
Pero,
ya sabemos lo que es la poca actividad, lo aburrido que es no tener problemas,
ser felices, libres y con una sola cosa que hacer “Vivir”. Así que vino la
serpiente y les dijo, “Dios es un
tirano, vais a ser más poderosos que Él, puedo daros todo lo que deseéis,
etc.”.
Ellos que eran los que tenían que cuidar y darle nombre a los animales, que eran únicos dueños de todo lo que había, sin tener que poseer nada, Dios solamente venía de invitado a tomar té y charlar con ellos, (Él se había entregado y aceptado totalmente el libre albedrío de ambos), a pesar de todo, aceptaron ser pastoreados por un animal, al que ellos debían cuidar y nombrar, al no ejercer su responsabilidad, cayeron bajo el pie de la serpiente.
Ellos que eran los que tenían que cuidar y darle nombre a los animales, que eran únicos dueños de todo lo que había, sin tener que poseer nada, Dios solamente venía de invitado a tomar té y charlar con ellos, (Él se había entregado y aceptado totalmente el libre albedrío de ambos), a pesar de todo, aceptaron ser pastoreados por un animal, al que ellos debían cuidar y nombrar, al no ejercer su responsabilidad, cayeron bajo el pie de la serpiente.
Dios
no puede cambiar la voluntad, ni el deseo del hombre. Pero la Ley era que al percibir a
Dios, a la serpiente, el uno al otro y ser conscientes de su desnudez,
obviamente habían entrado en la dualidad. Les puso una luz que iluminase la
entrada de donde eternamente continuaría estando la Felicidad , consintió que
la mitad más cercana a cada uno llevara Su naturaleza, esto es: “No puede
percibirse a sí misma”, y que la otra mitad sirviese de espejo, para poder
conocerse. Y dejamos de ver el Paraíso, comenzando a vivir la dualidad,
descubriendo las infinitas mitades de Dios.
Bueno
en este tiempo hemos matado a nuestros hermanos, hemos conseguido una dualidad
que no nos deja ver fuera de ella, sabemos lo que es la humanidad pero no la
ejercemos, a veces también conseguimos algo que nos hace sentirnos bien y que
después perdemos, nuestra suerte es que hemos conseguido ser fieles a algo,
“Seguimos escuchando los cantos de la serpiente, su buen hacer cómo pastor ha
hecho de nosotros, unos borregos satisfechos y desgraciados”, pero tenemos
derechos, bienestar social, lo que nos da todo lo que necesitamos y no
necesitamos perder el tiempo pensando, sabemos lo que hay que hacer porque nos
lo han dicho.
No
se trata de romper ni destruir nada, no tenemos que odiar, ni tan siquiera
exigir a los demás que hagan lo que nosotros no hacemos, no necesitamos tener
buenos pastores puesto que nunca hemos sido borregos. Somos proyectos de seres
humanos, creados para cuidar y dar nombre a las cosas del universo, llevándole
hacia la luz que da entrada a la felicidad, al Paraíso.
Solamente
hay un camino y no es el de los derechos, sino el de la responsabilidad.
No
nos pertenece nuestro cuerpo, que no pagamos al fabricante, ni al poseedor de
la patente (la Vida ),
puesto que su evolución es constante tampoco podemos usar uno genérico, tenemos
tanta deuda con la Vida ,
que no deberíamos ni tan siquiera imaginar en tener el derecho a destruirla, el
que sí existe es la responsabilidad de cuidarla.
No
debemos dejar que nos pastoreen: políticos, sindicatos, poderes, iglesias,
ambiciones, envidias, odios, amores, buenos deseos, ego, . . . . . . . . . . Cada
uno es responsable de su función y todos, corresponsables de lo que
construimos, todos somos iguales en nuestra desigualdad. Lo que no nos permite
nuestro libre albedrío, nuestra libertad, es exigir o intentar obligar a los
demás, que ejerzan o cumplan con su responsabilidad.
No
existen enemigos, solamente conceptos, ideas, pretensiones o personas
equivocadas
Somos una y única Vida, parte de Dios y Su Naturaleza al mismo tiempo,
mientras estemos en esta dualidad tenemos la responsabilidad individual y
colectiva de construir nuestra casa natural y eterna: “El Paraíso”.
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