No sé el
origen de que la derecha se denominase diestra y la izquierda siniestra.
Desde hace
mucho tiempo se sabe que el Hijo está a la derecha de Dios, que la mano derecha
es la mano útil y por supuesto que la habilidad, la fuerza y destreza para
realizar lo que queremos, está en la derecha.
Por el
contrario donde se sitúa el mal, la mano incapaz de realizar lo que queremos,
útil sólo para llevar adornos (anillos, reloj, etc.), buena para sujetar y
permitir que la derecha realice diestramente su trabajo, es la mano izquierda.
Cuando el
Hijo, el primer ministro, el lugarteniente o la persona que ejecuta lo que el
poder dicta, se sitúa en el lado derecho, el significado es que la situación es
de paz y prosperidad. Significa que la mano hábil para manejar la espada no es
necesaria.
Cuando se
sitúan en el costado izquierdo, significa que es necesario usar la espada y que
es el momento para la guerra y la muerte. Cómo puede verse, algo totalmente
siniestro.
En nuestros
días, seguimos viendo, que la actualidad de estos términos sigue totalmente
vigente.
Cuando se
carece de habilidad y destreza para realizar lo que queremos o aún más
importante, “lo necesario”; lo fácil es recurrir a: la verborrea, el
insuflamiento con proclamas e ideales, peticiones imposibles, pomposidad de
lenguaje, palabras bonitas y vacías, todo ello adornado con promesas y
falsedades (anillos y relojes).
Cuando el esfuerzo y el trabajo se realizan
diestramente, lo natural es que todo lo anterior sea innecesario. Cuando se
hace lo adecuado en cada momento, todo funciona bien, no hace falta prometer
nada, no hay nada que decir.
Durante
muchos años hemos gastado más de lo que ganábamos, no ha importado cuanta ayuda
nos dieron, hemos vivido como queríamos, en lugar de hacerlo como debíamos, al
contrario que el faraón, nos comimos los años de abundancia, sin guardar, ni
preparar el futuro, nos hemos hundido en la miseria y seguimos tratando de
saber si son galgos o podencos y además queremos conocer cual es su origen. No contentos
con estar donde estamos, el resultado de nuestro análisis exhaustivo ha sido:
“Los culpables son ….”, da igual qué o quien, la autocrítica, el haber
aprendido algo de la situación por poco que fuese, el que nos hubieran servido
de algo nuestros sufrimientos, es algo que parece estar fuera de nuestra
capacidad de aprendizaje.
Seguimos en
la etapa del paternalismo, me pregunto: “¿Por qué no crecemos?”, en nuestra
mentalidad de hijos pequeños, no somos capaces, no ya de ver, sino de percibir
nuestra responsabilidad, seguimos pidiendo que nos saquen de la situación en la
que nos hemos metido nosotros, a los países y gentes que nos han estado
ayudando.
Lo que nos siguen
ofreciendo es, que si lo hacemos todo público, todo se solucionará, que si
aumentamos las ayudas sociales se terminaran nuestros problemas. ¿Quién pondrá
el dinero?, ¿habrá que devolverlo?, ¿tendré que hacer algo yo?, si alguien aún
no lo sabe, debemos el dinero suficiente, para vivir bastantes años con
penurias, antes de que podamos pagarlo.
Es el momento
de vivir lo mejor posible con lo que tenemos, repartirlo lo mejor que podamos y
dejarnos de inventar cosas, reformas de gobierno, no discutir qué mano es
mejor, no pedir más, sino usarlo bien y en lugar de manifestaciones que cuesten
lo que no tenemos (muchas de ellas innecesarias), ahorrar ese dinero para pagar
y ayudar a quien lo necesite.
Lo mejor de
que la derecha, (siendo que la mano derecha sea Yang y la izquierda sea Yin), es
que el Yin y el Yang son inseparables y ambos son relativos, dependiendo del
tipo y forma de su interrelación.
La mano derecha es la mano que hace el
trabajo bien, siempre y cuando la persona sea diestra.
Cuando la persona es zurda su mano
diestra es la izquierda.
El problema
de los españoles y sus políticos, no es nuestra denominación de izquierda o
derecha, es el de que usamos la izquierda para hacer las cosas cuando somos
diestros y la derecha cuando somos zurdos.
No quiero
derechos que no he pedido, no quiero muerte digna, no pido que alguien pague lo
que hemos hecho entre todos.
Quiero
ejercer mi responsabilidad para vivir dignamente, no gastar más de lo que tengo
en cosas inútiles y sobre todo respetar la Vida propia y de los demás, nacida o por nacer.
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