Dos personas
aparentemente nacidas en: condiciones familiares, sociedades, tipos de vida,
filosofías y tiempos diferentes, renuncian a su destino en búsqueda de la mitad
que les falta, mostrando una madurez humana que señala que la pregunta de ¿Quién
y qué soy? no puede ser contestada por lo que podemos poseer.
Uno es príncipe
hijo de reyes, el otro de un carpintero y su mujer. Jesús ha sido predestinado
por unas escrituras y una tradición, a ser el salvador del género humano, como
hijo de dios; Shakyamuni ha sido predestinado por los sabios, como conquistador
y rey del mundo, o su salvador si renuncia al poder.
Ambos cumplen
su responsabilidad, como hombres y como hijos, dedicando el resto de sus vidas
a responder la pregunta que no les deja vivir en paz, “¿Quién y qué soy?”.
Sakyamuni ha
nacido en el Hinduismo, en el Yoga, y a través de diferentes maestros y técnicas,
llega a grados de satisfacción para sus maestros, pero su Maestro le dice que
la pregunta aún no ha sido contestada. Jesús ha nacido en la tradición Judaica,
y según se sabe ahora también estuvo en contacto con los Esenios, no se sabe en
realidad acerca de sus maestros, ni de sus prácticas, lo que si sabemos es que
no fue solamente Shakyamuni quien ayuno y meditó, siendo probablemente su
Maestro quien le dice, que por medio de aceptar su destino como “salvador”,
renunciando a sí mismo, encontraría la respuesta a la pregunta.
Shakyamuni ha
renunciado a todo y aceptado una vida sin posesiones, aceptando lo que le es
dado en su pobreza, sin permitirse elegir o discriminar lo que le es ofrecido
por la vida. Jesús ha renunciado a cuanto tenía: familia, amigos, probablemente
a una vida de necesidades, aceptando ser el alimento de los necesitados, dando
todo lo que las gentes necesitaban desde su pobreza y falta de posesiones.
Ambos han
ofrecido cuanto son, en aras de encontrar la respuesta a su no vivir, ambos no
podían sacrificar nada pues nada poseían, aún así, su Maestro no les daba la
respuesta.
¿Qué
respuesta puede contestarse a sí misma?, en su mirar para fuera, solamente habían
observado la mitad que buscaban y al poder percibirla, de alguna manera poseían
algo que les impedía escuchar al Maestro.
En su
perseverancia, en su entrega, ambos: olvidaron el motivo de su búsqueda, olvidaron
incluso que buscaban, olvidaron hasta olvidar, encontrando así lo que eran, lo que
siempre habían sido desde antes de nacer. La respuesta siempre había sido “Yo”,
“El Maestro”.
Es por ello
que ninguno encontró nada, ni tenía nada que enseñar, no pudieron escribir nada
para que la posteridad supiese la respuesta, solamente se entregaron a sí
mismos por el resto de sus vidas, “a Nosotros”, “Su Vida”.
Shakyamuni aceptó que “Todo
fuera aceptado en su Nada”, Jesús aceptó que “En Su Nada Todo
fuera acogido”. Es la Vida misma, LA RESPUESTA, la Vida.
¿Budismo, Cristianismo?, Yo, la Vida.
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