No pretendo molestaros

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Yui Shin

viernes, 21 de febrero de 2014

LOS DERECHOS DE LA MUJER

          Hace mucho tiempo los homínidos estaban desarrollando su capacidad de abstracción, lo que les permitió un gran avance en su cerebro y comenzar a descubrir las diferencias, entre las cosas que había a su alrededor, preguntándose de dónde habían venido, quién las habría hecho y demás preguntas propias de una mente en evolución.
          Supongo, que para poder comunicarse con los otros homínidos, comenzó a ponerle nombres a las cosas, a los demás y a sí mismo, ampliando su lenguaje conforme iba progresando y desarrollando su capacidad de pensar y comunicar.
          Hace unos miles de años, con el lenguaje y los idiomas, en uso normal y constante, un filosofo chino, escribió un tratado de convivencia y relaciones sociales, su nombre “Confucio”. Acerca del nombre y la palabra que designaba a cada cosa decía que: “Cada nombre, indica unas características, unas funciones y una forma de manifestarse, en lo que es llamado por ese nombre, cuando algo o alguien llamado por un nombre, no se corresponde con algunas de estas indicaciones, hay que cambiarle el nombre o hay una equivocación en lo así llamado”.
          En nuestros días, hemos olvidado el concepto que definen los nombres y palabras, no es que piense que no hay veces que se tienen que actualizar, es que hemos llegado al punto de no saber que es cada cosa, no sabemos lo que somos y usamos y atribuimos nombres, que no tienen nada que ver con lo que queremos y deseamos expresar.
          Nos rebelamos contra los banqueros, y hoy día son gente que usan nuestro dinero para conseguir poder y dinero para ellos y sus amigos.
          Nos manifestamos y quejamos de los políticos, que cogen el dinero de los impuestos, que damos los ciudadanos para que organicen nuestro bienestar y ellos solamente se dedican a conseguir poder y dinero para ellos y sus amigos.
          A unos que se dedican a explotar a los trabajadores, que no tienen una empresa sino un medio de conseguir dinero, piden subvenciones y bajada de impuestos, ponen precios de venta altos y no tienen ningún respeto por usuarios ni obreros, son llamados empresarios, porque buscan poder y dinero para ellos solos.
          En general, poca gente de cualquiera de estos gremios y muchos otros, se corresponden con los nombres que les damos y ellos se arrogan.
          Cuando era niño había en casa de mis abuelos, una gata que cuidaba a sus cachorros con gran amor, mostrando siempre su capacidad de ser madre. Mis tías decían que parecía una persona, en sus atenciones y cuidados.
          Siempre he creído, que ser persona conlleva, el poseer unas características, realizar las funciones  con una responsabilidad propia de persona, y debe, en sus relaciones con la vida en general, actuar, manifestarse y dar la imagen propia de lo que su nombre determina.
          Al igual que con los otros nombres mal usados, deberíamos recordar, que la mujer es el femenino en las personas, siendo el hombre el masculino. Lo que yo me pregunto es si uno o los dos progenitores, no llegan a la altura de una gata, aceptando la responsabilidad de sus actos. ¿Es correcto pensar que son personas?, ¿realmente se corresponde lo que son con ese nombre o deberíamos llamarles “gente”?
          El aspecto femenino de la gente, “es gente femenina”, no creo que pueda ser llamada “mujer” y por supuesto el masculino tampoco sería “hombre”.
          Es por lo que pienso que la ley del aborto, no es un tema de libertad de la mujer. Es simplemente una ley, para gente que no quiere responsabilidades por sus actos, que piensan más en vivir bien y dedicar todo su tiempo a sí mismas.
          Hay después casos, que habría que estudiar uno por uno, lo anterior es para los casos de irresponsabilidad. También hace falta, que en el repaso de cómo deben funcionar realmente, las personas y cosas cuando tienen o son llamadas por un nombre determinado, comenzásemos a conseguir que hubiese, una correlación y función adecuadas.
          Si un político hace lo que indica su nombre, administrará bien el dinero que se le da y habría el suficiente bienestar para que, las familias pudiesen vivir, tener hijos y recibir las ayudas necesarias, y los resultados propios de un trabajo bien hecho.

          El desarrollo, bienestar, convivencia, y facilidad de vivir bien, es posible. Ya se encargó el señor Confucio de indicar el camino; en estos 3000 años más o menos que han pasado, hemos tenido un gran progreso, pero se nos olvidó la responsabilidad. Deberíamos volver a repasar un poco estos libros antiguos, en ellos definen las cosas por sus nombres y desgraciadamente hemos olvidado los significados. Somos “personas”, y debemos comportarnos como tales, para ser merecedores del nombre.


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