Hace mucho
tiempo los homínidos estaban desarrollando su capacidad de abstracción, lo que
les permitió un gran avance en su cerebro y comenzar a descubrir las diferencias, entre las cosas que había a su alrededor, preguntándose de dónde habían venido,
quién las habría hecho y demás preguntas propias de una mente en evolución.
Supongo, que para
poder comunicarse con los otros homínidos, comenzó a ponerle nombres a las
cosas, a los demás y a sí mismo, ampliando su lenguaje conforme iba progresando
y desarrollando su capacidad de pensar y comunicar.
Hace unos
miles de años, con el lenguaje y los idiomas, en uso normal y constante, un
filosofo chino, escribió un tratado de convivencia y relaciones sociales, su
nombre “Confucio”. Acerca del nombre y la palabra que designaba a cada cosa decía
que: “Cada nombre, indica unas características, unas funciones y una forma de
manifestarse, en lo que es llamado por ese nombre, cuando algo o alguien
llamado por un nombre, no se corresponde con algunas de estas indicaciones, hay
que cambiarle el nombre o hay una equivocación en lo así llamado”.
En nuestros días,
hemos olvidado el concepto que definen los nombres y palabras, no es que piense
que no hay veces que se tienen que actualizar, es que hemos llegado al punto de
no saber que es cada cosa, no sabemos lo que somos y usamos y atribuimos
nombres, que no tienen nada que ver con lo que queremos y deseamos expresar.
Nos rebelamos
contra los banqueros, y hoy día son gente que usan nuestro dinero para
conseguir poder y dinero para ellos y sus amigos.
Nos manifestamos
y quejamos de los políticos, que cogen el dinero de los impuestos, que damos
los ciudadanos para que organicen nuestro bienestar y ellos solamente se dedican
a conseguir poder y dinero para ellos y sus amigos.
A unos que se
dedican a explotar a los trabajadores, que no tienen una empresa sino un medio
de conseguir dinero, piden subvenciones y bajada de impuestos, ponen precios de
venta altos y no tienen ningún respeto por usuarios ni obreros, son llamados
empresarios, porque buscan poder y dinero para ellos solos.
En general,
poca gente de cualquiera de estos gremios y muchos otros, se corresponden con
los nombres que les damos y ellos se arrogan.
Cuando era
niño había en casa de mis abuelos, una gata que cuidaba a sus cachorros con
gran amor, mostrando siempre su capacidad de ser madre. Mis tías decían que
parecía una persona, en sus atenciones y cuidados.
Siempre he creído, que ser persona conlleva, el poseer unas características, realizar las
funciones con una responsabilidad propia
de persona, y debe, en sus relaciones con la vida en general, actuar,
manifestarse y dar la imagen propia de lo que su nombre determina.
Al igual que
con los otros nombres mal usados, deberíamos recordar, que la mujer es el
femenino en las personas, siendo el hombre el masculino. Lo que yo me pregunto
es si uno o los dos progenitores, no llegan a la altura de una gata, aceptando
la responsabilidad de sus actos. ¿Es correcto pensar que son personas?, ¿realmente
se corresponde lo que son con ese nombre o deberíamos llamarles “gente”?
El aspecto
femenino de la gente, “es gente femenina”, no creo que pueda ser llamada “mujer”
y por supuesto el masculino tampoco sería “hombre”.
Es por lo que
pienso que la ley del aborto, no es un tema de libertad de la mujer. Es simplemente
una ley, para gente que no quiere responsabilidades por sus actos, que piensan
más en vivir bien y dedicar todo su tiempo a sí mismas.
Hay después
casos, que habría que estudiar uno por uno, lo anterior es para los casos de
irresponsabilidad. También hace falta, que en el repaso de cómo deben funcionar
realmente, las personas y cosas cuando tienen o son llamadas por un nombre determinado, comenzásemos
a conseguir que hubiese, una correlación y función adecuadas.
Si un político
hace lo que indica su nombre, administrará bien el dinero que se le da y habría el
suficiente bienestar para que, las familias pudiesen vivir, tener hijos y
recibir las ayudas necesarias, y los resultados propios de un trabajo bien
hecho.
El desarrollo, bienestar, convivencia, y
facilidad de vivir bien, es posible. Ya se encargó el señor Confucio de indicar
el camino; en estos 3000 años más o menos que han pasado, hemos tenido un gran
progreso, pero se nos olvidó la responsabilidad. Deberíamos volver a repasar un
poco estos libros antiguos, en ellos definen las cosas por sus nombres y
desgraciadamente hemos olvidado los significados. Somos “personas”, y debemos
comportarnos como tales, para ser merecedores del nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario