Recuerdo que una de las primeras pacientes que tuve en
España, al indicarle que tenía mucha tensión en la cabeza, me explicó que desde
niña había tenido jaquecas frecuentes, que había estado en muchos sitios y que
a sus más de setenta años, todavía las tenía, pero que había venido por otros
problemas.
La
explicación que usaba en esas fechas, para explicar los dolores era con el
ejemplo de un bolso. Básicamente, el problema estaba originado por un exceso de
tensión, dentro de la cabeza había más cosas de las que debía haber.
Cuando a una
persona le gustan los bolsos pequeños,
cuando va a un sitio introduce lo que necesita, vuelve a casa lo saca y pone lo
que necesita para la nueva actividad. El bolso no se deforma, no explota, ni
tiene problemas.
Cuando llevas
un bolso grande, introduces lo que necesitas, vuelves a casa y añades cuanto
necesitas para las nuevas actividades. Tarde o temprano e independientemente
del tamaño del bolso, este se deformará, reventará y se perderán las cosas que
hemos guardado. Tendremos problemas, por guardar cosas innecesarias, para el
momento en que estamos viviendo.
En el día a
día, nos vamos guardando demasiadas cosas, a todos los niveles: físico,
síquico, mental y nuestras actitudes hacia las circunstancias que hemos vivido.
Generalmente,
creemos que son solamente los pensamientos almacenados, los que pueden crear la
presión origen del dolor. Pero a veces son atascos del corazón, que al no mover
adecuadamente lo que sale o entra en él, pueden estresar los conductos y llegar
incluso a romper o explotar uno de ellos. La gente de buen corazón, puede
tenerlo muy enfermo, porque lo que sale y entra en el corazón, no es sangre
solamente, sino sentimientos profundos.
La dificultad
de que una persona cambie lo suficiente, para no producirse la tensión, es que
el origen del problema puede estar en cualquier sitio de su personalidad.
Es por ello
que el equilibrio de nuestro mundo emocional, relacionado con los órganos en la
medicina china, es importante para usar, sin almacenar, las emociones
producidas a lo largo de nuestras vidas. La reflexología equilibra el
funcionamiento de los órganos a nivel individual y colectivo, razón por la cual
puede ayudar a que la persona maneje mejor su mundo mental y emocional, evitando
el crear y almacenar la tensión interna que produce el dolor.
La segunda
explicación que he estado usando, para explicarle a los pacientes, al principio
les produce un choque, pues lo que les digo es que: “Los dolores de cabeza, son
un problema de higiene”. La primera reacción es de rechazo, pero les hace estar
atentos a la explicación. “La vida nos ha hecho con dos orejas, una a cada
lado; las cosas que entran por un lado, deberían salir por el otro, no causando
tensión en la cabeza, si las orejas están limpias y desatascadas”.
En Budismo
hay una forma de vivir en la felicidad, sin dolor y sin problemas, aparte de
hacerlo con total libertad. Es un método simple y difícil de practicar, se
llama el de: “La mano abierta”. Cuando
se mantiene la mano abierta, la vida pone sobre ella el presente, continuamente
las cosas y las circunstancias, vienen y van libremente, sin producir dolor. Es
la vida en aceptación.
Durante un
tiempo, estuve dando masajes a una persona, que cuando niño comenzó a tener
dolor de cabeza durante periodos cada vez más largos y frecuentes. En la
adolescencia los dolores eran continuos, todo el día durante todos los días del
año. Tenía un trabajo con responsabilidad y una necesidad de tener que
disminuir la intensidad del dolor con fármacos. Tras un tiempo de tratamiento,
no consiguió vivir sin dolores, pero dejó de necesitar los fármacos, salvo en
ocasiones. Él decía que habían sido los masajes, pero su esfuerzo y trabajo
para cambiar su actitud en la vida, fue duro y elogiable. Al tener un dolor que
podía manejar, pudo relacionarse, de una manera mucho más relajada con su
familia y cambiar de empresa al tener mayor seguridad en sí mismo.
La Vida, nos ha proporcionado una serie de
cualidades buenas y malas, todas ellas tienen su utilidad. Al igual que todo en
la vida, no es para ser almacenado, controlado, usado, ni para aprovecharnos de
ellas. Son para vivirlas, en una aceptación, que las haga circular en absoluta
libertad y nos permitan ejercer nuestra vida en libertad, evitando la tensión
que provoca el querer retenerlas o acelerar su marcha.
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