El error más
común cuando observamos desde la dualidad, es pensar que existe la posibilidad
de una mínima separación entre las dos mitades, entre el Yin y el Yang.
Es por ello
que nos perdemos en peleas y esfuerzos inútiles, intentando conseguir o
entender, la naturaleza de nuestra realidad, cuando la Realidad es que no hay
Nada que conseguir, que solamente hay que abandonar y no utilizar
constantemente la idea de separación, fruto y necesidad de una mente que ha
nacido, sido desarrollada y vive en un mundo dual.
En el Tao,
nos dicen que: “el Yin y el yang, son
una sola y única cosa y por tanto inseparables e interdependientes”, en el
Kybalion, que: “la dualidad es una sola
energía con polaridad diferente”, en Budismo, que: “el Buda debe su existencia a la Creación, y que la Creación es posible
por la existencia del Buda”.
Pero nosotros,
“erre que erre” seguimos creyendo que lo que nosotros percibimos es la realidad,
que hay un Yang espiritual, que nos va a unir a Él, por sus poderes, y que
nosotros somos un Yin vagando en una Vida de sufrimiento e ignorancia, que
vamos a conseguir o a ser salvados, por algo que existe en otra dimensión. Que necesidad hay de unir el Espíritu con la materia, siendo que todos los Maestros nos han
enseñado que Todo Es Uno. Supongo que nos quedan siglos de seguir fragmentando
a Dios, para analizarlo, saber qué es, y decidir si nos gusta. Una vez que
estemos totalmente llenos de nuestro conocimiento y de nosotros (ego
incluido), aceptaremos ser llenados por el Espíritu, bueno esto si nos queda
espacio para Él.
Lo bueno de
todo esto es que cuando llegue ese Espíritu, tendremos un voluminoso libro de
recetas de cómo cocinar y preparar la Vida.
Uno de los
Maestros, si no recuerdo mal Hui Neng, el Sexto Patriarca del Budismo, tiene un
“koan”, que nos habla un poco de la percepción que tenemos de la realidad.
“Dos monjes estaban discutiendo acerca de
una bandera. Uno dijo, “La bandera se
está moviendo”. El otro dijo, “No,
es el viento el que se está moviendo”. Sucedió que el sexto patriarca, pasaba
justamente por ahí. Él les dijo, “Ni el
viento, ni la bandera; la mente se está moviendo”.
¿Cómo sabríamos
que hay viento, si no vemos moverse la bandera?, ¿Qué movimiento habría en la
bandera, sin el viento?, pero la mente, al tratar de analizar una realidad,
separa la bandera del viento, teniendo que moverse eternamente entre el análisis
de uno o la otra, la comparación de lo que hace y es, uno y la otra. Solamente cuando:
la bandera, el viento y la mente, conservan su individualidad en Unidad, el
movimiento permanece en eterna quietud.
El maravilloso
vuelo de las aves, solamente esta posibilitado por el Amor del aire, que tiene
en ese Amor, la Naturaleza de sustentarlas y acogerlas.
Todo puede
volar en la Nada, lo vemos en las naves que vuelan fuera de la atmósfera, o
mejor aún en las enormes estrellas que flotan sin sujeciones, simplemente hay
que pertenecer, sentirse y reconocer Una y Única Vida, para ello, como el Vacío
tenemos que acoger Todo indiscriminadamente.
El vivir aferrados, pegados, aplastados,
hundidos, a la materia, sin poder volar
libremente en la Libertad Universal del Todo, es por estar llenos, llenos de
nosotros, de conocimientos, de dualidades, de egos, de oír solamente el sonido
de las dos manos. Dios, la Vida, el Todo, Buda, el Vacío, es una sola mano, su
sonido el Yin y el Yang del Uno, en unidad, en un movimiento donde no hay
bandera, ni viento, ni mente, solamente el Movimiento de la Eterna Quietud.
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