ZEN

          Quizás la única parte que pude entender, de lo que mi Maestro explicaba fue, que la meta para el practicante de Zen era trascender la dualidad. No digo que era lo que Él explicaba, digo que es lo que yo entendí.

          A lo largo de estos años que he pasado fuera del templo, dentro de lo que he escuchado y leído, y en mis conversaciones y charlas, lo que más me ha chocado ha sido, la idea del Zen que se tiene normalmente, más parecido con otras filosofías y religiones que con los conceptos que yo había entendido con lo leído (poco), y lo que nos hablaba el Rosshi.

          Pienso que en parte es debido al popularismo de las enseñanzas, con tanto libro “Del Zen y … cualquier cosa”. Es lo mismo que comprar un rolex, que fabrica un amiguete del barrio, es barato y puede que lo haga muy bien, pero si lo lleva todo el mundo, el rolex no sería lo que es ahora.

          Hay una gran proliferación de enseñanzas en las que las palabras más usadas son: pelea, lucha, caer, levantarse, buscar el amor, buscar valores, desechar lo negativo, los diferentes niveles de energías, vibraciones, consciencia, autoestima, amarse, y un montón de frases y enseñanzas, que son apasionantes y atraen a un gran número de personas. Después tenemos los cursos de Meditación: para el estrés, para los estudios, para viajes astrales, equilibrar el aura, deshacerse de los problemas y enfermedades, y un montón de remedios para todo por medio de la Meditación.

          En general todas estas perspectivas de la vida, son de una lucha entre: la Vida y la creación, entre un grupo y otro, entre Dios y el hombre, el amor y el odio, amar y ser amado, entre el Yin y el Yang.

          Recuerdo tantas veces como mi Maestro decía, “Ichi tantei”, en algunas ocasiones traducido como: un ahora y un solo hacer, “ahora-ahora”, algo más intenso que el “aquí y ahora”, pero lo que yo he entendido de las muchas veces que lo escuché, es que el significado con el que el Maestro nos lo repetía, aún es un poco más profundo: “el formar un solo ahora, con todo el Universo”, fuera del tiempo y el espacio, transcendiendo la dualidad.

          Es cuando vas entrando en esta unidad con todo, cuando la mente que hasta ahora te ha estado llevando, arrastrando, controlando, va transformando su naturaleza y se va fundiendo con el resto de tu ser. Poco a poco, tu propia dualidad va uniendo todos sus componentes: cuerpo, emociones, los diferentes niveles mentales, regresando al estado en que estuvo siempre, formando de nuevo la Unidad que has sido, eres y serás. Y es cuestión de tiempo que esa unión vaya expresando lo que los Maestros han dicho siempre, “Desde antes del Principio Todo es Buda”.

          La mente ordinaria, se ha transformado en la Gran Mente, la que se muestra como: gratitud, amor, tranquilidad, felicidad, ¿hacia qué, o con quién? Hacia Nada y con Nadie, al transcender la dualidad, todos estos aspectos son la propia Naturaleza de la Gran Mente, que manifiesta la Vida desde esa Naturaleza.

          Sin dualidad, todas las búsquedas, las inquietudes, los deseos, los demás o yo, las luchas, subir o bajar, mejor o peor; humanos, espíritus hambrientos o Buda; superior o inferior, los diferentes mundos o cielos, todo desaparece, fundiéndose en lo que siempre ha sido: Buda.

          Es por ello que cuando hablo de Zen, es como decir: Buda, Todo, Vida, es ese lugar donde Todo es acogido, sin poder llevar nada; donde nos entregamos y por muchos que seamos, nada aumenta; porque todo lo que penetra, todo el que llega, todo lo que lo busca, solamente puede conseguirlo: “Siendo Zen”, todo y todos los que pretendan usarlo para conseguir algo, por bueno que sea, pueden ser felices, pero nunca alcanzarán Ser Felicidad, algo que solamente se realiza fuera de la dualidad. “ICHI TANTEI, Ser el Ahora Eterno, de Buda, Vida, Vacío”.