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Yui Shin

sábado, 5 de julio de 2014

VIDA Y MUERTE

Este artículo fue publicado anteriormente el  4-10-13
Hay en nuestros días un gran movimiento reclamando el derecho a una muerte digna, algo que me deja un poco perplejo.
Para muchas personas que piden esto como un derecho, el problema que encuentran es el de la religión. Quizás porque según estas personas, la religión es intransigente, con los conceptos que mantienen los defensores de esta idea.
Creo, que la mayoría de las veces el verdadero conflicto en los temas morales, reside  más bien en el propio concepto de las ideas principales. ¿Tenemos realmente un concepto claro acerca de la vida?, ¿sabemos quién somos y nuestra función en la vida?, yo escribiría mejor VIDA para que el concepto de la relación con ella pueda quedar más claro.
Me pregunto, si mucho antes de que los humanos estuviesen presentes, alguna de las formas de vida existentes hubiera decidido: que las circunstancias eran demasiado duras y decidiera terminar, no seguir luchando, darse por vencida, ¿cómo sería la vida presente?.
De alguna forma somos la consecuencia, el resultado, de la evolución durante millones de años, conseguida por el esfuerzo de un número inmensurable de seres, que se han enfrentado a todo tipo de circunstancias.
Dicen los científicos que tras una gran explosión (big ban), si es que creemos en esta teoría, o con cualquier otra, el universo sigue expandiéndose. En algún momento del pasado una pequeña bolita incandescente, se queda girando alrededor de nuestro sol. Después de unos pocos millones de años, se enfría lo suficiente y se dan las condiciones, para que aparezca una primera manifestación de vida como la conocemos. Y he aquí la maravilla, un milagro, algo aparentemente imposible, donde no había nada, ha aparecido una gran y primera bacteria. Como podemos suponer, nunca había estado en ningún sitio, era su primera vez para todo y para más complicación no había nadie para enseñarla.
No creo que su vida fuese fácil, sencilla o cómoda, pero fueron apareciendo más y más bacterias, que fueron adaptándose a las circunstancias con gran esfuerzo, de todos y cada uno de los individuos, esfuerzo mantenido durante millones de años. Como consecuencia de ese esfuerzo fueron evolucionando y cambiando su apariencia. Unos problemas fueron resueltos desarrollando ojos, otros piernas, aletas, escamas, alas, corazón, pulmones, . . ..
Fueron seres unicelulares, multicelulares, tomaron forma de plantas, peces, animales, dinosaurios y pasados muchos millones de años llegaron los homínidos. Para este momento los cerebros se habían desarrollado bastante y la nueva mutación, el nuevo ser, tendría la función de desarrollar un cerebro capaz de analizar y comparar, un gran número de experiencias.
Este gran conocimiento, nos ha llevado a creer que somos la imagen de Dios, o para los no creyentes el centro alrededor del cual gira la vida.
Me recuerda, cuando, debido al cambio de la religión politeísta a la monoteísta, lo que entendimos de los libros sagrados, o más bien de sus traducciones, fue que el universo giraba alrededor de la tierra, morada de la imagen y semejanza de Dios, el único ser del universo con alma inmortal, “el ser humano”.
Estos conceptos hace bastante que se desestimaron, pero parece que nos cuesta  aceptar, no ser el centro de todo, quizás por ello ahora vivimos como si fuéramos el centro alrededor del cual gira la propia vida y Dios estuviese creado a imagen y semejanza del ser humano.
Nuestro conocimiento ha traspasado muchas de nuestras expectativas, quizás por ello, yo intento ver la vida, desde ángulos donde no hace falta tanto conocimiento derivado de los estudios o la memoria.
Como resultado del esfuerzo de millones de años, el conocimiento que nos ha quedado de todas esas vidas, la herencia recibida para que podamos nacer y seguir con ese esfuerzo por aumentar el conocimiento de la propia Vida, de la que somos parte. Hay un pequeño ser, que como en el principio, es lanzado a un lugar oscuro, en el que sin experiencia anterior, sin preparación propia, sin estudios, comienza a nadar hasta llegar a un lugar también desconocido, en el cual penetra con esfuerzo. El óvulo que nunca ha visto un espermatozoide y que no sabe nada, porque también es un recién venido a la vida, permite entrar al primero en llegar, cerrándose a continuación a los demás. Los dos, forman una célula que comienza a desarrollarse se divide en dos, cuatro, . . .. Durante unas semanas el ser que se está formando, al no haberse movido todavía, no sabe que existe nada aparte de él, ni sabe de su propia existencia, pasan las semanas y comienza a moverse, percibiendo que hay algo más aparte de sí mismo, algo que limita su espacio. Pasados nueve meses y como resultado de ese conocimiento, que ha sido adquirido por y a lo largo de tantas y tantas vidas, dedicadas a evolucionar y manifestar la Vida en sus infinitos aspectos, nace un ser de la misma especie del óvulo y espermatozoide que se unieron.
Durante esos millones de años, la vida nunca se ha interrumpido, simplemente han cambiado las formas. Qué lejos estamos del conocimiento de un simple óvulo, de una célula que solo tiene que estar vacía del conocimiento propio para usar el de la Vida, qué lejos estamos para ser lo que realmente somos, Vida. Parte de una Vida infinita, eterna, en la cual el cambio es percibido por nosotros como muerte. Vida, en la cual nuestra única misión es el desarrollo, evolución y  el autoconocimiento de lo que realmente somos, vida integrada en la Vida, que conforman entre todas la VIDA.

El resultado de ello sería que sólo la búsqueda de una vida digna es realmente necesario. Al transformarnos en nuevas formas, lo que llamamos muerte, será digna como resultado lógico de una VIDA DIGNA.
La vida espiritual siendo eterna, nunca debe estar limitada, por los cambios en la materia.


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