Aún sin
darnos cuenta, al hablar de la Divinidad o del Todo como Ser, en nuestra
concepción mental de este Ser, lo vemos como una entidad, algo concreto,
infinito, fuera de toda posibilidad de comprensión y aún así como algo sólido.
Hablamos y
pensamos de Él, percibiendo la cumbre y la parte más alta de todo lo que
nosotros podemos imaginar, pensar o concebir. Es esta actitud y concepción del
término, la que no nos permite salirnos nunca de la dualidad.
Hay una
diferencia total, hasta determinar el Yin y el Yang, entender, percibir o
imaginar lo que algo es, incluso lo que nosotros mismos somos, que serlo.
Percibir nos dice que existimos o que algo existe, podríamos como así hacemos,
atribuir esta cualidad a Dios y la Creación, seguir diciendo que todo es Uno. Pero,
¿Cómo podría algo que es uno, percibirse a sí mismo en su totalidad?
Nuestros conceptos
más altos de la existencia, son los de los: mundos vibracionales, la luz, la
energía, el espíritu, la consciencia, mental, u otro concepto de: amor,
dios-creador-sustentador. En general todos ellos tienen en común que el
desarrollo del concepto, es la percepción o consciencia de un universo, o un
tipo de vida.
Cuando
hablamos del Ser, más que de una entidad, yo lo entiendo como una “SEIDAD”, o
lo que es lo mismo, Ser Consciencia en la Consciencia, Mente en la Mente,
Humanidad en la Humanidad, Nada en la Nada, simplemente SER, sin necesitar por
no poder ser percibido por algo, qué.
Lo que
nosotros buscamos es cambiar de niveles o aumentar lo que consideramos positivo,
intentando anular, destruir, u obviar lo negativo.
El Buda decía
que todo lo impermanente es irreal, si miramos lo que permanece de toda existencia,
nos costaría un gran esfuerzo. Pero sí podemos ver fácilmente, qué es lo más
necesario para que algo pueda existir, ser, en definitiva. Todo lo que existe
necesita un lugar donde no haya otra cosa, un espacio vacío, donde existirá
todo el tiempo durante el cuál sea algo, ese espacio vacío será su: “aquí y
ahora”, imprescindible para ser. Cuando la percepción de ser desaparece, queda,
lo que no puede desaparecer, el espacio vacío integrándose en el Vacío que
solamente ES Vacío, Infinito, Eterno.
Cuando
hablamos de consciencia, es de alguna manera la que dirige, percibe o es
consciente del devenir de la existencia, de la vida. Cuando hablamos de energías,
sean estas del tipo que sean, diferenciamos las frecuencias, sus intensidades y
tipos. Incluso en los viajes astrales, creemos que salimos a diferentes
universos, por los diferentes mundos de energías. En el mundo mental creemos que
hay una mente creadora. En la vida, intentamos encontrar: su origen, su forma,
su capacidad de existencia.
El Ser, es la
Consciencia que no puede ser consciente de nada, la Mente que no puede producir
pensamientos, la Energía que no puede manifestarse o ser percibida. En su
SEIDAD, si la Consciencia, tuviese consciencia de algo, no podría ser percibida
porque también sería esa consciencia y ese algo. En su SEIDAD, si la Mente
produjese un pensamiento, también sería el pensamiento, con lo que su Unidad
con la Mente le impediría ser producido.
En nuestro
deambular por la dualidad, todavía queremos encontrar, llegar, conseguir,
entender, ser conscientes, el Buda encontró la respuesta, el sufrimiento nace,
se establece, se vive o aparece cuando se: “Es, tiene
o posee algo”, llámese este algo: ignorancia, sabiduría, espiritualidad, virtud,
pecado, enfermedad, buena salud, etc.
Para trascender la dualidad, que es el único
nivel del que según entendí yo, hablaba mi Maestro, hay que SER, uno con el Buda,
el dolor, la Vida, la muerte, no puede mirarse “qué se es”, no puede entenderse
lo que eres, no puedes llegar, olvidar, cambiar o ignorar lo que eres. Simplemente
ES, ni tan siquiera hay un yo que Sea, porque SER es trascender totalmente la
dualidad.
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