A lo largo de la historia del Zen, muchos Maestros de una forma u otra,
con diferentes palabras y ejemplos, nos han dicho que todo cuanto existe,
incluso lo que no existe, es perfecto tal como es.
Un Maestro en una reunión o charla, decía a sus seguidores que “Tal como
es, todo es perfecto, todo está a salvo tal como es”. Varias veces fue
interrumpido por los seguidores que decían las mismas palabras, “Tal como es,
todo es perfecto, todo está a salvo tal como es, no es verdad”. Cada vez
respondió que estaban equivocados, comenzando de nuevo con las mismas palabras.
Para nosotros, es difícil entender que si estás diciendo lo mismo,
puedan decirnos que estamos equivocados. Obviamente estamos simplemente
entendiendo el significado de las palabras y no su espíritu, algo por demás
frecuente en nuestras vidas. La diferencia a veces de las mismas palabras, es
la que como dicen algunos Maestros, “La distancia que hay entre el cielo y la
Tierra”.
Según el Buda: “Todo es impermanente”, “La ignorancia es no saber
distinguir entre lo real y lo irreal, lo irreal es impermanente”, “El Tao dice
que cuando nace lo bello, surge lo feo, que de cualquier concepto, surge su
opuesto”.
La Perfección de la Vida no tiene dualidad, es permanente, constante y
eterna. No existe posibilidad de que pueda haber la mínima oportunidad de la más
ligera imperfección. La imperfección no puede tener realidad en la Vida.
Solamente en la vida, la imperfección puede manifestarse, solamente
nosotros podemos crearla y percibirla, porque para nosotros la perfección es un
concepto. Este concepto nace de la opinión, o comparación de las cosas con un
modelo patrón, por lo que una cosa es perfecta cuando está de acuerdo con la
definición o al compararla con el patrón, cumple todas las premisas. Al tener
un concepto de la vida, de lo que debe ser cada cosa y el significado de cada
palabra, y utilizarlos indiscriminadamente, nos encontramos que difícilmente, existe
algo que sea perfecto en nuestras vidas, nada es igual a su patrón o al
concepto que tenemos de ello. Nos olvidamos que cuando decimos, “mala persona,
persona enferma, taza rota”, las vemos imperfectas simplemente porque las
estamos comparando con conceptos diferentes y que nosotros hemos establecido
como normales, “Lo normal es: ser buena persona, estar sanos, que las cosas estén
nuevas”. Esto es algo que obviamente no es así en cualquier cosa que sea
diferente, siendo que la Vida no crea dos cosas exactamente iguales, podemos
imaginar lo difícil que es para nosotros encontrar la perfección.
La Vida por el contrario simplemente acepta Todo tal como es, por lo que
en ella las cosas son siempre, tal como son, por tanto perfectas. No existe
noción de: “Cómo tienen que ser, ni tan siquiera el concepto de ser. Cuando
existimos en la Vida, somos, lo que somos. No hay comparación posible con: si
somos perfectos o imperfectos, espíritu o materia, buenos o malos, Buda o
humanos, eternos o finitos, pecadores o santos. “En la Vida somos, lo que somos”. Pero no pretende saber qué, ni
hay nada con lo que comparar.
La Perfección es, ser lo que eres. No hay opción de equivocarse, al
definir lo que algo es, siempre cumple todas las definiciones, si no nos
equivocamos al hacerlo.
Los discípulos decían las mismas palabras, pero eran un concepto de
perfección de la vida, por lo que se equivocaban completamente, porque del
concepto de perfección surge el opuesto de imperfección.
El Maestro simplemente muestra
la Naturaleza de la Vida: “Tal como es, todo es Perfecto, no hay imperfección
en nosotros, porque más allá del concepto que tengamos de lo que debemos ser o
somos, está nuestra realidad de ser lo que somos, algo que es permanente en
todos los infinitos ahora de nuestra existencia, siendo Vida durante el
Infinito Ahora de Ella. Todo está a salvo tal como es, porque nada puede ser
otra cosa”.
Nuestra Perfección es
permanente, porque somos Vida, y nuestra manifestación siempre conservará esa
perfección porque independientemente de “qué”, siempre seremos exactamente lo
que somos, Vida.
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