Hace mucho tiempo en la remota
antigüedad, hubo un niño que tenía un solo deseo: “ver sus ojos”.
Trabajó duramente y he aquí que
un día, caminando a la deriva, encontró un pequeño charco de lluvia, al observarlo,
de repente, sorprendido, divisó una cara desconocida con dos ojos, su alegría
fue enorme cuando realizó que eran los suyos.
Pasado
el tiempo y continuando en el esfuerzo de profundizar en su deseo,
consiguió a base de frotar un trozo de metal, poder vérselos en cualquier
momento que lo desease.
Envejeció y su sabiduría fue
aumentando progresivamente, gracias a su esfuerzo continuo. Una sonrisa iluminó
un día su cara, comprendió que los ojos que siempre había visto eran los del
charco, los del espejo, todo ello gracias a los ojos que nunca podría ver.
( 22 - II - 78
)
A la luz de la vela,
pienso en un niño,
que buscando, buscando,
se encontró un día perdido.
Preguntó a las estrellas,
al sol, al viento,
a cuanto encontró en su camino,
¿Donde está Dios?,
todo le contestaba,
“pregúntale al río”.
A él se acercó,
triste, cansado y compungido,
al preguntarle, solo vio,
el rostro cansado
de un niño perdido.
También yo
pensé un día que el ver mi cara reflejada en el río, podía acercarme a ver la
respuesta a mi pregunta de ver a Dios. En mi poema encontré cierta satisfacción,
un cosquilleo de haber encontrado algo.
Los años
pasaron y supe que quien había visto a Dios había sido el río. El río, no vio
al niño, ni sabía de montañas, lagos o mares; no entendía de lluvias que
tocaban las nubes viajando en el cielo; no sabía de su nacimiento del agua de
las lluvias, entre montañas, ni de su viaje al inmenso mar, ni tan siquiera
supo nunca que era mar; nunca tuvo preguntas sobre Dios, por no saber, no sabía
que era río.
Desde el cielo al mar una sola agua, que
por no saber, no sabe de mares ni de ríos, que no ve ni pregunta, ¿qué es el
agua?, y sin saber qué es, es Agua.
Todo lo que refleja y es reflejado, lo que muestra la existencia, se
llama Dios. Dios es también aquello que no refleja ni es reflejado, lo que
no muestra existencia y lo que no existe.
BUKKOKUJI (6 - I
- 83)
turbias sus aguas también es río,
se han teñido. por eso tiene orillas,
El tiempo pasa, y el viento lo peina
lo que fué turbio, con muchos rizos.
en espejo cristalino Su fondo,
se ha convertido. aguas tranquilas
Aguas mansas, que no saben,
tranquilas, en el fondo si son mar o son río,
tienen lo que pesa, que desconocen
lo que no ... qué es agua,
flotando se va al río. y son, sin serlo,
El río va al mar, agua, mar y río.
en el mar no hay ríos, Aguas turbias o claras,
agua y más agua, mansas o bravas,
fondo, litoral, solo yo lo veo,
y en lo alto, ellas son,
azul manto con cosas y agua,
sol o estrellas, unidas y distintas,
con nubes o sin ellas, una a una y Una,
que dá color a este mar, ¡Agua!.
de muchos ríos.
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