Una de las primeras cosas que descubrí al principio de mi experiencia con los problemas de salud fue, que había personas que a pesar de tener una situación en la que su vida laboral y de exigencia era agobiante, no era determinante como origen de sus problemas. En cambio otras personas, que aparentemente no tenían una vida de exigencias, ni exceso de labores necesarias, todos sus males eran originados por el estrés acumulado.
Es por lo que desde el principio de estas observaciones, intenté encontrar una explicación mejor, que la que recibía de estas personas, que era, la de que estaban demasiado ocupadas y no tenían tiempo para relajarse.
Lo primero que vi, fue que las personas estresadas, estaban llenas de sensaciones negativas en la relación con su actividad. No quiere decir que no les gustase o que no deseasen hacerla, el aspecto principal era su actitud, no solamente con la actividad, sino consigo misma. Sentían obligación de realizarla, deseaban verla terminada antes de comenzar, esperaban satisfacer a los demás con ella o recibir felicitaciones, cuando no esperaban y realizaban la actividad, por lo que iban a obtener haciéndola.
En esta actitud lo que predomina, es la insatisfacción y ausencia de la persona en la actividad, hay un cuerpo realizándola pero no una presencia real. Podríamos explicarla matemáticamente, por la ecuación: “El estrés, es directamente proporcional, a la distancia que hay, entre los pies y la cabeza”.
Por supuesto, no tiene que ver con la estatura de cada persona, es más bien el problema que tenemos para vivir nuestro presente, aceptando nuestro ahora y el lugar donde estamos en cada momento, “aquí”. Podemos decir, que la parte que de alguna manera define ese lugar y momento, es el lugar donde tenemos situados los pies. En cambio, el lugar donde solemos vivir es donde tenemos la cabeza.
Esta situación, nos va llevando sin apenas darnos cuenta, a una situación de falta de autoestima, al tener que estar haciendo cosas, para que alguien nos haga sentirnos bien, al no poder disfrutar de lo que estamos haciendo, por tener la cabeza en otro sitio. Al no disfrutar de las situaciones y actividades que estamos haciendo por la misma razón, poco a poco llegamos a desarrollar una actitud de angustia, que nos empuja a querer ver terminado o cambiado, lo que todavía no hemos comenzado.
Ir deprisa o rápido en la vida, significa movernos con mayor velocidad, con una condición, “mantenernos siempre donde tenemos los pies o aquí". Mucha actividad o exigencia con esa actitud, produce cansancio, pero nos permite disfrutar, incluso ser felices, con la actividad o ausencia de actividad, al estar realizándola con presencia y consciencia de lo que somos y estamos siendo y haciendo. Esta unión con la actividad es la que permite no llegar al estrés, por mucha que sea la actividad o la responsabilidad.
En cambio cuando vivimos donde tenemos la cabeza, solamente queremos terminar las cosas, para llegar al sitio donde queremos comenzar otra. A veces cuando no tenemos muchas cosas que hacer, nuestra mente alcanza un alto grado de: cosas que quiere hacer, cómo quiere hacerlas, de insatisfacción porque no las hacemos bien, pero no hacemos nada, lo que nos lleva a la insatisfacción y falta de autoestima. Nos hemos estresado sin hacer nada, y al volver donde tenemos los pies, (nuestro presente), la insatisfacción con nosotros, ver que no hemos hecho nada, nos lleva a una situación de angustia, que nos crea los problemas por medio del estrés.
La Meditación ayuda por varios caminos. Nos oxigena mejor la sangre, lo que reduce la angustia. Estamos un rato callados, lo que nos relaja, al dejar de machacarnos. Y al estar callados, a veces somos capaces de percibir otro nivel de mente, la intuición que al comenzar antes que la actividad, en ocasiones puede coincidir y llenarnos de felicidad.
La mejor manera de salir del estrés sigue siendo: amarse, para aceptarse, sabiendo que serás mejor, pero no ahora; que harás mejor las cosas, pero no esta vez; que siempre haces el máximo y lo mejor que puedes, dentro de las circunstancias; que lo más importante de la Vida, eres tú viviéndola; que quien tiene que disfrutar con lo que hace, y sentirse satisfecho cómo lo ha hecho, eres tú, si das siempre en la vida, lo mejor de ti mismo. Pero todo ello, solamente puedes hacerlo y vivirlo, Aquí y Ahora.
Nunca se puede hacer: más, mejor o antes, lo que has hecho. Ámate.
Fue publicado anteriormente el 30-4-14.
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