No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 25 de octubre de 2014

LA LIBERTAD PERDIDA

          Vivimos en una época que quizás lo que más reclamamos es libertad, y en caso de no obtenerla, al menos que nos den los medios para conseguirla, de los cuales, los tres imprescindibles para nosotros son: Dinero, dinero y poder hacer lo que queramos. Esto incluye el que todo sea comprable, que no halla dignidad, que nos arreglen y arreglen todo lo que no hemos respetado, el hacer lo que queramos pero no ser responsables de las
consecuencias, el que nuestro compromiso con alguien o algo, termine en cuanto es pronunciado o antes, el que todos los demás deben comprender que nuestro bienestar y deseos están por encima de ellos, y que ya sabían que lo habíamos prometido simplemente para obtener lo que deseábamos.
          Con algunos matices, este es más o menos el concepto de libertad que pienso, es manejado por las mayorías, en el que libertad=dinero, con ello puedes hacer tu voluntad, tanto en la tierra como en el cielo. Al igualarte y ser dueño de dios, “Don Dinero”.
          En los tiempos antiguos, la idea de libertad estaba en que dios, te lo daba todo, era dueño de todo, te decía cómo debías vivir, te había creado y si no obedecías sus leyes y le adorabas, eras castigado. Prácticamente todas las religiones tenían el mismo concepto de dios y por extensión la vida y su libertad. Viendo las ventajas, los poderosos se declararon representantes de dios en la Tierra, y humanizaron el poder de dios, haciéndose reyes y nobles: de la morralla, del populacho, de la baja clase, más conocido en democracia en los tiempos modernos por “el pueblo”, en el que reside la libertad de obedecer.
          Cómo decía alguien famoso, “La verdad os hará libres”, simple, sin dinero, sin poder, sin castas, sin clases bajas o altas, simplemente siendo tu verdad, siendo lo que realmente eres, diciendo lo que piensas, haciendo las cosas, siempre que te hallas comprometido o cuando son necesarias, siendo responsable de lo que dices, piensas y haces, porque en ello manifiestas lo que eres, no lo que has hecho contigo, sino al ser humano que eres.
          Hemos hecho tantos matices de la verdad, entre el blanco y el negro, la hemos adulterado tanto, que ahora el problema es poder reconocer la verdad. No pudiendo reconocer la primera fase, el primer paso, en el encuentro de la Verdad, la hemos perdido.
          En las relaciones siempre exigimos, sinceridad, la verdad, por encima de que sea dulce o amarga. En los años de mi vida, pocas personas han aceptado oírla: uno de los poemas publicados, era dedicado a una amiga con la que estaba saliendo. En mis tiempos jóvenes, todavía las amigas te decían que querían llegar nuevas al matrimonio y lo mínimo que te pedían era decir que las querías o que era tu novia, eran los dos carnets de acceso a los derechos. En el poema la amiga me dijo que: “quiero ser tuya”, en mi inocencia, le escribí el poema: “un día dijiste, quiero ser tuya, ¿por qué mía, si eres tuya?, me dejó, ¿Cómo pretendía salir con ella dándole libertad para decidir? Me ha tocado consolar a muchas amigas, que habían salido con mis amigos, porque en pocos días eran novios, y en cuanto eran novios de verdad, firmado y consumado, se terminaba la relación. Yo he salido con amigas durante años, a la mayoría nunca las he dicho “te quiero o que éramos novios”, pero nunca las engañé, tras años de salir juntos, ha habido ocasiones en que teniendo ya piso, he tenido que decir vamos a dar una vuelta, al regreso he preguntado y ahora que piensas, la respuesta “ha sido, no”. Me han preguntado muchas veces que si éramos novios, que si no, no podían darme derechos, al final me han dejado para darle los derechos de autor a otro que era novio, hasta firmar el contrato.
          Triste verdad, esa verdad tan añorada que creemos que podemos vivir con ella, y casi nunca la aguantamos, si alguien nos habla con la verdad, preguntamos mil veces si es necesario, hasta que nos dicen lo que queremos oír. Solamente nos interesa la verdad que no necesita: responsabilidad, honestidad, compromiso con los acuerdos, o saber qué es lo que prometemos, porque lo único que queremos son los resultados o realizar nuestros deseos.
          ¿Cómo construir una Vida de Libertad, sobre estos cimientos? Nos preguntamos: ¿por qué los políticos, los poderes, los que tienen dinero, no cumplen lo que prometen, por que no nos dan libertad?, en nuestras relaciones, difícilmente podemos utilizar, construir la base donde edificar nuestra libertad, la sinceridad, la verdad.

Somos los pobres, el populacho, la morralla, los que en nuestras relaciones fallamos, los primeros que: olvidamos que nacimos seres humanos, que somos manifestación de la Vida, que siendo cada uno único, solamente la responsabilidad, el compromiso, la sinceridad, nos llevará a manifestar la Verdad de lo que somos, porque esa Verdad es la Vida, que es Libertad. Somos, los pobres, la mayoría, que tenemos que realizar la verdad, porque todos seremos reyes, pero solamente quien vive y realiza la Verdad, reinará en el Universo llamado Libertad. Nos hemos perdido, porque no hay libertad que perder, somos la Libertad.


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