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Yui Shin

domingo, 14 de diciembre de 2014

DON QUIJOTE

          En un lugar perdido, de las estepas del corazón de la Humanidad, vivía un hidalgo caballero de mente soñadora, y perdido en los ideales. Tras años inmerso en los libros de tiempos olvidados y casi mitológicos, en los que los caballeros recorrían los caminos defendiendo a: las doncellas, la dama que hay en las mujeres, los débiles, y a todo aquello que era sojuzgado o no le era permitido ejercer su libertad, en aras del honor individual y colectivo. Defendiendo los pueblos y aldeas de la tiranía de los dragones.
          Viendo que todo aquello solamente existía en las páginas de los olvidados libros. Que las doncellas salían a los caminos a esperar a los viajeros, el corazón de las mujeres no entendía nada más que de su confrontación con el hombre, que los poderes de la religión, económicos y la nueva casta surgida, “los políticos”, que a base de promesas, habían arrancado a los caballeros y los sueños de honor y humanidad, del corazón y de la mente del pueblo, solamente habían creado un pueblo que su único poder residía en obedecer y ser sojuzgado, sin nadie que le defendiera, un día, por tanto sueño, sufrimiento y desilusión, perdió la cordura de su alma.
          Decidió, buscar de nuevo a los caballeros, crear una nueva orden de caballería, que defendiese y devolviese sus valores al pueblo. Montado en la fragilidad del caballo de los sueños, sin más planeamiento que el de su corazón y humanidad, en la terrible soledad de los soñadores, partió por los caminos surcados por los horrores del poder, por los bosques de la inhumanidad, por descansar en las posadas de las pesadillas de un mundo sin honor, ni valores.
          Sus armas: la doncella y dama Dulcinea, que habita en el corazón maternal de toda mujer por vulgar que sea, el famélico caballo, el escudero que le ayudase a no olvidar las necesidades del pueblo, embrutecido y con los solos conocimientos del saber popular, los sueños de las promesas incumplidas, movido por las promesa de que finalmente sería el que tuviese el poder en la ínsulas, los pueblos y las ciudades.
          Solamente pudieron enfrentarse a los gigantescos molinos, los fantasmas, las sombras de los poderes, que por más que eran buscados se escondían en los castillos de sus mentiras, de sus ambiciones, de la ignorancia del pueblo que cuando Don Quijote, solamente les dio el poder de la ensoñación, fue de nuevo engañado y burlado, al no mostrar tener el corazón suficiente, para devolver la cordura a D. Alonso Quijano, haciendo realidad los sueños del pobre y alocado Don Quijote.
          Finalmente tras sus peripecias y batallas con los molinos, la Inquisición, los pellejos de vino, y todo lo que esclavizaba al pueblo, viendo que el pueblo, estaba abotargado y feliz en su esclavitud, olvidados de honor, caballeros y el peligro de los dragones, sabiendo con tristeza y amargura que era una batalla perdida, regresó al pueblo, donde quemó los libros que recordaban que un día habíamos sido caballeros andantes, defensores del honor y la humanidad en el corazón, que no tenían nada más que ir por los caminos saludando a los paseantes, porque todos éramos el pueblo, caballeros andantes de la Humanidad.

          Todos los libros que recordaban, que el pueblo no tiene que ver con las masas; que el honor y la fuerza, no tienen que ver con el poder; que las metas no se consiguen con promesas incumplidas; que al igual que en cualquier hombre, tiene que vivir el caballero, en toda mujer tiene que vivir la dama, la doncella; que todo sueño crea sus propios fantasmas; todos estos libros, destruidos, quemados, incluso sus cenizas nos tienen que recordar: “Que el caballero cuando solamente existe en la enajenación y los sueños, no solamente es porque ha muerto el pueblo, sino la humanidad”.
          Cuando algo tiene que ser escrito, cuando tiene que ser recordado, cuando solamente vive en la mitología, es porque nuestros corazones se han secado, han dejado de estar en nuestro vivir, para solamente mover la sangre que nos mantiene en el letargo de una Humanidad, Caballerosidad y Honor muertas.


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