Mirando
alrededor, podemos apreciar la gran variedad de ejemplos que demuestran lo
lejos que estamos de la condición humana, esa que se presupone que tenemos y
pocas veces demostramos o tan siquiera mostramos el mínimo conocimiento de su
significado.
Los
extremismos: religiosos, políticos, sociales, personales, nacionalistas
excluyentes, individuales y colectivos, son casi nuestro despertar diario,
nuestro acompañante constante, casi una vestimenta que le da color y forma a
nuestro exterior y una caja que oprime nuestro corazón y excluye la humanidad.
Los
nacionalismos, intentan hacer: separaciones, clases, aceptando solamente
aquellos que ven exclusivamente lo que hay más cerca de sus narices o su propio
ombligo, siguiendo sus normas y directrices.
Los
extremismos religiosos, solamente aceptan una verdad, que es la que debe ser
impuesta y coincide con lo que alguien ha dicho, explicado o entendido de un
Dios, que independientemente de la religión, secta o grupo, se le denomina
como: Grande, Absoluto, Padre de todo, Amor, Compasión y unas definiciones que
aparte del nombre y si hay que rezar de pie o sentados, si tiene una apariencia
u otra, la forma de entender su enseñanza que por otra parte nunca ha sido
escrita de propia mano, no tiene diferencias. Cómo va a ser diferente a algo,
si decimos que es Absoluto.
Los restantes
extremismos, los vemos a diario en nuestra relación con los demás y el entorno, “todos los demás son diferentes y no
comprenden que tengo la razón”, es probablemente una de las actitudes más
extendidas en una mitad de la gente. La otra mitad es el reflejo, el polo
opuesto en el que su separación a veces es de sí mismo, en lo que se niega es
la propia verdad, para intentar vivir lo imposible, “la verdad ajena”. Algo que no nos hace diferentes, un yo excluyente
o un yo que es negado por falta de amor y aceptación de responsabilidad, no nos
sitúa más cerca de alcanzar una humanidad que hemos olvidado, al no entender
realmente su significado, las implicaciones y cómo es la manifestación de lo
Humano, la Humanidad.
La idea de
Humanidad que transmiten las enseñanzas, los libros antiguos que hablan de la
Humanidad y explican la convivencia en ella, son los que a mi entender nos
acercan al entendimiento de lo que la vivencia humana debería ser. Sin entrar a
la cuestión de si es o no real lo escrito, podemos ver no la primera, pero sí lo
que debió de ser la primera experiencia de Humanidad.
Adán y Eva en
el Paraíso, en una convivencia perfecta con el entorno, donde los animales y
las plantas no eran diferentes a ellos mismos, donde no había noción de
separación, donde ni tan siquiera había percepción de ser diferentes a Dios, un
lugar donde vivía Todo cuanto existía, en unión, siendo individualidades pero
todos coexistiendo en un lugar llamado Paraíso, en el que quien verdaderamente habitaba, era Dios como
Unidad de cuanto existía. Hablaban con Él, en su convivencia; le veían en
cuanto les rodeaba; le escuchaban en los sonidos producidos; no le conocían
porque no sabían de separación, no tenían un yo que pudiese separarse al no
existir percepción de algo diferente a cada una de las individualidades.
Esto sería
una explicación corta y simple, de lo que sería vivir en Humanilandia, o al
menos un lugar donde empiezan a nacer los humanos.
Al llegar la
serpiente, vieron a los demás y por tanto crearon un yo; sintieron vergüenza de
sí mismos, percibiendo por primera vez a Dios, sin poder vivir en ellos por
estar escondidos a su realidad, de la que se sentían avergonzados; vieron a un
ser desnudo, separado del Universo que les vestía, que cubría sus desnudos cuerpos
para que no fueran vistos en un manto de Unidad; les dijo la serpiente: “los
animales son bestias, las plantas son para que las comáis, sois los “Humanos,
la humanidad”, los dueños de lo que deseéis”.
Miramos África
con sus guerras en nombre de Dios, sus miserias tribales, sus luchas por el
predominio, su huida por no poder arreglar lo que han creado, por ellos mismos
en primer lugar, por los intereses de fuera e internos, que ellos mismos
defienden, en segundo.
Asia, con sus
guerras y dictadores convertidos en sátrapas, semidioses y algunos en dioses.
América con
sus guerras, corrupciones, sentido del abuso, clases elitistas.
La vieja
Europa, que ha llevado e impuesto su cultura a tantos lugares, que se ha
quedado sin ella, perdida en peleas por el poder, corrupción, endiosamiento del
ego, abusos sociales por arriba y por abajo.
No, no somos humanos, miremos lo que
significa convivencia humana, miremos lo que hemos hecho con nosotros, con la
Tierra y las ideas de conquista y dominación del universo que tenemos. Viendo el
número de creadores de cortijo que pululan por los adoctrinadores de la
separación, viendo la ausencia de responsabilidad individual y colectiva, ¿quién
puede pensar que somos mejores?, que estamos más cerca de la meta de la
Humanidad.
Humanidad hay solamente Una, porque más
que una hermandad es una orfandad de padres y hermanos, sin amigos, sin
enemigos, porque no hay animales, plantas, minerales, personas, solamente
Humanidad, con todos incluidos en convivencia, que significa que cada uno, cada
individualidad tiene que vivir y ser lo que es, no es la extinción individual,
sino la no separación de las otras, para que Todo funcione como tiene que
funcionar: Humanamente.
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