No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 17 de septiembre de 2015

BHAGABAD GITA CAPITULO 2.°

        Pensando que lo escrito hace unos 3000 o 6000 años es lo suficientemente explícito en sus palabras, solamente recordar que la batalla más que con los demás, es con nuestros egos, que la batalla de la que habla es la del servicio y entrega a la Vida, a Dios, al Todo, cuando fuera de apegos alcanzamos el estado de trascendencia del ego y de Vacío.

MUNDO, ILUSION Y MUERTE
SANJAYA:
1.     Elevóse el espíritu de Krishna, y así habló a aquél cuyos ojos estaban llenos de lágrimas, sumido en la desesperación y la pena, su amigo Arjuna.

KRISHNA:
2.     Es indigno de un noble como tú dejarse atrapar por el desaliento en el momento de la lucha. ¿Cómo es posible? Esto no te hará ganar ni el cielo ni la tierra.
3.     ¡No desfallezcas Arjuna! Esto no es propio de un hombre como tú. Sobreponte a ese mediocre desaliento y levántate como el fuego que quema todo lo que encuentra a su paso.

ARJUNA:
4.     ¿Deberé disparar mis flechas contra el hermano de mi abuelo, el grande y venerable Bhishma? ¿Deberé matar con mis flechas a mi maestro Drona, por quien siento veneración?
5.     Preferiría antes vivir de la mendicidad que alimentarme con comida real sabiendo a sangre. No puedo matar a mis maestros, aunque ahora estén turbados por la codicia; aún son mis sagrados maestros.
6.     No sé cual de los dos bandos sería mejor que ganase. No sé si desearía vivir después de ver muertos a los hijos de mi tío el rey Dhritarashtra.
7.     En lo más profundo de mi alma, siento desolación. Mi mente no puede discernir cuál es mi deber. Como tu discípulo, vengo a Ti en súplica, en Ti busco refugio; por favor, sé la luz que aparte la oscuridad de mi confusión.
8.     Ni el reino de este mundo entero, ni el reino de los dioses en el cielo, pueden apaciguar el fuego de la pena que quema mis entrañas.

SANJAYA:
9.     Así habló Arjuna, completamente abatido, al ecuánime Krishna: “¡No lucharé!”, dijo, y quedó en silencio.
10.     Krishna sonrió a Arjuna con ternura. Y allí, entre los dos ejércitos, la voz de Dios se manifestó con estas palabras:

KRISHNA:
11.     Te afliges por quienes no lo merecen, y tus palabras no son palabras de sabiduría. Un sabio no siente lástima por los que viven, ni tampoco por los que mueren. La vida y la muerte no son diferentes.
12.     Siempre hemos existido: tanto yo, como tú, como esos reyes. Y existiremos por siempre y para siempre.
13.     Al igual que el alma experimenta la infancia, la juventud y la vejez, sin verse afectada por las mutaciones de este cuerpo; así también tomará otro cuerpo después de la muerte. En un sabio no cabe duda acerca de esto.
14.     ¡Oh, Arjuna! El mundo de los sentidos nos produce sensaciones de frío y de calor, de placer y de dolor. Todas estas sensaciones vienen y se van; son transitorias. ¡Elévate sobre ellas, alma vigorosa!
15.     El hombre que no es afectado por los sentidos; ni por el placer ni por el dolor, éste es merecedor de vida eterna.
16.     Lo irreal nunca ha existido; lo Real nunca ha dejado de existir. Con certeza, esta verdad sólo la han podido entender los auténticos buscadores de la verdad.
17.     El Espíritu es indestructible e imperecedero; todo lo penetra. Nadie puede destruir ese Ser Inmutable.
18.     A pesar de que estos cuerpos tendrán un fin, habita en todos estos cuerpos, mas está más allá del tiempo: el Espíritu es inmortal e infinito. Así pues, ¡participa en la lucha, noble guerrero!
19.     Tanto el que piensa que el alma mata, como el que cree que puede ser muerta, ambos son ignorantes. Ni puede matar ni puede ser muerta.
20.     El Espíritu nunca nace y nunca muere: es eterno. Nunca ha nacido, está más allá del tiempo; del que ha pasado y el que ha de venir. No muere cuando el cuerpo muere.
21.     Cuando un hombre reconoce el Espíritu como no nacido, imperecedero, inmutable e indestructible, ¿cómo podría este hombre matar o ser muerto?
22.     Al igual que un hombre se quita un vestido viejo y se pone otro nuevo, el Espíritu abandona su cuerpo mortal para tomar otro nuevo.
23.     Ningún arma puede herir al Espíritu, ni el fuego puede quemarlo, ni el agua puede mojarlo, ni el viento puede arrastrarlo.
24.     Más allá del poder del fuego, de la espada, del agua y del viento, el Espíritu es eterno, inmutable, omnipresente, inamovible, y siempre uno.
25.     El Espíritu está más allá del cambio y del pensamiento; los ojos mortales no pueden verlo. Reconoce que el Espíritu es lo único que permanece y cesa de sollozar.
26.     Aunque el alma estuviese destinada irremisiblemente al ciclo de nacimientos y muertes una y otra vez, no deberías, aún así, sentirte turbado por la tristeza.
27.     Ciertamente, todo lo que tiene un principio ha de tener un fin. La muerte es el final seguro para quien ha nacido. Pero es igualmente seguro que quien ha muerto ha de renacer. Así pues, no deberías afligirte por lo inevitable.
28.     Invisibles son todos los seres antes de su nacimiento, e invisibles volverán a ser después de su muerte. Sólo en el transcurso entre estos dos estados invisibles, resulta posible que los podamos ver. Siendo esto verdad, ¿por qué afligirse?
29.     Alguien puede creer en el Espíritu, como la visión de una maravilla, y nos lo describe como tal. Mientras que otros tan sólo han oído que es maravilloso; pero aún habiéndolo oído, ninguno de los dos lo conoce en verdad.
30.     El Espíritu inmortal mora en todos los seres y la muerte no puede afectarlo. Reponte, pues, de tu tristeza.
31.     Por esto, piensa en tu deber y no dudes. No hay mayor honor para un guerrero que participar en una lucha por el restablecimiento de la virtud.
32.     ¡Oh, Arjuna! Hay una batalla que ganar antes de que nos sean abiertas las puertas del cielo. ¡Felices son aquéllos guerreros cuya actitud es participar en esa guerra!
33.     Y no luchar por la justicia es traicionar tu deber y tu honor; es despreciar la virtud.
34.     Los hombres hablarán de tu deshonor, tanto ahora como en tiempos venideros. Y para un hombre noble, el deshonor es peor que la muerte.
35.     Los guerreros dirán que por miedo desertaste del campo de batalla. Y todos aquéllos que antes te hacían alabanzas, ahora te harán escarnio.
36.     Tus enemigos te llevarán al descrédito poniéndote en ridículo, olvidando tus proezas y diciendo cosas indignas de ti. ¿Puede haber, para un guerrero, mayor vergüenza que ésta?
37.     Si mueres, obtendrás gloria en el cielo. Y si sales victorioso, obtendrás tu gloria en la tierra. Así pues, ¡levántate, Arjuna, con tu ánimo listo para la lucha!
38.     Permanece en paz, tanto en el placer como en el dolor; en la victoria, tanto como en la derrota; tanto si ganas como si pierdes. Prepárate para la guerra con tu alma tranquila; si estás en paz, no hay pecado.
39.     Así pues, escucha la sabiduría del Yoga: camino de la libertad de ataduras y de lo eterno. Ésta es la sabiduría Sankhya: la visión de lo eterno.
40.     En este camino, ningún esfuerzo es baldío, ni existe posibilidad de desgracia. Hasta el más mínimo progreso supone liberación de tus miedos.
41.     El único pensamiento que debe ocupar la mente de quien anda este camino es determinación. La mente de aquéllos que no tienen determinación desvaría perturbada por un aluvión de pensamientos.
42.     Hay hombres que, aun careciendo de visión espiritual, hablan ostentosamente con versatilidad y usando muchas palabras; siguen los Vedas13 al pie de la letra y afirman que eso es todo lo que hay que saber.
43.     Sus almas están embadurnadas con deseos mundanos y sólo buscan la satisfacción de deseos materiales. La recompensa para éstos es nacer una y otra vez.
44.     Aquéllos que aman el poder y el placer, se entregan a esas experiencias, carecen de la firme determinación, necesaria para hacerse uno con el Uno. Ejecutan ceremonias que les prometen poder y placeres.
45.     El mundo de los Vedas está sometido a las influencias de los tres Gunas14. ¡Oh, Arjuna! Elévate y líbrate de ellos; permanece en la Verdad que está más allá de todos los pares de opuestos15. Ve más allá de las posesiones y las ganancias. ¡Recupera tu propia alma!

13     Los cuatro Vedas: Rig-Veda, Yajur-Veda, Sama-Veda y Atharva-Veda, junto con algunos Upanishads, forman el cuerpo de los libros ortodoxos de la India, conocido como Sruti (lo oído), esto es, el cuerpo de la Revelación. La otra gran división es la Smriti (lo recordado), término con el que se designa a los libros no basados en la revelación directa, sino en la tradición. A este último grupo pertenecen los Sutras (enseñanzas de sabios y Maestros así como obras jurídicas y textos sobre rituales menores), los Puranas (antologías de leyendas, cosmogonías y saber teológico, astronómico y natural). El Ramayana, el
Mahabharata y los Trantras (recopilaciones relativamente cercanas, a las que se conocen con el nombre de quinto Veda, por cuanto se supone que fueren directamente reveladas por Shiva) están dentro de los Purana.
14     Los Gunas o elementos constitutivos de la materia son tres: Sattva, (estado ideal, perfección, claridad, quietud), Rajas (actividad creativa), y Tamas (oscuridad, inercia abúlica, ceguera espiritual). Sattva es la armonía, Rajas es la actividad, la pasión, la fuerza que nos ayuda en la lucha por la vida, y Tamas es el caos, lo inerte, lo obtuso. De la combinación de los tres Gunas surge el antahkarana (órgano interno) compuesto por otros tres derivados:
— Ahankara: el hacer (kara), el yo (aham), lo constituyen los órganos de la percepción y nerviosomotrices; transmite a el buddhi los datos de la conciencia. Estos datos los atribuye equivocadamente al alma, que se halla presente sin participar, pero sin la cual nada sería posible.
— Buddhi: es el juicio, la discriminación. Abarca la totalidad de las experiencias transmitidas por ahankara. Es el principio que se halla tras las funciones del yo.
— Manas: el intelecto está relacionado directamente con ahankara. Es el encargado de recibir, coordinar y transmitir las informaciones y las impresiones recibidas a través de los sentidos.
Ahankara, por su parte, está dividida en dos grupos:
— Las diez funciones; admiten una doble vertiente constituida por los cinco jinanendriya y los cinco karmendriya. Los primeros son los órganos de la percepción (vista, oído, gusto, olfato y tacto). Los segundos son los órganos de la acción (lengua, manos, pies, los órganos de la excreción y los reproductores).
— Los cinco tanmatras (segunda división de ahankara), están formados por cinco elementos sutiles: sabda (sonido), sparsa (tacto), rupa (color y forma), rasa (sabor), gandha (olor) y por cinco elementos densos: éter, aire, fuego, agua y tierra. El Yoga pretende la separación del prakriti y el purusha.
15     Trascender los pares de opuestos (dvandva); bueno-malo, positivo-negativo, placer-dolor. Superar tal limitación e instalarse en el dominio de la no-dualidad (advaitam), es lo necesario para lograr la unión con la Realidad Última.

46.     Para un sabio dotado de visión espiritual, los Vedas tienen tanta utilidad como un pozo que ha sido cubierto por una inundación.
47.     Concentra tu mente en tu trabajo, pero nunca permitas que tu corazón se apegue a los resultados. Nunca trabajes por amor a la recompensa, y realiza tu trabajo con constancia y regularidad16.
48.     Realiza tu trabajo en la paz del Yoga, lejos de todo deseo egoísta; desapegado del éxito, tanto como del fracaso. La paz del Yoga es estable y permanente, pues trae equilibrio a tu mente.
49.     La acción realizada en la sabiduría del Yoga es muy superior a cualquiera otra realizada con fines interesados. Tu salvación está en la sabiduría. ¡Qué desgraciados son aquéllos que trabajan por una recompensa!
50.     La sabiduría lleva al hombre más allá de lo bueno y lo malo. Encuentra pues la sabiduría: el Yoga17 es la sabiduría en acción.
51.     Los sabios conocedores de la auténtica sabiduría ejecutan su trabajo desapegados de su recompensa. Y libres así de la esclavitud al nacimiento18, obtienen con seguridad la salvación.
52.     Una vez que hayas cruzado el profundo océano de Maya19 estarás aún más allá de lo que hay escrito en cualquier escritura; ya sea de tiempos pasados o los que han de venir.
53.     Cuando tu mente esté confusa por la controversia de tantas escrituras contradictorias, deberás concentrarla en la contemplación divina: así alcanzarás la Meta Suprema del Yoga20.

ARJUNA:
54.     ¡Oh, Krishna! ¿Cuáles son los síntomas que permiten reconocer a un hombre sabio21, dotado de visión divina? ¿De qué modo habla? ¿Cuál es su silencio? ¿Cómo actúa?

16     Dharma es el cumplimiento del deber de un modo totalmente desinteresado. Es también traducido por: rectitud, justicia, recto discernimiento, camino del bien.
17     Yoga es la meditación para la unión con la Realidad Última. En consecuencia, el Yoga es el sendero espiritual que conduce a la fusión con lo absoluto. Literalmente, significa yugo, unión: es el equivalente al re-lígere latino de donde proviene el término religión.
18    La superación de la dualidad lleva a un estado de perfección, de liberación del samsara, por lo cual ya no se ha de volver a reencarnar para gozar o sufrir de las consecuencias del Karma, pues ha sido anulada.
19     Maya, es la materia que, formando el universo, se forma a sí misma. Es la ilusión del mundo, la ignorancia, el mundo relativo y engañoso que perciben nuestros sentidos y que debe ser superado para llegar a la unión con la Conciencia Universal.
20    Samadhi, o éxtasis en la contemplación de la Luz Divina, es la última etapa para lograr la liberación. Disolución total de la conciencia en la Santa Palabra: energía vital.
21    Jivanmukta, se llama así al liberado en vida: ha superado los obstáculos de prakriti pero aún permanece en el mundo relativo de los pares opuestos.

KRISHNA:
55.     Cuando un hombre se libera de todos los deseos que anidaban en su corazón, y por la gracia de Dios encuentra la dicha divina, entonces su alma descansa definitivamente en paz.
56.     El que no es perturbado por las penas ni anhela las alegrías, ya desapegado de los placeres y estando más allá de la pasión: éste es un sabio de mente equilibrada.
57.     Quien no se regocija en la fortuna y los bienes, ni se apena en el infortunio o la enfermedad; aquél que donde quiera que esté está libre de ataduras, sin duda posee suprema sabiduría.
58.     Quien, al igual que la tortuga, vierte su conciencia hacia dentro, replegando sus sentidos de atracción que ofrecen los placeres externos, éste posee ecuánime sabiduría.
59.     Cuando un hombre repliega sus sentidos, los placeres desaparecen, pero no el deseo de tenerlos. Éste sólo desaparece cuando el alma ha obtenido visión de lo supremo.
60.     La impetuosa voluptuosidad de los sentidos arrastra a la mente hacia las cosas externas, perturbando así a los hombres sabios, buscadores de la perfección.
61.     Hay que retraer la conciencia de los sentidos y verterla en la armonía interior sentándose pues en meditación y con devoción, el alma encuentra descanso en Mí. Cuando los sentidos están en armonía, se obtiene serena sabiduría.
62.     El apego surge del deleite en los placeres de los sentidos; del apego surge el deseo y del deseo, la lujuria y el ansia de posesión; y esto conduce a la pasión y a la ira.
63.     La pasión turba a la mente y merma la memoria, haciéndonos olvidar nuestro deber. Esto acarrea la insensatez, y la insensatez lleva al hombre a la destrucción.
64.     Pero el alma que a pesar de estar en el mundo de los sentidos, mantiene sus sentidos bajo control está libre de apego y descansa serena.
65.     En esta paz mental, toda tristeza o sufrimiento desaparecen, pues esa paz es sabiduría y en ella el corazón encuentra sosiego.
66.     Un hombre sin disciplina, jamás obtendrá sabiduría, ni tampoco contemplación. Sin contemplación no puede haber paz, y sin paz, ¿cómo puede haber gozo?
67.     Pues cuando la mente vaga tras los placeres de los sentidos, la pasión perturba su sabiduría, igual que el viento empuja un cascarón sobre las aguas.
68.     El hombre que aparta sus sentidos de los placeres externos obtiene serena sabiduría.
69.     Cuando es noche para los demás seres, el hombre disciplinado despierta a la Luz. Y lo que es día para los demás seres, para el sabio que puede ver, es noche.
70.     Al igual que todas las aguas fluyen hacia el océano, y no por eso el océano se desborda, el sabio, aunque le surjan deseos, permanece en unidad inquebrantable con su paz interior.
71.     El hombre que abandona el orgullo de la posesión, libre del sentimiento del “yo” y de “lo mío”, alcanza la paz suprema.
72.     Este es, oh Arjuna, el hombre que descansa en Brahman. Al reconocerle desaparece toda ilusión. Aunque esto ocurriese en el último momento de la vida de un hombre sobre esta tierra, éste puede alcanzar el Nirvana Supremo: este hombre encontrará paz en la unión con Dios.
         
        La traducción que publico como decía en el escrito anterior es de Julio Pardilla, por si queréis leer este maravilloso libro en su totalidad.

 

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