Pensando que lo escrito hace unos 3000 o 6000 años es lo suficientemente explícito en sus palabras, solamente recordar que la batalla más que con los demás, es con nuestros egos, que la batalla de la que habla es la del servicio y entrega a la Vida, a Dios, al Todo, cuando fuera de apegos alcanzamos el estado de trascendencia del ego y de Vacío.
MUNDO, ILUSION Y MUERTE
SANJAYA:
1. Elevóse el espíritu de Krishna, y así habló
a aquél cuyos ojos estaban llenos de lágrimas, sumido en la desesperación y la
pena, su amigo Arjuna.
KRISHNA:
2. Es indigno de un noble como tú dejarse
atrapar por el desaliento en el momento de la lucha. ¿Cómo es posible? Esto no
te hará ganar ni el cielo ni la tierra.
3. ¡No desfallezcas Arjuna! Esto no es propio
de un hombre como tú. Sobreponte a ese mediocre desaliento y levántate como el
fuego que quema todo lo que encuentra a su paso.
ARJUNA:
4. ¿Deberé disparar mis flechas contra el
hermano de mi abuelo, el grande y venerable Bhishma? ¿Deberé matar con mis
flechas a mi maestro Drona, por quien siento veneración?
5. Preferiría antes vivir de la mendicidad que
alimentarme con comida real sabiendo a sangre. No puedo matar a mis maestros,
aunque ahora estén turbados por la codicia; aún son mis sagrados maestros.
6. No sé cual de los dos bandos sería mejor
que ganase. No sé si desearía vivir después de ver muertos a los hijos de mi
tío el rey Dhritarashtra.
7. En lo más profundo de mi alma, siento
desolación. Mi mente no puede discernir cuál es mi deber. Como tu discípulo,
vengo a Ti en súplica, en Ti busco refugio; por favor, sé la luz que aparte la
oscuridad de mi confusión.
8. Ni el reino de este mundo entero, ni el
reino de los dioses en el cielo, pueden apaciguar el fuego de la pena que quema
mis entrañas.
SANJAYA:
9. Así habló Arjuna, completamente abatido, al
ecuánime Krishna: “¡No lucharé!”, dijo, y quedó en silencio.
10. Krishna sonrió a Arjuna con ternura. Y
allí, entre los dos ejércitos, la voz de Dios se manifestó con estas palabras:
KRISHNA:
11. Te afliges por quienes no lo merecen, y tus
palabras no son palabras de sabiduría. Un sabio no siente lástima por los que
viven, ni tampoco por los que mueren. La vida y la muerte no son diferentes.
12. Siempre hemos existido: tanto yo, como tú,
como esos reyes. Y existiremos por siempre y para siempre.
13. Al igual que el alma experimenta la
infancia, la juventud y la vejez, sin verse afectada por las mutaciones de este
cuerpo; así también tomará otro cuerpo después de la muerte. En un sabio no
cabe duda acerca de esto.
14. ¡Oh, Arjuna! El mundo de los sentidos nos
produce sensaciones de frío y de calor, de placer y de dolor. Todas estas
sensaciones vienen y se van; son transitorias. ¡Elévate sobre ellas, alma
vigorosa!
15. El hombre que no es afectado por los
sentidos; ni por el placer ni por el dolor, éste es merecedor de vida eterna.
16. Lo irreal nunca ha existido; lo Real nunca
ha dejado de existir. Con certeza, esta verdad sólo la han podido entender los
auténticos buscadores de la verdad.
17. El
Espíritu es indestructible e imperecedero; todo lo penetra. Nadie puede
destruir ese Ser Inmutable.
18. A pesar de que estos cuerpos tendrán un
fin, habita en todos estos cuerpos, mas está más allá del tiempo: el Espíritu
es inmortal e infinito. Así pues, ¡participa en la lucha, noble guerrero!
19. Tanto el que piensa que el alma mata, como
el que cree que puede ser muerta, ambos son ignorantes. Ni puede matar ni puede
ser muerta.
20. El Espíritu nunca nace y nunca muere: es
eterno. Nunca ha nacido, está más allá del tiempo; del que ha pasado y el que
ha de venir. No muere cuando el cuerpo muere.
21. Cuando un hombre reconoce el Espíritu como
no nacido, imperecedero, inmutable e indestructible, ¿cómo podría este hombre
matar o ser muerto?
22. Al igual que un hombre se quita un vestido
viejo y se pone otro nuevo, el Espíritu abandona su cuerpo mortal para tomar
otro nuevo.
23. Ningún arma puede herir al Espíritu, ni el
fuego puede quemarlo, ni el agua puede mojarlo, ni el viento puede arrastrarlo.
24. Más allá del poder del fuego, de la espada,
del agua y del viento, el Espíritu es eterno, inmutable, omnipresente,
inamovible, y siempre uno.
25. El Espíritu está más allá del cambio y del
pensamiento; los ojos mortales no pueden verlo. Reconoce que el Espíritu es lo
único que permanece y cesa de sollozar.
26. Aunque el alma estuviese destinada
irremisiblemente al ciclo de nacimientos y muertes una y otra vez, no deberías,
aún así, sentirte turbado por la tristeza.
27. Ciertamente, todo lo que tiene un principio
ha de tener un fin. La muerte es el final seguro para quien ha nacido. Pero es
igualmente seguro que quien ha muerto ha de renacer. Así pues, no deberías
afligirte por lo inevitable.
28. Invisibles son todos los seres antes de su
nacimiento, e invisibles volverán a ser después de su muerte. Sólo en el
transcurso entre estos dos estados invisibles, resulta posible que los podamos
ver. Siendo esto verdad, ¿por qué afligirse?
29. Alguien puede creer en el Espíritu, como la
visión de una maravilla, y nos lo describe como tal. Mientras que otros tan
sólo han oído que es maravilloso; pero aún habiéndolo oído, ninguno de los dos
lo conoce en verdad.
30. El Espíritu inmortal mora en todos los
seres y la muerte no puede afectarlo. Reponte, pues, de tu tristeza.
31. Por esto, piensa en tu deber y no dudes. No
hay mayor honor para un guerrero que participar en una lucha por el
restablecimiento de la virtud.
32. ¡Oh, Arjuna! Hay una batalla que ganar
antes de que nos sean abiertas las puertas del cielo. ¡Felices son aquéllos
guerreros cuya actitud es participar en esa guerra!
33. Y no luchar por la justicia es traicionar
tu deber y tu honor; es despreciar la virtud.
34. Los hombres hablarán de tu deshonor, tanto
ahora como en tiempos venideros. Y para un hombre noble, el deshonor es peor
que la muerte.
35. Los guerreros dirán que por miedo
desertaste del campo de batalla. Y todos aquéllos que antes te hacían
alabanzas, ahora te harán escarnio.
36. Tus enemigos te llevarán al descrédito
poniéndote en ridículo, olvidando tus proezas y diciendo cosas indignas de ti.
¿Puede haber, para un guerrero, mayor vergüenza que ésta?
37. Si mueres, obtendrás gloria en el cielo. Y
si sales victorioso, obtendrás tu gloria en la tierra. Así pues, ¡levántate,
Arjuna, con tu ánimo listo para la lucha!
38. Permanece en paz, tanto en el placer como
en el dolor; en la victoria, tanto como en la derrota; tanto si ganas como si
pierdes. Prepárate para la guerra con tu alma tranquila; si estás en paz, no
hay pecado.
39. Así pues, escucha la sabiduría del Yoga:
camino de la libertad de ataduras y de lo eterno. Ésta es la sabiduría Sankhya:
la visión de lo eterno.
40. En este camino, ningún esfuerzo es baldío,
ni existe posibilidad de desgracia. Hasta el más mínimo progreso supone
liberación de tus miedos.
41. El único pensamiento que debe ocupar la
mente de quien anda este camino es determinación. La mente de aquéllos que no
tienen determinación desvaría perturbada por un aluvión de pensamientos.
42. Hay hombres que, aun careciendo de visión
espiritual, hablan ostentosamente con versatilidad y usando muchas palabras;
siguen los Vedas13
al pie de la letra y afirman que eso es todo lo que hay que saber.
43. Sus almas están embadurnadas con deseos
mundanos y sólo buscan la satisfacción de deseos materiales. La recompensa para
éstos es nacer una y otra vez.
44. Aquéllos que aman el poder y el placer, se
entregan a esas experiencias, carecen de la firme determinación, necesaria para
hacerse uno con el Uno. Ejecutan ceremonias que les prometen poder y placeres.
45. El mundo de los Vedas está sometido a las
influencias de los tres Gunas14. ¡Oh, Arjuna! Elévate y líbrate de ellos;
permanece en la Verdad que está más allá de todos los pares de opuestos15.
Ve más allá de las posesiones y las ganancias. ¡Recupera tu propia alma!
13 Los cuatro Vedas: Rig-Veda, Yajur-Veda,
Sama-Veda y Atharva-Veda, junto con algunos Upanishads, forman el cuerpo de los
libros ortodoxos de la India, conocido como Sruti (lo oído), esto es, el cuerpo
de la Revelación. La otra gran división es la Smriti (lo recordado), término
con el que se designa a los libros no basados en la revelación directa, sino en
la tradición. A este último grupo pertenecen los Sutras (enseñanzas de sabios y
Maestros así como obras jurídicas y textos sobre rituales menores), los Puranas
(antologías de leyendas, cosmogonías y saber teológico, astronómico y natural).
El Ramayana, el
Mahabharata y los Trantras (recopilaciones relativamente cercanas, a las que se conocen con el nombre de quinto Veda, por cuanto se supone que fueren directamente reveladas por Shiva) están dentro de los Purana.
Mahabharata y los Trantras (recopilaciones relativamente cercanas, a las que se conocen con el nombre de quinto Veda, por cuanto se supone que fueren directamente reveladas por Shiva) están dentro de los Purana.
14 Los Gunas o elementos constitutivos de la
materia son tres: Sattva, (estado ideal, perfección, claridad, quietud), Rajas
(actividad creativa), y Tamas (oscuridad, inercia abúlica, ceguera espiritual).
Sattva es la armonía, Rajas es la actividad, la pasión, la fuerza que nos ayuda
en la lucha por la vida, y Tamas es el caos, lo inerte, lo obtuso. De la
combinación de los tres Gunas surge el antahkarana (órgano interno) compuesto
por otros tres derivados:
— Ahankara: el hacer (kara), el yo (aham), lo
constituyen los órganos de la percepción y nerviosomotrices; transmite a el
buddhi los datos de la conciencia. Estos datos los atribuye equivocadamente al
alma, que se halla presente sin participar, pero sin la cual nada sería
posible.
— Buddhi: es el juicio, la discriminación. Abarca
la totalidad de las experiencias transmitidas por ahankara. Es el principio que
se halla tras las funciones del yo.
— Manas: el intelecto está relacionado
directamente con ahankara. Es el encargado de recibir, coordinar y transmitir
las informaciones y las impresiones recibidas a través de los sentidos.
Ahankara, por su parte, está dividida en dos
grupos:
— Las diez funciones; admiten una doble vertiente constituida
por los cinco jinanendriya y los cinco karmendriya. Los primeros son los
órganos de la percepción (vista, oído, gusto, olfato y tacto). Los segundos son
los órganos de la acción (lengua, manos, pies, los órganos de la excreción y
los reproductores).
— Los cinco tanmatras (segunda división de ahankara), están
formados por cinco elementos sutiles: sabda (sonido), sparsa (tacto), rupa
(color y forma), rasa (sabor), gandha (olor) y por cinco elementos densos:
éter, aire, fuego, agua y tierra. El Yoga pretende la separación del prakriti y
el purusha.
15 Trascender los pares de opuestos
(dvandva); bueno-malo, positivo-negativo, placer-dolor. Superar tal limitación
e instalarse en el dominio de la no-dualidad (advaitam), es lo necesario para
lograr la unión con la Realidad Última.
46. Para un sabio dotado de visión espiritual,
los Vedas tienen tanta utilidad como un pozo que ha sido cubierto por una
inundación.
47. Concentra tu mente en tu trabajo, pero
nunca permitas que tu corazón se apegue a los resultados. Nunca trabajes por
amor a la recompensa, y realiza tu trabajo con constancia y regularidad16.
48. Realiza tu trabajo en la paz del Yoga,
lejos de todo deseo egoísta; desapegado del éxito, tanto como del fracaso. La
paz del Yoga es estable y permanente, pues trae equilibrio a tu mente.
49. La acción realizada en la sabiduría del
Yoga es muy superior a cualquiera otra realizada con fines interesados. Tu
salvación está en la sabiduría. ¡Qué desgraciados son aquéllos que trabajan por
una recompensa!
50. La sabiduría lleva al hombre más allá de lo
bueno y lo malo. Encuentra pues la sabiduría: el Yoga17 es la sabiduría en acción.
51. Los sabios conocedores de la auténtica
sabiduría ejecutan su trabajo desapegados de su recompensa. Y libres así de la
esclavitud al nacimiento18, obtienen con seguridad la salvación.
52. Una vez que hayas cruzado el profundo
océano de Maya19
estarás aún más allá de lo que hay escrito en cualquier escritura; ya sea de
tiempos pasados o los que han de venir.
53. Cuando tu mente esté confusa por la
controversia de tantas escrituras contradictorias, deberás concentrarla en la
contemplación divina: así alcanzarás la Meta Suprema del Yoga20.
ARJUNA:
54. ¡Oh, Krishna! ¿Cuáles son los síntomas que
permiten reconocer a un hombre sabio21, dotado de visión divina? ¿De qué modo
habla? ¿Cuál es su silencio? ¿Cómo actúa?
16 Dharma es el cumplimiento del deber de un
modo totalmente desinteresado. Es también traducido por: rectitud, justicia,
recto discernimiento, camino del bien.
17 Yoga es la meditación para la unión con la
Realidad Última. En consecuencia, el Yoga es el sendero espiritual que conduce
a la fusión con lo absoluto. Literalmente, significa yugo, unión: es el
equivalente al re-lígere latino de donde proviene el término religión.
18 La superación de la dualidad lleva a un
estado de perfección, de liberación del samsara, por lo cual ya no se ha de
volver a reencarnar para gozar o sufrir de las consecuencias del Karma, pues ha
sido anulada.
19 Maya, es la materia que, formando el
universo, se forma a sí misma. Es la ilusión del mundo, la ignorancia, el mundo
relativo y engañoso que perciben nuestros sentidos y que debe ser superado para
llegar a la unión con la Conciencia Universal.
20 Samadhi, o éxtasis en la contemplación de
la Luz Divina, es la última etapa para lograr la liberación. Disolución total
de la conciencia en la Santa Palabra: energía vital.
21 Jivanmukta, se llama así al liberado en
vida: ha superado los obstáculos de prakriti pero aún permanece en el mundo
relativo de los pares opuestos.
KRISHNA:
55. Cuando un hombre se libera de todos los
deseos que anidaban en su corazón, y por la gracia de Dios encuentra la dicha
divina, entonces su alma descansa definitivamente en paz.
56. El que no es perturbado por las penas ni
anhela las alegrías, ya desapegado de los placeres y estando más allá de la
pasión: éste es un sabio de mente equilibrada.
57. Quien no se regocija en la fortuna y los
bienes, ni se apena en el infortunio o la enfermedad; aquél que donde quiera
que esté está libre de ataduras, sin duda posee suprema sabiduría.
58. Quien, al igual que la tortuga, vierte su
conciencia hacia dentro, replegando sus sentidos de atracción que ofrecen los
placeres externos, éste posee ecuánime sabiduría.
59. Cuando un hombre repliega sus sentidos, los
placeres desaparecen, pero no el deseo de tenerlos. Éste sólo desaparece cuando
el alma ha obtenido visión de lo supremo.
60. La impetuosa voluptuosidad de los sentidos
arrastra a la mente hacia las cosas externas, perturbando así a los hombres
sabios, buscadores de la perfección.
61. Hay que retraer la conciencia de los
sentidos y verterla en la armonía interior sentándose pues en meditación y con
devoción, el alma encuentra descanso en Mí. Cuando los sentidos están en
armonía, se obtiene serena sabiduría.
62. El apego surge del deleite en los placeres
de los sentidos; del apego surge el deseo y del deseo, la lujuria y el ansia de
posesión; y esto conduce a la pasión y a la ira.
63. La pasión turba a la mente y merma la
memoria, haciéndonos olvidar nuestro deber. Esto acarrea la insensatez, y la
insensatez lleva al hombre a la destrucción.
64. Pero el alma que a pesar de estar en el
mundo de los sentidos, mantiene sus sentidos bajo control está libre de apego y
descansa serena.
65. En esta paz mental, toda tristeza o
sufrimiento desaparecen, pues esa paz es sabiduría y en ella el corazón
encuentra sosiego.
66. Un hombre sin disciplina, jamás obtendrá
sabiduría, ni tampoco contemplación. Sin contemplación no puede haber paz, y
sin paz, ¿cómo puede haber gozo?
67. Pues cuando la mente vaga tras los placeres
de los sentidos, la pasión perturba su sabiduría, igual que el viento empuja un
cascarón sobre las aguas.
68. El hombre que aparta sus sentidos de los
placeres externos obtiene serena sabiduría.
69. Cuando es noche para los demás seres, el
hombre disciplinado despierta a la Luz. Y lo que es día para los demás seres,
para el sabio que puede ver, es noche.
70. Al igual que todas las aguas fluyen hacia
el océano, y no por eso el océano se desborda, el sabio, aunque le surjan
deseos, permanece en unidad inquebrantable con su paz interior.
71. El hombre que abandona el orgullo de la
posesión, libre del sentimiento del “yo” y de “lo mío”, alcanza la paz suprema.
72. Este es, oh Arjuna, el hombre que descansa
en Brahman. Al reconocerle desaparece toda ilusión. Aunque esto ocurriese en el
último momento de la vida de un hombre sobre esta tierra, éste puede alcanzar
el Nirvana Supremo: este hombre encontrará paz en la unión con Dios.La traducción que publico como decía en el escrito anterior es de Julio Pardilla, por si queréis leer este maravilloso libro en su totalidad.
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