(19-II-78)
¡Oh, juventud que luchas!,
Por cambiar el mundo
en el que has nacido,
con luchas incruentas
que ya has perdido,
el mundo da vueltas,
vuelve al mismo camino,
cuando alborozado,
orgulloso y ufano,
piensas que es distinto,
solo tú has cambiado,
él, sigue siendo el mismo.Quizás de todas nuestras prepotencias, esta es la que más nos arruina la vida, la que destruye nuestros sueños, la que nos impide hacer que el mundo de la utopía se haga realidad.
La de
pretender cambiar el mundo, la sociedad. Tratar de que el mundo sea mejor, la
sociedad más justa. La humanización del mundo y la sociedad.
Es nuestro
sueño, nuestra meta, nuestro deseo.
Pero, ¿Dónde
queda la Libertad?
La sociedad
soñada será una utopía, mientras no seamos capaces de verla como realidad,
porque nosotros la hagamos realidad, no en el mundo o la sociedad, sino en
nosotros mismos.
No es la
juventud una cuestión de edad, sino de ilusión, de sueño, de confianza de que
la utopía es posible.
Pero hay que ser también adulto, no por
la edad, sino por el conocimiento de que el cambio es en nosotros, que somos el
mundo y el espíritu de la sociedad.
El cambio lo tengo que realizar en Mí,
es el comienzo del cambio, porque comenzamos a ser adultos.
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