Cuando le
preguntaron a Buda por el Dharma del budismo, dijo que habría mil años en los
que se engrandecería y expandiría, otros mil en los que se perdería el espíritu
del Dharma pero se mantendría en la palabra, los siguientes mil serían de
decadencia.
Si miramos
las religiones, en el principio siguen el mismo ciclo que el budismo,
estableciendo una convivencia que nos acerca a la humanidad y a la
espiritualidad.
Podemos verlo
en múltiples civilizaciones, en las que tras un gran avance social, comenzaba el
uso de la religión para conseguir lo que se desea, las recompensas prometidas y
para ello se pasaba de las ofrendas a los sacrificios, en el siguiente es
cuando unos se destruyen a los otros y el comienzo de un nuevo dios, que traerá
unas nuevas formas, ritos y apariencias.
Podemos ver
la decadencia y las guerras egipcias, debido a los cambios de dioses, o los
sacrificios que se hacían, incas, aztecas, romanos, griegos, los dioses de los
bárbaros y de cualquiera de las civilizaciones antiguas.
Incluso en el
budismo, ha habido épocas en las que al estar cerca del poder, persiguieron a
las nuevas enseñanzas que venían a reemplazarlas, a veces a mejorarlas,
llegando a destruir o al menos intentarlo a los que llevaban la nueva forma de
ver, explicar y practicar el budismo.
En el
cristianismo, ha habido épocas de oscuridad, tenemos a la Inquisición, en la
que el absolutismo de la interpretación de la letra, de las enseñanzas de Jesús,
nos llevó a las horas más bajas del cristianismo en cuanto a espiritualidad y
seguir las Enseñanzas de Cristo. Es en la enseñanza de: “He venido a cambiar la ley del talión mosaica del ojo por ojo, para
traer la ley del Amor, amarás a Dios y al prójimo, así como a ti mismo”, donde está el Espíritu de su enseñanza.
Pero llegamos
a la interpretación de la letra, en la que solamente era aceptada la
interpretación de los que mandaban, olvidando que el cristianismo solamente
puede ser interpretado desde el corazón, por ser el cambio que Jesús, aportó al
judaísmo, “el Amor es lo más importante”.
Pero llegó la
época oscura que ataca el espíritu de las religiones, quedando la Inquisición
como la parte más baja en humanidad del cristianismo. Ha habido otras épocas,
en las que la letra del Evangelio ha sido interpretada por las circunstancias
sociales de las diferentes épocas, difícil por tanto de enjuiciar con las
condiciones y situación social actual.
De la misma
manera, han pasado los 600 años, de diferencia de cristianismo e Islam. En él
ha llegado la misma oscuridad de tantas religiones en el pasado, de las que no
hemos aprendido a mantener la luz, olvidando una vez más que no hay religión
sin Amor, sin Humanidad.
Está el Islam,
en la misma época de la Inquisición. Ha llegado a su época oscura en la que la
humanidad, el amor, y el conocimiento del espíritu de las enseñanzas de Mahoma, ha
sido sustituido por la interpretación sesgada de la letra. Una religión que
tiene como enseñanza el amor y la convivencia, ha encontrado en su interior el
nacimiento de la ignorancia que lleva a sus seguidores al odio indiscriminado,
pues no necesita nada real para poder ejercerlo, es su año 1600 el del comienzo de vida
Inquisitorial, de pérdida del respeto por la vida, por los demás y por sí
mismos. Siendo lo peor, que han perdido el respeto por la propia enseñanza de
Mahoma, y el Espíritu de Allah.
Pero son los propios musulmanes los
que tienen que salvar el mensaje del Islam, no es posible que alguien del
exterior pueda restablecer los valores que Mahoma enseñó. Es por ello que el
terrorismo, los asesinatos, la intolerancia, la falta de humanidad con la que
una parte del Islam, está expandiendo la enseñanza de Allah, escrita y explicada por Mahoma, solamente puede ser cambiada por los propios amantes de estas
enseñanzas. Son ellos los que deben de combatir a los que insultan
verdaderamente a su religión, porque no son los que practican enseñanzas o
religiones diferentes los que insultan las enseñanzas del Corán, el Espíritu de
Allah, sino aquellos que pierden la humanidad y se convierten en asesinos en su
nombre.
Ningún Dios que enseña el Amor, puede
aceptar la deshumanización en su nombre.
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