Tratamos de erradicar la pobreza, llevando
bienes y comida a los lugares donde vemos pobreza.
Si miramos a nuestra Madre Tierra, su
riqueza no reside en lo que tiene, siendo que es la que lo tiene todo, incluso
a nosotros.
Su riqueza consiste en su expresión de
Humanidad, “Alimentando a cuanto existe en ella”.
Cuando alguna especie aumenta, enriqueciéndose.
Crece el número de sus depredadores, equilibrando de nuevo el estado de riqueza
de todos.
Pero es el hombre el que piensa que el
equilibrio, el progreso, la humanización del planeta, está en poder aumentar su
bienestar. Eliminando plantas para criar las que sirven para su bienestar, esto
hace que especies animales mueran. Que para criar las que nos alimentan,
extingamos a las que no nos dan de comer.
Hemos entrado no en el equilibrio de la
Humanidad, sino en el del Yin y el Yang.
Aumentar la riqueza o el bienestar,
aumenta la pobreza en otra parte, porque es el equilibrio de la dualidad.
Lo hemos visto a lo largo de los tiempos:
en tribus, naciones, civilizaciones, el enriquecimiento de una conlleva el
empobrecimiento de las de alrededor, el enriquecimiento material, conlleva el
empobrecimiento moral o espiritual.
Si un día conseguimos el bienestar y una
sociedad aparentemente justa para todas las personas, solamente será con el empobrecimiento
de la Madre Tierra, desprovista de sus minerales, de plantas, de aguas y aire
limpios, sin la mayoría de sus especies.
No
podemos establecer un equilibrio, beneficiando o contemplando el bienestar de
una sola especie, porque ello conllevará la destrucción del bienestar y
riqueza, de todas las demás especies y sobre todo el de nuestra Madre Tierra.
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