Ayer en la
tertulia “El Cascabel” de 13tv., se volvía a entrar en el tema recurrente de
que si Rajoy renunció a presentar su candidatura y Sánchez la ha presentado, si
PSOE logra un pacto con Ciudadanos, el PP debería abstenerse y posteriormente
votar a favor de que deroguen todo lo que ha hecho estos cuatro años, las leyes
que decidan hacer ellos, cuanto se les ocurra: reforma constitucional, ley de
Educación, nueva reforma laboral, todo ello por el bien de España y sus
ciudadanos.
Los tertulianos
eran tres socialistas: José Cepeda de la ejecutiva del PSOE, Cristina Alberdi
ex ministra, M. Pau Domínguez periodista pienso que de ideas socialistas, Graciano
Palomo periodista pienso que de ninguno de los dos, Edurne Uriarte, catedrática
y Francisco Maluenda director de periódico, de ideas cercanas al PP. Una de las
preguntas recurrentes de los tertulianos de ideas cercanas al PSOE, fue: “Por
qué Rajoy no presentó su candidatura al Rey”. No, no lo sé, nunca he hablado
con Rajoy, no tengo el menor interés en hacerlo, no me gusta como dirigente y a
pesar de ello si hay nuevas elecciones y se presentan los que hay, iré a
votarle, a pesar de que no suelo ir a votar a ninguno, por su inutilidad.
Recuerdo que
en mi época de juventud, debido a mi economía, cuando salía con una amiga, desde
el principio nunca tuve problemas en que pagase a medias, ella sola, o yo. Siempre
dependió del dinero que teníamos cada uno y del sitio donde queríamos entrar. Me
lo afeaba mi madre, algunos amigos y conocidos, porque en aquella época el que
pagaba era el hombre. Si salías con una amiga, al llegar al cobrador solían
pasar para que tú pagases, por lo que antes de llegar yo la decía que no tenía
dinero o que si íbamos caminando o a otro sitio. Si ella lo tenía y deseaba
pagar, nunca la dije que me diese el dinero para pagar yo, que era la costumbre,
sino que si el dinero era de ella, que ella pagase. Esto hizo que algunas amigas
no saliesen conmigo, que me llamasen tacaño los amigos, pero cuando no he
tenido, no he tenido problemas en decir “no tengo”, dejando a los demás elegir
lo que querían hacer.
En caso de
haber ido a un restaurante a comer con una amiga, y no tener dinero para pagar,
lo natural en mí habría sido decirlo y no entrar.
Si mi amiga
deseaba tanto entrar y comer en ese lugar, podría entrar, explicar la situación
al dueño, tratando de encontrar la manera de poder invitar a mi amiga sin
dinero, esperando conseguir el postre. Si me decían desde el principio que: no
había necesidad de fregar platos, que el día de la caridad era entre semana,
que de ninguna manera me dejarían comer en ese lugar, le diría a mi amiga que
no podíamos comer, aún a sabiendas de que estaba perdiéndome el postre.
Si le hubiese
dado a probar a mis amigos, a la muchacha que me acompañaba (Municipales y Autonómicas).
Si lo único que me interesaba era conseguir el “postre”, por la información de
los amigos, sabía de lo adictiva que era y lo que me podía dar. Si hubiera
estado dispuesto a cedérsela un rato o compartirla al dueño del restaurante, o
al camarero, si hubiese estado dispuesto a prostituirme hasta donde fuese
necesario, por el “postre”, probablemente habría entrado con total tranquilidad
con mi acompañante, pedido la carta, comido, tomado una copa y un cigarro, café,
y posteriormente decir que no tenía dinero.
Que me
pidiesen lo que quisiesen mío o de mi amiga, que estaba dispuesto a darlo sin ser mío, por conseguir el "postre".
Pero esa
amiga llamada Patria, España, Hogar de todos sus Hijos, no es alguien a quien
podamos en un arrebato de deseo de poder, invitar a un sitio sin tener nada que
ofrecer, intentando pagar con sus favores, estando dispuesto a prostituirla o
prostituirme, por conseguir el “postre”, del poder sobre ella.
A veces,
decir que no tienes dinero, es una muestra de dignidad, aunque para algunos
parezca una renuncia. Mientras que la osadía de entrar y pedir, sabiendo que
estás dispuesto a prostituir lo que sea por conseguirla, no a ella, sino una
mierda de poder, que no sabes usar, es no tener dignidad.
A veces no se
renuncia por falta de amor o deseo, sino por decencia, dignidad y amor. No sé
por qué lo hacen los demás, pero sé por lo que yo lo haría. Hubo amigos a los
que renuncié, por invitar solamente por el postre, sin llegar a prostituirse o
hacerlo con la que decían amar.
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