Ayer hacía
este comentario en uno de los artículos, por la respuesta supongo que no está
bien explicado lo que quería decir. Pienso que es importante para tantos
españoles que están intentando revivir la memoria histórica, tratando de
juzgar, castigar y hacer justicia, con uno de los lados de nuestra guerra. Es según
mi opinión la venganza de los perdedores, que de alguna manera tratan de
envenenar el corazón de los que habían pasado página de algo que siempre es
mejor olvidar, no borrarlo del recuerdo, sino de nuestros corazones. Porque incluso
las cosas buenas hay que consérvalas en el corazón, borradas de la memoria. Cuanto
más las malas, que nos envenenan la vida e incluso cuando conseguimos vengarnos
nos destrozan la capacidad de amar.
El comentario
era: “Creo que algunos verán las noticias en
la tele o al menos la verán en periódicos o leerán libros, quizás escuchen la
radio, porque hay noticias de guerras cada día, pienso que ninguna es diferente
los resultados que en la nuestra. Sin importar de qué ideas son. Al seguir con
los odios, lo que se hace es seguir en guerras, salir de ellas sería lo
necesario que habría que guardar en la memoria”.
En las
novelas del Oeste, recuerdo que los confederados eran expoliados por los
unionistas al acabar la guerra, pero había bandas y grupos de confederados que
robaban y asesinaban, considerados patriotas por los estados del Sur. Tras la
guerra hubo expolios, asesinatos, proliferaron los asesinos y bandoleros, se
mataban por los terrenos, por el dinero, por el poder.
No he oído de
ninguna guerra en la cual ambos bandos, no hayan atropellado los derechos del
otro bando, asesinaran, expoliaran, rebajaran y abusaran del contrario cuando
vencían, y acusaran de hacerlo los otros cuando perdían.
Tampoco he oído,
leído o escuchado, que un perdedor no prometa venganza y no esté dispuesto a
ser más ruin, miserable y despiadado, si llega a vencer.
Tenemos las
bandas albano-cosovares, las de todos los países que han estado en guerra o han
salido del “telón de acero”, las de los terroristas de todo tipo, las de
cualquier residuo de odio que haya llevado a la guerra o a la separación de las
gentes del pueblo en bandos.
Están las
mafias, los adoctrinadores tratando de alcanzar venganzas, los que nunca
tuvieron poder y quieren alcanzarlo, los que tratan de crear la separación entre
las gentes por una razón u otra.
A pesar de
ello, tratamos de revivir lo que hizo una mitad de la guerra, enjuiciarlo y
vengar lo que hicieron con los perdedores.
Nunca hay
totalmente inocentes en una guerra, aparte de los niños, que son masacrados por
los dos bandos. No se les masacra por matarlos, sino por sembrar el odio en
ellos, el miedo que lleva a la violencia, el adoctrinamiento de que los malos
son los otros. Porque no hay guerra sin soldados, sin alguien que maneje las
armas de destrucción, que no suelen ser los que subirán al poder, los ideólogos,
los adoctrinadores. Los que disparan y usan las armas, son el pueblo, con sus
odios y envidias, con sus deseos de tener más que los demás, con pisotear a las
minorías, o con gobernar a las mayorías, con la imposición de los ideales, pero
siempre siendo el rebaño de alguien ambicioso.
El resultado
es siempre el odio y el deseo de venganza, que son las riendas con las que los
ambiciosos dirigen y gobiernan la ignorancia y el borreguismo del pueblo. Hace años
que terminó la guerra, hace años que se decidió olvidar, debería de hacer
milenios que deberíamos ser personas que no permiten que el corazón se les
pueda sembrar de odio y discriminación, que solamente vean lo que le dicen.
El no olvidar
es haber aprendido, no hay que ir a la guerra para ver y saber sus
consecuencias y que no hay bando que no cometa atrocidades. Aprender significa
no cometer los mismos errores durante siglos. Que no haya guerras, no es
conseguir la última venganza o exterminar a los contrarios, sino que haya paz y
amor en nuestros corazones.
Hay quien
tratando de alcanzar el poder, nos recuerda las separaciones de hace siglos,
las guerras del pasado, lo que hicieron los otros, tratando de crear
separaciones en el camino hacia la humanidad, tratando de revivir los odios que
nos llevaron a la miseria y a vivir en el odio.
Olvidar no es
no recordar, sino que en lugar de odio, tratemos de convivir mejor en el amor,
que tratemos de cicatrizar y reparar en lo posible los errores del pasado, pero
antes que los errores de los otros, los nuestros. Porque la paz, la felicidad,
el progreso, no están en el odio o la venganza, sino en la convivencia y el
esfuerzo unido en una sola meta. En la aceptación de las diferencias, en la
aceptación de que el pasado solamente debe quedar en lo que hemos aprendido
para mejorar.
Convivir, no
es en el aborregamiento, en seguir las leyes, sino en ser individualidades que
conviven en el amor.
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