No pretendo molestaros

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Yui Shin

viernes, 24 de junio de 2016

YO


          Quién es el que no busca algo mejor, unas veces es la situación económica, otras la familiar, la amorosa, la del conocimiento, la espiritual o la física. Todos buscamos mejorar los aspectos de nuestra manifestación en la Vida.
          A veces pensamos que es en lo material en lo que la mayoría de la gente piensa sus mejoras, otra parte piensa que la mayoría busca en lo amoroso el encontrar una vida más satisfactoria, luego están los buscadores, que quieren encontrar a Dios, al Espíritu, al Ser, para no solamente mejorar ellos sino la Vida misma.
          Pero en todas las búsquedas hay un denominador común: “El yo que queremos que mejore”.
          Es natural que en lo físico y en la salud, lo que más prime sea el “yo”, a pesar de que no podremos hacerlo sin la mejora de todos, incluyendo a más que las personas.
          Es natural que deseemos mejorar económicamente, pero no encontraremos una verdadera satisfacción fuera del ego, hasta el momento que la mejora sea general.
          Que exista un “yo” en el amor, es más complicado, pues solamente en el sentimiento existe ese yo. En general, la mayor preocupación del “yo” en el amor, es en cómo es amado o cómo quiere ser amado. Es el amor que recibe de los demás lo importante, a los cuales amará en correspondencia del amor recibido. Mirando las frases que se escriben acerca del Amor, la mayoría expresan el amor que recibimos o tenemos que recibir para que sea amor.
          Pero es en la búsqueda espiritual, donde se ve extraño ese “yo”, una búsqueda del Todo, en el que hay un “yo”, que le busca, que le encuentra, que mejora, que evoluciona, que permanece individual e independiente dentro de Dios, el Espíritu o el Ser.
          Según Mirdad, personaje del “Libro de Mirdad”, Yo es la Palabra Sagrada, la Palabra de Dios prohibida en la búsqueda espiritual durante siglos. Pero es la Palabra, Sagrada y Divina, la que nos lleva a las máximas cotas espirituales.
          Nuestra búsqueda esta llena de “yo”, en el cual vemos nuestra individualidad separada buscando su bienestar sin pensar en los demás, o incluirlo en el ansiado Todo, pero sin dejar de ser lo que somos en este momento: “Una célula, un átomo, consciente de su individualidad separada del resto de ese Todo”.
          El Yo Sagrado, es el del Todo, el del Absoluto, el del Amor, el del Vacío, Dios. No es que se prohibiera la Palabra, estaba prohibido pronunciarla, porque en la pronunciación está el ego de la separación, de la división, de la discriminación, pronunciación que no es solamente el sonido, sino de pensamiento, de actitud, que podamos percibir que hay una existencia que su individualidad está separada y no diluida en el Todo.
          Nuestra dificultad para vivir como Humanidad, nace de ese “yo”, que queremos conservar independiente o perceptible, en nuestra integración en otras individualidades. Creer que la Vida puede darnos la luz sin oscuridad, la buena salud sin enfermedad, el bien sin el mal, es solamente posible por esa misma separación existente en nuestra búsqueda, nuestra discriminación que al ser positiva hacia nosotros, tiene que ser negativa hacia los demás, que siendo positiva hacia el bien busca la destrucción, la negativa para el mal.

          Cuando nadie puede pronunciar la palabra, cuando la Palabra es el Silencio de la Voz de la Vida, de Dios, del Vacío, del Amor, solamente entonces surge el Yo, que no busca, que no evoluciona, que no encuentra, cuando no hay nada que perciba Yo, es entonces cuando solamente resuena la Palabra Sagrada, el Yo, de la Voz del Silencio en el Vacío.

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