Hace
siglos que el bueno de Joshu, Zhaozhou (Chao Chou) en chino, le dijo a un
discípulo que: “El perro no tiene Naturaleza de Buda”.
Desde ese momento, hemos perdido parte de nuestra visión, tratando de mirar su dedo.
Me
pregunto, si el perro en cuestión tenía una vida miserable o feliz, de qué importancia sería si tenía o no Naturaleza de Buda, para su situación real.
Podemos
recurrir a que esta vida es un simple sueño, que es irreal, que es la parte
finita y dual de nuestra realidad. ¿Y qué?, su vida no sería diferente, sueño o
no sueño, real o irreal, qué puede
cambiar, que Joshu diga que la tiene o que no la tiene.
En
nuestros días, desde hace unos siglos también, nos recuerdan que hay que ver a
Dios en Todo. No importa dónde miremos debemos ver Su Esencia, lo que Joshu
llamó Naturaleza de Buda.
Ver
a Dios en: “La lluvia, la sonrisa en los ojos del
niño, en los amaneceres, o las noches estrelladas, ….”
Encontrarle
en: “La naturaleza, en los ríos, en los bosques, los océanos,
las montañas, las nubes,…”
Pero
solamente en lo positivo, ser felices porque es lo que Él desea, para lo que
nos ha creado. Un Dios que se expresa en la mitad de la Vida, que siendo
inexistente según muchos de los que nos dicen estas cosas, que piensan que lo único
real es el Mundo, el Universo que contemplamos, la Vida que percibimos, nos
pueden decir que es ese Dios inexistente, el que quiere que hagamos y vivamos
en un Libre Albedrío, sin más valores que los de la conveniencia de no crearnos
problemas.
Seguimos
pensando en el Dios de los libros, en el de las Religiones, en el de las
Filosofías, tradiciones o creencias transmitidas a través de los tiempos. Ese Dios
al que le mostró su dedo Joshu, que seguimos mirando.
Nuestro
problema no es el del conocimiento, el de no haber oído o leído, acerca de
Dios, tampoco es de fe o falta de religiosidad, nuestro máximo problema es de
ignorancia de nuestro propio idioma, en la mayoría de las lenguas, el concepto
de Dios encierra el de algo Absoluto y no sujeto a nacimiento o extinción. Es el
concepto al que llamamos Dios.
Por
lo tanto, no puede haber Dios en un mundo donde solamente veamos el aspecto
positivo de nuestro vivir.
Tampoco
puede haber Dios, en un mundo en el que estamos viendo y viviendo la Vida, que
también como concepto es Absoluta.
Podemos
decir que Dios existe o que no, que somos Dios o no, que tenemos Su misma
Naturaleza o que no.
Es
simplemente morir mirando el dedo de Joshu, no cambiar nada nuestra vida. Para
el perro era intrascendente si tenía o no Naturaleza de Buda, la respuesta de
Chao Chou, solamente agitó la mente del discípulo. Al igual que las religiones
nos las agitan a nosotros.
Lo
importante para el perro era, si era Buda o no lo era, porque es lo único que
realmente cambiaría su vida.
Lo
importante para Shakyamuni, no es lo que sufrió, la buena vida siendo príncipe,
los esfuerzos, los sacrificios realizados tratando de saber si tenía o no
Naturaleza de Buda. Lo verdaderamente importante es cuando lo fue.
Siendo
Todo, ese Todo necesita un espacio donde manifestarse, una posibilidad infinita
de manifestación, una capacidad de manifestarse de formas infinitas, por eso
tiene como Naturaleza el Vacío. El sacrificio de ser Nada para aceptar Todo sin
discriminación, necesita la Naturaleza del Amor.
Pero
para poder ser Buda, se necesita la Seidad. Más allá de que exista manifestación
o no, tiene que Ser para que haya Existencia. Es por ello que la Naturaleza del
Absoluto, de Dios de Buda, es el Vacío, donde es acogida la Existencia por el
Amor. Sin dejar de Ser Vacío, al Ser Amor la Existencia, la Nada es la Seidad
del Todo.
En
la Seidad, solamente existe la Felicidad, no como sentimiento o atributo de
algo, que solamente se expresa en la dualidad, sino como Naturaleza. El Sufrimiento,
en la Seidad, Es Sufrimiento, por lo tanto no puede sufrir.
Eso
es Ser lo que se Es, la Seidad: “Todo es perfecto cuando es lo que Es”.
Es bueno y sano maravillarnos con toda la creación. Desde la inmensidad del universo, al mirar el cielo en la noche, como con la suave textura de una flor. Con la vida misma, con nuestra evolución. Pero no debemos cerrarnos a lo que nos desagrada o a lo que nos causa tristeza o dolor. No conoceríamos la alegría sin sentir la tristeza. Ni el placer sin el dolor. Debemos vivir todo lo que Dios nos ha dado para vivir, porque para ello El lo creó.
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