A lo largo
del tiempo, ha habido aparentemente grandes cambios en el concepto que tenemos
de Dios, las personas, esas que buscan la Humanidad que pueda descansar en el
regazo de Dios.
Hemos adorado,
pedido, exigido y enfadado con los dioses de las individualidades, del bosque,
del río, del trueno, de la primavera, de la aldea, de las diferentes especies
animales, o de los que eran grandes y poderosos. Entre ellos, siempre ha habido
debido a su independencia en el Libre Albedrío, guerras, luchas, peleas por el
poder de sus respectivas áreas o la invasión o ingerencia de competencias del
otro.
Pero por
encima de ellos, siempre hubo un Dios coordinador o que tenía el poder de armonizar
sus relaciones. Hemos leído de luchas entre los dioses del verano y la
primavera, el fuego y el agua, el de la lujuria y la castidad, entre hadas y
brujas, en una perfecta dualidad, en la cual los opuestos manifiestan el equilibrio
del ahora, del momento.
Pasamos al
Olimpo, donde los dioses siguieron peleando, creando el equilibrio del Cielo y
la Tierra, dioses de galaxias, de mundos diferentes, todos ellos equilibrados y
armonizados por un Dios Supremo.
El advenimiento
del Monoteismo, con un solo Dios, No-nacido, Eterno y Absoluto, va surgiendo de
los cambios sociales y de la propia evolución del pensamiento y la capacidad de
abstracción del hombre.
No por ello,
pueden las religiones quitar los dioses acompañantes, naciendo bodhisattvas y
santos, o los seres perfectos que están a la altura de pequeños dioses, no se
puede evitar el equilibrio generado, por el Libre Albedrío de la Manifestación
de este Dios Absoluto. Tampoco la capacidad de elección necesaria para la
Libertad, en la Dualidad, el equilibrio entre los opuestos. Es imprescindible
en la Libertad, que lo que se origina sea como consecuencia de nuestras
decisiones, manifestando el Equilibrio de lo que Somos, por medio de nuestros
Actos y Pensamientos, de todo cuanto es nuestra manifestación.
Al final,
la Dualidad Suprema es: “Dios Absoluto-Creación
Dual, Ser Consciencia–Ser Conscientes, Ser-Estar, Vacío-Unidad”. Las células, los órganos, las partes, tienen conciencia
de existencia, por observación de lo que consideran fuera. La Unidad tiene
conciencia de existencia por lo que contempla dentro. El Vacío, el Absoluto, Es
Consciencia, sin poder ser consciente de dualidad o unidad, de Ser o No-ser,
permaneciendo inmutable en el cambio, por Ser
Eternamente: “Lo Absoluto”.
Este es el
Concepto actual de Dios: “Lo Absoluto, el
No-Nacido, Eterno, Todo”.
Pudiéndose mostrar
solamente, como Vacío, al no poder existir algo fuera de la Seidad de las
individualidades en un Todo. Al no poder percibirse en individualidades
separadas, ni en el interior del Todo.
Nosotros buscamos
en el exterior y no podemos encontrarle, por lo que proclamamos su
inexistencia. Nos dicen lo que tenemos que entender y mostramos nuestra
ignorancia de Él, al no ser algo nuestro su percepción.
Cualquier Dios que podamos percibir, no es el Dios
Absoluto, porque estamos fuera de Él.
Cualquier Dios,
que se relaciona con su Creación, no es el Dios Absoluto.
Buscar al
Dios Absoluto, dentro o fuera de nosotros, es buscarle en el cementerio de la
dualidad.
Somos nosotros,
los que hemos llamado docena al conjunto de doce cosas. Ella no tiene
existencia en sí misma, fuera de nuestro concepto. Pero obviamente hay agrupaciones
de doce individualidades, es algo que no puede ser destruido, podemos cambiar
su nombre, su concepto, pero la docena no sabe de su existencia, pues existe en
el Vacío de Ser lo que Es, es nuestro concepto el que estamos juzgando, lo que
estamos negando o afirmando.
Independientemente:
del nombre, de las definiciones, de lo que pensemos, hay un Absoluto que
existe, que se manifiesta, que no sabe de sí mismo, ni de sus partes, que
Acepta Ser, lo que son sus partes, sus individualidades, en Su Individualidad
de Seidad de Vacío.
Podemos
negar lo que hemos creado, pero El Dios Absoluto, seguirá Siendo, no por ser
Dios, sino por Absoluto.
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