No pretendo molestaros

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Yui Shin

martes, 15 de noviembre de 2016

EL ECO DEL MAESTRO


        Llamar al Vacío, para escuchar tu propia voz.
        Quién no ha estado en algún sitio donde se produzca el eco, gritando para escuchar su propia voz.
        Hay quien una vez lanzado su grito al vacío, espera un tiempo escuchando su propia voz, pura limpia y único sonido que percibe.
        Está el eco que solamente repite lo que ha sido gritado sin percibir las variaciones que se han producido. Es la actitud de la mayoría de las personas, vivir como eco de lo que les ha sido dicho o enseñado.
        Otras personas, perciben en la respuesta, el susurro del viento entre los árboles, el murmullo de lo manantiales y riachuelos, el volar de las nubes, y cuanto ha cruzado su camino con el grito que ha recorrido el vacío y retorna con la voz de lo que se ha cruzado en el viaje.
        Luego está el Maestro, que simplemente lanza su Verdad al Vacío.
        Su Verdad es aquello que es percibido por su Ser, de la propia Seidad. Limitado en su entendimiento, recurre a su ignorancia, siendo su Verdad, la pregunta lanzada al Vacío.
        Para permanecer en Silencio, escuchando las respuestas que enriquecerán, ésta, su Verdad. Escuchará todos los sonidos que la pregunta ha rozado en su viaje para llegar al punto de retorno, así como los que escuchará al retornar de nuevo, al oído del Silencio, del Maestro.
        Todas las respuestas de lo que ha sido entendido de esta Verdad, son el enriquecimiento continuo y eterno de la Verdad del Maestro, que permanecerá en Silencio por toda la Eternidad, transformándose en la Verdad del Ahora.
        No importa si el entendimiento ha sido correcto o incorrecto, si la pregunta fue o no entendida, todas las respuestas pasan a ser la Verdad del Maestro, que para ello tiene que permanecer Siendo Silencio, para que su Verdad sea el enriquecimiento del Todo.
        Nosotros escuchamos la Verdad del Maestro, y como el eco la repetimos, pero no son sus palabras siquiera, sino nuestro entendimiento de ellas lo que escuchamos, sin poder enriquecernos al menos con nuestra propia opinión. Esto es lo que causa la insatisfacción y la inseguridad, vivir con la verdad ajena.
        El Maestro no vuelve a opinar, se sienta en Meditación, escuchando la voz de la Vida, como eco de su Verdad. Escuchando todos nuestros entendimientos a su pregunta, a su Verdad. Pero no es la Verdad que conocemos, que vivimos, que manifestamos, es la Verdad que el Maestro Es, su Seidad.
        El Maestro no es solamente la voz que es lanzada al vacío, que se enriquece con cuanto se cruza con ella, volviendo como eco al oído.
        Este oído puede ser el del discípulo, que trata de saber lo que dice el eco, o del que solamente actúa como eco de las palabras.
        Cuando este Oído, escucha el Silencio, cuando ni tan siquiera puede escuchar, cuando el Oído es Silencio, todo cuanto se dice al eco, todo cuanto aporta al eco lo que habla al Silencio, todas las aportaciones que responden a la Pregunta, se convierten en Maestro, en Meditación, en Silencio.
        El Maestro no puede aprender, no puede enseñar, no puede ni tan siquiera escuchar el Silencio, no puede ser Meditación, porque solamente puede Ser: Maestro.


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