Es un
saludo en sánscrito, en occidente se usa en el budismo y las disciplinas
procedentes de India principalmente.
No difiere demasiado
en significado de la mayoría de los saludos tradicionales, la mayor diferencia
es, que este al no entender sánscrito, nos explican su significado, para que
sepamos lo que decimos al saludar. Es simplemente el significado de la letra, al pronunciar cualquier saludo, el entendimiento está en el corazón.
En nuestros
días, un simple: “Hola, adios, “paása”, o prácticamente
cualquier sonido”, sirven para decirle a los
demás que los hemos visto o que los vamos a dejar de ver, sin más pensamientos
detrás.
Hemos olvidado,
que en el saludo está el principio y final de un encuentro. El comienzo está
creando cómo será el final, cómo será el desarrollo y lo que nos aporte el
encuentro.
Los romanos
sujetaban firmemente el antebrazo de la otra persona, en confianza y
convencimiento de que había paz entre ambos, al no poder blandir las espadas. Algunos
aprendieron a usar la daga con la mano izquierda, apuñalando por la espalda o
aprovechando el descuido, lo que le dio la mala fama a dicha mano, llamándola
siniestra.
Se transformó
en tiempos de paz, en un apretón de manos, también con la derecha, la mano de
la espada, la de la energía masculina, que sellaba en un apretón el compromiso,
la convivencia en los valores, la confianza del uno en el otro. Las mujeres por
otro lado la daban flácida, dúctil, amoldable, como la energía femenina. Mostrando,
la dedicación de dicha energía a mantener la Vida, adaptándose a los cambios.
Las palabras
también eran diferentes, he oído muchas veces, a mi abuelo saludando en el
pueblo a las gentes que pasaban o con las que se encontraba: “A la paz de Dios, vaya usted con Dios, vaya usted en paz,
que la paz sea con usted, que tenga usted muy buenos días, me alegro de verle, …”. Simple, sencillo, te quitabas el sombrero, te llevabas la
mano a la frente o la sien y una leve inclinación.
Vaya usted,
con Todo, tenga la paz de Ser Todo, está en el Dios que yo soy, estoy en el
Dios que usted es y por tanto en Paz. Venimos en la Paz, vayámonos en Paz. Descubriéndonos
la mente, para que quedase visible, nuestras buenas intenciones. Inclinándonos en
señal de respeto al Todo que habita en ambos, levantando nuestra mano enviando
todos nuestros pensamientos, a la convivencia entre todos.
Pero necesitamos
la explicación de lo que decimos, necesitamos que nos digan el compromiso de
nuestro saludar, en una época en la que la democracia y la igualdad, nos han
hecho olvidar los valores, la dignidad y el respeto, que debemos a los demás,
no por ser quienes son, sino por lo que son: “Una
parte de mí”.
La inclinación
y el respeto a los reyes y a los nobles, no era por su cargo, al menos, no
debería ser por ello, sino por su responsabilidad para con la sociedad. Por ser los
responsables del bienestar, el conocimiento y la dignidad del pueblo. No son
solamente ellos los que han olvidado por qué se merecen el respeto, también lo
hemos olvidado el pueblo, al no ejecutar nuestra responsabilidad, al no ver,
que somos los responsables de ayudar a que la convivencia sea así.
Namaste, es una palabra
derivada de la raíz sánscrita: “namas”,
reverenciar, adorar, y “te”, tú, a ti.
En japonés
se canta a diario, “Refugio en los tres
tesoros”, que comienza no solamente en este
canto, sino en bastantes sutras: “Namu Kie”, el Namu es el Namas de namaste, y kie podríamos decir que es un refuerzo, con algunas
connotaciones parecidas a namu. Su traducción es buscar refugio, entregarse, el ser uno
con.
Probablemente
el significado de namaste pudiera ser: “Venero,
respeto, saludo, al ser que hay en ti”. Pero hay
o pienso que hay, más que eso, es el reconocer una única manifestación,
respetando y reverenciando al yo que hay en la otra persona, sabiendo que la
otra persona es un mismo yo.
Para ello
se juntan las manos a la altura del corazón, se inclina la cabeza levemente o a
veces se postra uno totalmente. Las manos con las que se construye o destruye,
dos de las salidas y entradas principales de nuestra energía, las energías Yin
y Yang, los opuestos, la dualidad unidas en saludo, en Gassho, con la energía de máxima unión la del corazón, la del amor, la que no puede percibir la separación.
No es
diferente al saludo que realizamos cada día, lo único que al sernos explicado,
nos mostramos más conscientes de lo que decimos, pero no conseguimos unir o
entregarnos en el saludo, tratando de sentir lo que nos han dicho que hacemos.
Muchas de
estas cosas simples, nos fueron enseñadas, unas veces por necesidad de
protegernos en tiempos de guerra, pero principalmente es para que no viendo
extraño a nada de lo que nos rodea, seamos capaces de convivir en paz y armonía
con todo, con el convencimiento de que no hay nada que nos sea ajeno, que no
sea lo que somos, incluso nosotros mismos.
Es lo que debería
haber en un simple saludo.
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