Cómo vivir
en una dualidad en la cual, nos atemoriza y crea rechazo el Mal, el Yin, y no
somos capaces de crear el Yang que deseamos, el Bien.
Nos
perdemos en comparaciones, discriminaciones, deseos, sueños, incapaces de salir
de nuestra existencia en un limbo, en el que en un lado está lo que rechazamos
y en el otro lo que no somos capaces de crear. Siendo un centro, un vivir en el
medio, sin participar desde la aceptación, de los extremos.
En un
movimiento constante en el cual, el péndulo de la Vida, nos mueve de uno a
otro extremo, haciéndonos sentir: oprimidos,
angustiados, entre el rechazo de uno y el deseo del otro.
Ese
movimiento que nos hace sufrir viendo que nos acercamos a uno y viendo que al
acercarnos al deseado, es el comenzar a alejarnos de él.
Es al estar
tan pendientes del lado en el que deseamos que se mueva el péndulo, lo que hace
que perdamos de vista la percepción del Ahora, en el que incluyamos los dos
extremos, que es la mejor manera de aprender, de vivir y ser felices.
El buscar
la pureza, el encontrar una verdad, que somos incapaces de ver en cuanto nos
rodea, nos ha llevado a innumerables errores, siendo muchas veces donde no queremos ir, es donde nos situamos, donde centramos nuestro ahora, que
siempre está fuera de él, o excluye ambos extremos.
Cualquier momento
de la historia, puede enseñarnos lo positivo, la solución del problema que ha
originado el conflicto. El que se origine algo es simplemente por nuestro
movimiento, por nuestra percepción y hacer. Somos realmente, los creadores del
punto donde se está moviendo el péndulo de la Vida, mientras nosotros pensamos
que es el péndulo el que nos lleva a las condiciones y situaciones. Es el mismo
efecto de cuando estamos sentados en un coche y se mueve el de al lado,
sentimos incluso la inercia del movimiento, pero inmediatamente somos
conscientes de que nuestro coche no se ha movido, no ha creado la inercia que
hemos experimentado.
En cambio
en la Vida, todavía creemos que es el coche el que se mueve, creemos que es la
Vida la que nos lleva de un lugar a otro, que somos simples viajeros en un vehículo
que se mueve por sí mismo, sin que podamos hacer nada por cambiar la situación.
Son las
dificultades, las que enseñan a los micro-universos a cambiar y adaptarse, a
las circunstancias siempre cambiantes. Son los conflictos y el tener que guardar el equilibrio y la armonía, los
que llevan a los macro-universos a adaptarse a cada ahora. Son las enfermedades,
las que enseñan a nuestro organismo a adaptarse y crear las defensas necesarias
para seguir existiendo en ambientes hostiles. Son los grandes conflictos
sociales y en la historia, los que nos deberían ayudar a alcanzar la humanización.
Pero seguimos rechazando el Yin, el mal, lo que nos parece inadecuado, poco
agradable, lo que rechazamos por ser incapaces de aprender lo correcto desde la
equivocación.
Seguimos discriminando
la materia y lo sutil, alma cuerpo, Dios-creación, bien-mal, dualidad-unidad,
Yin-Yang, izquierda y derecha. Tratando de encontrar un Camino Medio, en el que
no existan las orillas, los extremos, existente solamente en la nada, en la
inexistencia, pues mientras exista el péndulo, tendrá que alcanzar el punto máximo
de alejamiento del centro, en ambas direcciones.
Cuando mezclamos
las sangres, las genéticas diferentes, conseguimos con frecuencia mejoras genéticas.
A veces transmitimos en estos intercambios enfermedades que una de ellas no ha
experimentado, que no tiene defensas para ella, muriendo en esa unión los que
no son capaces de adaptarse, lo que lleva tiempo. Al mismo tiempo encontramos
defensas que no teníamos, mejoras sobre
todo en grupos cerrados donde la genética no ha encontrado suficientes
problemas para mejorar, para desarrollarse, para evolucionar.
Deseamos encontrar
una sociedad sin problemas, una sociedad humana, una convivencia en la que no
sea necesario ayudarnos por ser todos autosuficientes, una sociedad en la que solamente
reinen los aspectos positivos: “Ciudadanos
llenos de amor y sonrientes, gobiernos dedicados al bienestar del pueblo, leyes
innecesarias y justas, un mundo libre y sin necesidades”.
Pero cuando
el péndulo se acerca a la Humanidad, miramos a los demás, nos asusta que ellos “los demás”, puedan
hacernos daño si nos comportamos humanamente, por lo que volvemos al caparazón,
al ego, a intentar ganarle a los demás, siendo que nadie gana, cuando lo que se
pierde es la Humanidad.
Somos los
que movemos el péndulo, él nunca se mueve a un sitio al que no le hayamos
llevado nosotros, cuando parece que solamente está en el Yin, en el mal, es
porque somos incapaces de hacer algo bueno con él, no porque exista el mal en
el Yin.
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