No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 6 de mayo de 2017

MI INDIVIDUALIDAD

          Nos cuesta trabajo percibir la igualdad entre varios conceptos, aparentemente dispares, incluso manejados en filosofías diferentes, para establecer y explicar precisamente esas diferencias, sin embargo existe esa igualdad, esa posibilidad de estar hablando de una misma idea, desde perspectivas diferentes.
          Cuando hablamos de individualidad, lo primero que nos viene a la mente es la separación entre individualidades, percibimos una individualidad como algo diferente y separado de las demás individualidades.
          Cuando hablamos de un Todo, es del Uno, de la Individualidad Suprema, en la que no hay nada que no esté incluido en Ella. Solamente yo, que la puedo percibir y observar.
          En el Vacío, incluso la Individualidad se diluye, pues consideramos que en Él no puede existir Nada, a pesar de que nosotros sí nombramos, pensamos, definimos y lo percibimos como concepto, para lo que tenemos que existir, sin poder ser otra cosa que Vacío.
          Es quizás en la frase del ocultismo: “Las partes están en el Todo, el Todo en las partes”, donde quizás podríamos verlo con claridad en muchos de sus aspectos.
          No hay una individualidad, que no sea un todo. Tampoco hay una individualidad que no esté formada por partes. Los dos extremos de la individualidad, son: “Vacío y Todo Infinito”.
          No importa por donde es dividida una individualidad, el resultado nosotros recordando su procedencia, consideramos estas divisiones como pertenecientes o piezas de la individualidad de procedencia. Es lo que origina el error al observar la Vida.
          En la Vida cada parte es una individualidad, algo que es así hasta que las divisiones llegan a ser trozos de Vacío, cada parte es un Todo, una Individualidad, un Absoluto. Porque como dice la frase: “El Todo está en las partes, en cada una”.
          Pero ocurre lo mismo si unimos individualidades, muchos granos de arena, son “Una roca, una montaña, un planeta, una estrella, una constelación”. No importa cuantas individualidades integremos, solamente originarán una sola individualidad. Pues seguimos teniendo en nuestra mente la frase: “Las partes están en el Todo, cada una y todas ellas, son eternamente Todo”.
          Pero lo que es más curioso es, que cada individualidad es eternamente individual, no importa dónde esté integrada o separada, la frase permanece inmutable: “Sin dejar de ser parte, solamente hay Todo, existiendo solamente el Todo, la individualidad propia permanece inmutable”.
          Es un trabalenguas, un concepto para verborrear, para elucubrar, para complicar las cosas y no entender la Vida. Pero es precisamente el tener un buen manual, lo que nos permite usar lo complicado, lo que no entendemos.
          Acostumbrados a pertenecer a grupos: “Familiares, amistosos, sociales, de trabajo, pareja, asociaciones, …,”, a veces descuidamos nuestra individualidad. Nos acostumbramos a vernos en la individualidad familiar o de pareja, que pensamos que no somos nada, si nos separamos o nos separan del grupo en el que hemos estado o nos hemos sentido integrados.
          Nuestra individualidad, ha quedado perdida en la individualidad en la que nos habíamos integrado. Perdiendo la autoestima, el respeto, el amor por la individualidad, que aportamos a cualquier individualidad en la que nos integremos. Perdemos el respeto, el amor, el sentido de responsabilidad, hacia las individualidades integradas en la nuestra.
          Los granos de arena funcionan como galaxia, integrados en la galaxia, sin dejar de ser granos de arena. Formado su Universo, al mismo tiempo por células y átomos, de cuya individualidad individual y como grano de arena, tiene su cuota de responsabilidad.
          No puede cumplirse la frase de “Las partes están en el Todo, el Todo en las partes”, sin el respeto y la responsabilidad provenientes del amor. Es un amor inclusivo y también dispersivo, pues no puede existir un Todo, sin existencia del Vacío donde existe. Pero un Vacío sin existencia, no podría ser Todo.
          No puede haber pareja si no aportamos nuestra individualidad, pero tiene que haber otra individualidad que nos acepte, para poder existir como “Una” pareja, en el amor. Ese respeto es el que permite recuperar nuestra individualidad, cuando la individualidad pareja desaparece, lo que no puede desaparecer que no es perteneciente al tipo de individualidad, sino a la propia individualidad, en manifestación de Vacío o de Todo, que es el Amor.
          Cuando recuperamos nuestra individualidad, no podemos dejar de amarnos, porque es amor lo que permite que nos integremos, y que nuestras partes sean la individualidad que somos. Por ello el respeto no depende, de los por qué, que motivan el ser excluidos de otra individualidad, o por los que hemos abandonado la individualidad, el amarnos no es por lo que somos, no es porque estemos satisfechos o creamos que somos importantes, amarnos es hacia nuestra individualidad, como Vacío y como Todo.

          Es algo que nunca dejamos de ser: Lo que somos. Independientemente de nuestra propia opinión o de las ajenas, nunca dejaremos de ser lo que somos: “La parte del Todo y el Todo en el Vacío”.


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