No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 22 de julio de 2017

GILIPOLLILANDIA


          No ha existido civilización o imperio excepto una, que haya logrado existir desde el principio de los tiempos del hombre hasta nuestros días y que podamos asegurar que durará hasta el final de nuestros tiempos, cuando la Vida nos dé el premio que hemos ganado. Nunca mejor usada la palabra “ganado”.
          Gobierno y pueblo, una estructura sólida que ha creado los cimientos y muros de gilipollopolis, capital y única ciudad y sociedad que hemos creado.
          Nuestro sistema de gobierno es pedir que el pueblo pague la destrucción de su hogar y que dé dinero para reconstruirlo. Para ahorrar y que funcione la economía, se ha creado el autoservicio de hágalo usted mismo, ¡destrúyase, y reconstrúyase!. Para que todo funcione, los inútiles que no valen para destruir ni para construir, se les manda al gobierno o sus departamentos.
          Lo mejor es, que hemos conseguido no aprender nada, seguimos funcionando igual, eso sí, hemos evolucionado, antes nos matábamos con las manos o con piedras, y ahora con gases, con bombas, de desesperación, de falta de dignidad. También tenemos móviles y tablets, por lo que no tenemos que comunicarnos personalmente nuestra ignorancia y manías.
          Eso sí, hubo uno que dijo que: “Quien no aprende de su historia, está condenado a repetirla”, “Un pueblo que no conoce o aprende de su historia está condenado a repetirla”, algo que hemos seguido al pie de la letra para que nada cambie en nuestras vidas: buenas guerras, todo barato pues carecemos de valores, nos esforzamos por no encontrar la humanidad para tener algo que buscar, así que procuramos no mirar en nuestras vidas, en nuestra historia.
          En España, si miramos las noticias, como somos los mejores, y sin por ello pensar que ha habido una época en la que cambiamos de ciudad, viviendo fuera de gilipollopolis, solamente somos capaces de intentar regresar a la segunda república: fieles seguidores de la democracia rusa de Lenin y Stalin, de todos pensando lo mismo y caminando en una dirección, los que se atrevían a pensar les explotaba el cerebro, muriéndose o siendo purgados todos los que no eran el más fuerte, que era presidente del gobierno, pero aquí cambiábamos de gobierno casi a diario, caminábamos con una sola pierna la izquierda, lo hacíamos todo con la mano izquierda y se prohibieron los espejos, que hacen que la izquierda se refleje como derecha.
          La iglesia que hablaba de valores y libertad, independientemente de lo que hiciese, fue perseguida pues alguno podría ser capaz de seguir lo que le decían, la derecha prohibida. También fue prohibida la filosofía oriental, pues cuando cortas la parte derecha de algo, la menos izquierda se convierte en derecha, según esa filosofía. Menos mal que en la república si te dicen que es izquierda, pues es izquierda y no hay más que hablar.
          Así que cuando echaron al rey, le dijo a los republicanos: “Brutus tú también, hijo mío”, o quizás fue un romano que se llamaba como un mes, pero no me acuerdo de su nombre que era muy eléctrico.
          Bueno pues ahora tenemos a Pedro y Pablo, los padres de la iglesia comunista, defensores del Dios Chavez y su libertad coreana del norte, que en lugar de arruinarnos dándole el dinero español a Rusia, se lo darán a ellos, porque el comunismo volverá a ser lo que era y crearemos la Unión de Repúblicas Comunistas y Socialistas de España, en las que al que se mueva se le dará literatura y música: “The Wall” y “El castillo”, para que se sientan como reyes, comunistas de izquierdas por supuesto.
          Cualquiera que mire las promesas de la izquierda, verá lo que hay en las conclusiones de sus historias: Corrupción, corrupción, corrupción, desconocimiento de lo que significa libertad.
          No es que sea algo exclusivo de la izquierda, pero difícilmente encontraremos una época en la que los dirigentes pudiesen ser más ignorantes e inútiles que ahora. Siempre en gilipollilandia los gobernantes han sido los que no valen para otra cosa, como pagar la destrucción y la reconstrucción de la sociedad, destruyéndola y reconstruyéndola personalmente, pero es que estos no valen ni para gobernantes.
          Pero si miramos sus declaraciones, sus ideas, sus proyectos, sus promesas y su capacidad, dan ganas de mandarlos a gobernar otro país, otro estado, otro imperio, otra sociedad, si es que el hombre hubiese podido crear otro lugar fuera de: “Gilipollilandia y sus ciudades gilipollopolis”.
          Como tenemos prohibido tener religión, aunque seamos ateos: “Que el Señor nos pille confesados”.
          Por si alguien me acusa de sedición, lo he escrito con la mano y el ojo izquierdos.


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