Los jainos, una filosofía de la India, seguida por un buen número
de personas, se tapan la boca cuando realizan la limpieza y en muchas
actividades, para no matar accidentalmente bacterias e insectos pequeños. O
bien para no escupir o salpicar de saliva el libro sagrado al leer.
Yo los he visto con una tela en la boca en actividades, sin
estar leyendo. También filtran el agua de beber con una tela, para no ingerir organismos
o formas de vida vivos.
Nosotros tratamos de crear leyes para salvaguardar la vida de
los animales, evitar su explotación y ayudarles a ser felices.
Es por lo que me cuesta trabajo, entender que no se prohíba la
venta de carne y productos realizados con animales matados para crearlos, la
cantidad de embutidos, jamones, chuletones, asados y carnes, que son comidas a
diario, sin que nadie pida el cierre de los comercios donde se venden productos
animales, en cambio se ataca a quien usa las pieles de esos animales que han
sido sacrificados por la carne.
Como digo a veces, que difícil es crear conflictos para tener
algo que arreglar.
Que complicado es tratar de hacernos buenos a base de leyes y
castigos.
La convivencia es algo más que mirar nuestro pensamiento,
deseos o creencias.
Dentro del Amor la Vida alimenta a la Vida. Nosotros pretendemos
amarnos, plantando con ello, la semilla del odio, de la confrontación, de la
guerra.
El respeto por los animales no es usarlos de mascotas, de
vestirlos como nosotros o a nuestro gusto. No es tampoco encerrarlos o tenerlos
por lo que nos aportan o por nuestro sentimiento de soledad. Peinarlos,
entrenarlos y alimentarlos con carne de otros animales, en piensos que no
sabemos lo que les producirá en el futuro.
Tenemos que alimentarnos de la Vida que hay en otras
manifestaciones, comer con respeto, lo mínimo necesario, utilizar correctamente
la energía que nos aporta, y hacerlo desde el amor, sin diferenciar de dónde
viene esa Vida, en cuanto animal o vegetal, respetando a los demás, su estado
de evolución y sus creencias, es también respeto. A veces más importante que el
de imponer nuestras opiniones.
Me preguntó mi Maestro, el por qué me había hecho vegetariano.
Contesté que la Vida es una, que solamente la Vida puede alimentar la Vida, que
el elegir los vegetales, era mi razonamiento y mi decisión, no porque pensara
que había diferencia en la Vida de la que me alimentaba. Probablemente no
entendió mis explicaciones, no sé con seguridad lo que me preguntó, por lo que
al final simplemente ha sido mi decisión, no para discriminar, sino para vivir
conmigo.
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