Buscamos el
Ser, pero tratamos de encontrar el lugar donde habita para mirar en él y poder
verlo, para unirnos, para integrarnos en Él.
Contemplamos
un Ser en el que no hay dualidad, que es Absoluto, al que poder llegar, al que
poder entregar todas nuestras equivocaciones, nuestras miserias, para
transformarnos en la fuente de Amor, que sabemos nace del Ser.
Todo nuestro
esfuerzo, nuestra esperanza, radica en abandonar una materia, en la que la
mente y el ego, nos engañan, para no poder manifestar lo que siempre hemos sido
y seremos eternamente: “El propio Ser”.
La respuesta
de Hui Neng el sexto Patriarca del Zen, nacido en China, heredero del
conocimiento y experiencia de Shakyamuni, transportada en el tiempo por todos
aquellos que habían podido calzar sus alpargatas, fue que: “No hay un Ser que
refleje, ni un reflejo que pueda manifestar el Vacío del Ser”, en un poema o
estanza, de un espejo que debía mantenerse sin polvo.
El monje
principal del templo Shin Shau,
escribió una estanza, tratando de reflejar la visión Iluminada del Ser, de sí
mismo. De ella, dependía saber si era el heredero de las alpargatas de
Shakyamuni, que nunca tuvo alpargatas.
“Nuestro cuerpo es
el árbol de Bodhi, Y nuestra mente es un espejo resplandeciente. Con cuidado
los limpiamos, hora por hora, Sin permitir que el polvo se aloje”.
Solamente esforzándonos,
podremos regresar al Ser y mantener su pureza. Es lo que entiendo que quiso
transmitir, que es su percepción de Buda.
Probablemente
Hui Neng, no estaba en desacuerdo, pues es una manera de buscar al Ser, pero
probablemente quiso dar una visión más cercana. Pero al no saber escribir, pidió
a un compañero que escribiese una estanza nueva:
“No hay un
árbol de Bodhi, Ni base para un espejo brillante. Dado que todo es Vacío, ¿Dónde
puede el polvo alojarse?”
Siendo Buda
Absoluto, no hay Buda, ni algo que pueda llenar el Vacío. ¿Cómo puede existir
el polvo?, ¿Dónde podría alojarse?.
Alguien le
leyó, alguien le escribió, en un lugar se había escrito y se escribió, varias
mentes habían transmitido el conocimiento. Pero mientras Shin Sau, conservó el
yo consciente de ello, Hui Neng se quitó las alpargatas de Shakyamuni y
desapareció.
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