El corazón, tiene como
función, hacer circular la sangre, llevando oxígeno y alimento a todas las
células del cuerpo, tiene un ritmo autónomo y es nuestro centro emotivo. En el
feto está formado por una sola cámara que se divide en dos al nacer y respirar.
Es difícil vivir guiado por las emociones y la mente de una manera equilibrada,
esto es, que las dos actúen en una proporción adecuada para ella, en una
persona. Por ello, el exceso o defecto de la actividad emocional del corazón,
debe ser equilibrada por la mental del cerebro y viceversa. El exceso o defecto
de dejarse guiar por los sentimientos, es la causa principal de los problemas
de corazón.
Los
líquidos representan las emociones, al ser
la sangre el líquido que circula saliendo del corazón y siendo este el centro y
representación del sentimiento amoroso, los problemas de circulación de la
sangre por una zona determinada, nos indicaría en el aspecto psicológico,
que hay un bloqueo o exceso en la capacidad
de manifestación de los sentimientos de amor propios de esa zona (movimiento,
acción o realización) o bien, que las vías por la que se mueve el sentimiento
son deficientes en su capacidad y podría producirse el infarto. El haber
desatendido o extenuado esa parte emocional, podría hacer que esa zona llegara
a morir físicamente, quedando inutilizada o al menos disminuida. Siendo los
temas del corazón bastante sutiles, podría también suceder, que no fuese que
esta persona haya desatendido emocionalmente una parte de su vida, sino, que se
sintiese desatendida por alguna persona querida.
La hipertensión indica, que los
conductos por donde circula la sangre son estrechos para su caudal o bien que
el caudal es excesivo para el diámetro o estado de dichos conductos, por lo que
se restringe así el flujo de sangre a través de todo el cuerpo. Se trata de un
factor fundamental en el origen de ataques cardíacos e infartos.
La presión alta indica por tanto, el conflicto entre una efervescencia, un surgimiento de emociones relacionadas con el sentimiento de amor del corazón, hacia los demás o nosotros y la inseguridad, que se traduce en: odio, insatisfacción, dolor moral, emociones sin expresar que están embotelladas, etc. La inseguridad también produce: el nerviosismo y la ansiedad que inducen al pánico, al miedo de que el amor en nuestra vida no sea fiable. Antes de que esas emociones bloqueen los canales de expresión (las arterias) debemos desahogarlas, para equilibrar la presión arterial.
El corazón
en sí mismo, es un órgano compuesto de tejido blando representativo de la
energía mental que mueve la sangre liquida, que representa la emoción o
sentimiento de amor principalmente. En la escritura china, hay un símbolo que significa corazón-mente, usándose
indistintamente para uno u otro significado. Esto podría indicar su importancia, como lugar donde se equilibran y unen ambas energías.
Está relacionado con el timo en la producción de células T
del sistema inmunitario. A nivel psicológico, indica la capacidad o incapacidad, de cubrir o realizar adecuadamente las funciones o áreas emocionales
importantes de la persona. Se relaciona con el amor, el cual produce: alegría,
tolerancia, interés por la vida, sacrificio, y todo aquello que
tradicionalmente se relaciona con el corazón. El estrés o el infarto, suelen
darse en personas que han dejado desatendida o agotado emocionalmente alguna
parcela de su vida, que desatienden la familia, por tener mucho trabajo u otras
circunstancias, siendo que muchas veces, esa falta de atención es hacia nosotros
mismos, nos aconseja que nos amemos a nosotros y lo compartamos y extendamos
hacia los demás; también pueden ser producidos por un exceso de alegría. Hay
que tener presente que la alegría y la felicidad, son dos aspectos muy
diferentes, la alegría en exceso o defecto puede producir infartos o angustia,
la felicidad es el bienestar de todo el ser.
El corazón y pulmón son esenciales,
para tratamientos de personas depresivas por ser los que se encargan
principalmente de producir y filtrar el sentimiento de alegría.
La presión sanguínea, tanto si es baja
como alta indica personalidades
que rehúyen los conflictos, por miedos o falta de confianza en sí mismos, siendo
la forma y las tácticas para hacerlo diferentes. Las personas con presión baja
se retiran al inconsciente y las de presión alta se aturden a sí mismos con un
derroche de actividad, la mayoría de las veces improductiva e innecesaria y
excesivo dinamismo; a veces es también una indicación de agresividad reprimida
por un exceso de autodominio. En la vejez al perder flexibilidad y elasticidad,
la comunicación se entorpece y la presión sanguínea aumenta.
Hipertensión: El
exceso de tensión emocional, se corresponde con frecuencia con una alta presión
sanguínea o una tensión nerviosa intensa. La causa reside en un profundo temor
y la falta de confianza, la sensación de que corremos un peligro constante y
debemos estar alerta. Esto puede atribuirse a alguna experiencia traumática en
el pasado. Para mejorar la situación, una respiración profunda y una buena
relajación resultan esenciales.
La presión alta indica por tanto, el conflicto entre una efervescencia, un surgimiento de emociones relacionadas con el sentimiento de amor del corazón, hacia los demás o nosotros y la inseguridad, que se traduce en: odio, insatisfacción, dolor moral, emociones sin expresar que están embotelladas, etc. La inseguridad también produce: el nerviosismo y la ansiedad que inducen al pánico, al miedo de que el amor en nuestra vida no sea fiable. Antes de que esas emociones bloqueen los canales de expresión (las arterias) debemos desahogarlas, para equilibrar la presión arterial.
La hipotensión señala
una supresión de energía. Siendo lo contrario de la hipertensión, su origen
también está en la inseguridad, la cual nos incapacita para mostrar nuestros
sentimientos. Al no sentirnos con confianza para aceptar la responsabilidad de
nuestras vidas, ni de sus circunstancias, huimos de las situaciones creando una
falta de caudal emocional en nuestros conductos, que produce que su presión sea
baja o bien mostramos un pasotismo o desinterés, que hace que el caudal
emocional parezca que se mueve por canales ilimitados, casi inexistentes, por
lo que no nos produce tensión.
Al ser
algo que no puede hacerse en un mundo real a nivel profundo, esta actitud va
creando conflictos no resueltos que antes o después se manifestarán en nosotros
como enfermedad o en un sentimiento de falta de referencias que puede llegar a
abrumarnos hasta el extremo de hacernos perder la conciencia.
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