Es a veces
nuestra búsqueda desesperada, la que nos lleva a olvidar las reglas del juego. Esas
reglas que a través de miles de años, se han ido registrando por algunos que
las dejaron escritas y en leyéndolas les hemos buscado significados actuales,
que muchas veces transgreden las propias reglas.
En una
sociedad de leyes y derechos, en la que la ansiada libertad consiste en romper
con todo lo pasado, lo antiguo, lo que no se adapta a nuestras pretensiones,
porque consideramos que tenemos la libertad y el derecho, a construir una vida
social con las reglas como deseemos, encontrando y decidiendo que las leyes
antiguas, significan lo que nosotros decidamos.
No creo,
que alguien sepa en qué momento, los homínidos o el homo sapiens determinan la
separación por géneros o sexos. Pero probablemente no es algo reciente, incluso
diría que es anterior a la escritura. Probablemente es originado en esa Torre
de Babel, real o mítica, en donde en busca del conocimiento, nos lanzamos a la
confusión.
No hace
falta estudiar, para saber que mujer no significa lo mismo que hombre, que más
allá del pelo hay otras diferencias, pero ello no quita que en general el
hombre pierda el pelo antes que las mujeres.
Podríamos buscar,
que es porque la Vida no es justa, que discrimina al hombre, al dejarle calvo
mientras la mujer puede dejarse melena o cortarse el pelo. O podemos encontrar
que es compensación por algo, para que exista el equilibrio en la Vida, entre
hombre y mujer.
Son los
riñones, los que según la Medicina T. China tienen entre sus funciones la de
producir el óvulo en la mujer y los espermatozoides en el hombre, por lo que la
fertilidad de ambos coincide con la edad cuando los riñones alcanzan su
desarrollo. Obviamente, la energía de los riñones tiene que ser diferente para
crear un óvulo, que necesita una menstruación para limpiar antes de crear uno
nuevo. Además, mientras que los espermatozoides se dedican a hacer turismo, el óvulo
tiene que esperar y fertilizarse durante nueve meses, antes de dejar de ser
óvulo fecundado.
Curiosamente,
los riñones también producen la energía que se relaciona con el pelo. Quizás para
compensar una función con la otra, lo que te obliga a realizar un esfuerzo
mayor, también te da la libertad de dejarte melena o afeitarte la cabeza.
Si miramos
la Historia, nos habla: “De matriarcados, de reinas, de guerreras, de diosas, de grandes
mujeres salvadoras de sociedades, de defensoras de pueblos en guerras. Hombres que
han promovido guerras por ellas, emperadores manejados, reyes que hacían lo que
les decían, reinas que iban a la guerra en igualdad con su esposo, hijos
bastardos de los hombres, legítimos los de las mujeres independientemente de
quién era el padre, la infidelidad de hombres y mujeres, hay mucho que leer,
pero mucho más que entender en los libros de Historia.”
Hoy en día,
la mujer ha decidido buscar la igualdad. Antes, muchas igualdades han sido
buscadas, algunas se han conseguido, pero sus consecuencias han sido: “Desequilibrios y
nuevas desigualdades”.
En Australia,
a los pocos meses de entrar en la empresa, me dieron el puesto de otro obrero,
él llevaba varios años programando y preparando ese centro de mecanizado. Al estar
haciéndolo yo con otro, cobrábamos lo mismo, por lo que su antigüedad y la mía
no contaba. Me dieron los manuales en inglés un fin de semana, la primera
programación la hice con el encargado, la tercera yo solo, a las pocas semanas,
el ingeniero me dijo que parase la máquina porque estaba produciendo mucho más
que el otro y podrían tener problemas con los Sindicatos. Los dos seguimos
cobrando lo mismo.
A veces las igualdades son la injusticia, al
mirar las apariencias por encima de lo que uno respeta lo que es, su nombre.
Cuando se
crea un nombre para algo, hay unas funciones que se deben de corresponder con
ese nombre, eso lo decía Confucio hace miles de años. En caso de que las
funciones no se correspondan, hay que cambiarle el nombre.
Hombre y
mujer, son nombres diferentes, con diferentes funciones, con diferencias,
diferentes, su igualdad no puede residir en ser iguales, porque eso llevaría a
que serían: “Hombres o mujeres”, que sería
a lo que llevaría la pretendida igualdad por ley.
En la Vida
existe la igualdad, pero no de ser iguales, sino la igualdad en la diferencia.
La misma Vida hay en una persona que en una piedra, con los mismos derechos y
obligaciones: “Una mientras sea piedra, la otra mientras sea persona”. Ambos nombres son unas funciones, mientras la piedra sea
piedra y cumpla sus funciones, tendrá el derecho de ser Vida, que es lo mismo
que obtenemos de la Vida por ser personas.
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